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La lista de “mea culpa” que los empresarios comienzan a circular en sus discusiones

La lista de “mea culpa” que los empresarios comienzan a circular en sus discusiones

No era una cita masiva ni mucho menos. Sin embargo, pocas veces se había escuchado una autocrítica tan fuerte por parte de tres oradores que sí son generadores de opinión entre los empresarios: José Antonio Guzmán, Anita Holuigue y Carlos Portales. Se habló de “club cerrado”, que la RSE en las empresas es de cartulina y que el caso MOP-Gate es casi idéntico al de SQM. Eso, para empezar.


Con un título que en otros tiempos no habría convocado a nadie, el Club Monetario de la Universidad Finis Terrae, presidido por Klaus Schmidt-Hebbel, llamó a discutir sobre “La ética empresarial”.

Los que asistieron a ese desayuno el viernes pasado en la mañana –entre los que estaban Luis Hernán Paul (Paul y Cía.), Alberto Sobredo (consultor y director de empresas) , Cristián Rodríguez (gerente general de Habitat) y Michael Grasty (socio de Grasty, Quintana, Majlis & Cía.)– deben haber quedado sorprendidos por la crudeza de la crítica que allí se hizo, sobre todo porque quienes fueron los encargados de desmenuzar la realidad venían de sus propias filas: José Antonio Guzmán, ex presidente de Habitat y de la CPC, que se hizo un espacio en los grandes conflictos por la defensa de los derechos de los accionistas minoritarios; Anita Holuigue, directora ejecutiva del Grupo de Radios Dial (controlado por Álvaro Saieh), entre las que se cuenta radio Duna; y Carlos Portales, profesor y director de la Cátedra UC- Carlos Vial Espantoso, que anualmente premia a las empresas más prestigiadas.

Sin embargo, también deben haber quedado con la impresión de que –al menos– había una reflexión más profunda de lo que hasta ahora se venía escuchando, aunque la solución a la crisis que se diagnostica no es inminente.

Tanto así que Guzmán señaló al final del encuentro que “el grado de desconfianza social es altísimo y no veo a la persona o grupo de personas con suficiente autoridad moral para encabezar una solución integral que comprenda todos los ámbitos del problema, ni tampoco veo receptividad social para un acuerdo político que sepulte las irregularidades conocidas”.

Ante esta falta de cohesión, el empresario planteó que “cada grupo de la sociedad debe asumir públicamente un compromiso de hacerse cargo de «su» propio problema, en un plazo acotado, de llevar humildemente a cabo pequeños o grandes gestos o reformas que convenzan a la población de que un cambio más integral está por venir. Ir de lo particular a lo general. Tal vez la Presidenta de la República, acompañada de uno o varios representantes idóneos de cada grupo, pueda convocar a estos compromisos”. Más adelante, redondearía diciendo que el que no quisiera concurrir a este compromiso “quedará marcado”.

Errores y escándalos

¿Pero qué errores se deben reconocer? La lista es larga y van desde los escándalos empresariales hasta la forma en que los empresarios se relacionan con el resto de la sociedad.

La nómina fue detallada por Guzmán sin contemplaciones: “Desde los casos MOP-Gate e Inverlink, se ha producido una verdadera avalancha de eventos empresariales que han provocado escándalo:
-la colusión confesa de precios de un grupo de farmacias;
-la adulteración contable de los resultados de una empresa del retail para obtener bonos inmerecidos;
-el intento de perjudicar a los accionistas minoritarios en el aumento de capital de una empresa eléctrica;
-el cierre obligado de una planta faenadora de cerdos por generación de olores insufribles;
-la acusación de colusión de mercados de los productores de pollos;
-una extracción patrimonial a las empresas Cascadas por parte de su controlador y sus amigos;
-el uso de facturas por servicios no prestados, cohecho y financiamiento irregular de la política, para pagar menos impuestos o lograr inmunidad política, que tiene en la cárcel a los responsables;
-el uso grosero de información privilegiada por parte de una estrella del sector financiero local, detectado en el exterior;
-el uso de boletas y facturas de terceros por parte de una empresa minera para financiar transversalmente actividades políticas;
-y, la guinda de la torta, el financiamiento bancario sin garantía de una dudosa operación inmobiliaria del hijo de la Presidenta”.

Pero eso es una parte del problema. Hay otra parte que apunta a esta especie de “club empresarial homogéneo y cerrado”, como lo calificó Carlos Portales, donde el 50% de los líderes vienen de 10 colegios particulares o dos universidades y dos carreras explican el 80% del liderazgo. Los conductores de las grandes compañías se van aislando a través de matrimonios, hobbies y lugares de veraneo. “Se terminan de convencer de que su mundo es el único y el correcto”, dijo Portales, al tiempo que opinó que no es casual que los acusados hoy se conozcan desde hace tiempo.

A su juicio, falta densidad cultural y ética. Aludió a un estudio del año 2000 donde se concluyó que menos del 10% de los altos ejecutivos chilenos tenía un buen nivel de lectura. La élite mostraba un desempeño similar al de un operador de máquinas y ensambladoras en EE.UU. Esa realidad no ha cambiado mucho desde ese entonces a esta parte, afirmó.

“El pequeño club se reconoce y se premia a sí mismo, sin auditores independientes. ¿De qué sirve un comité de buenas prácticas en la Bolsa de Comercio si quienes lo conforman son del mismo club?”, cuestionó.

Y fue más allá, retomando una idea que también fue resaltada por Anita Holuigue: “La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) en las empresas es de cartulina. Los gerentes no conocen a los dirigentes sindicales, cuáles son sus agendas ni sus grados de representatividad…Entonces en la medida que no cruzamos la calle ni la vereda, es difícil interactuar. No estamos haciendo el trabajo en serio. No hay consistencia… El país quiere que estemos en el primer piso y no en el piso 30 de la torre”.

Mirar hacia fuera y hacia adentro

Holuigue había profundizado más el punto. “Cuando se entrega al sector privado temas esenciales como la salud, la previsión, los servicios públicos…, los directivos deben estar preocupados de la sociedad”, expresó. Por lo tanto, ya no basta con maximizar las utilidades sino que están obligados a ampliar la mirada desde una perspectiva de su impacto público. “No podemos pensar que las decisiones que se toman dentro de la compañía no van a traspasar los umbrales de las oficinas. Es difícil sostener que las decisiones que se toman no afectan al resto de la comunidad”, precisó.

A lo anterior sumó el tema de la desigualdad de ingresos al interior de las empresas. “Pocas veces los empresarios hacemos el ejercicio de ver cómo se distribuye la renta al interior de una compañía en función de quienes trabajan. Creo que todos nos escudamos en la productividad, pero no creo que esa sea la respuesta real”, manifestó.

Una de las ideas que planteó fue que las confianzas se construyen, pero quienes poseen posiciones de poder o influencia son los que tienen la mayor responsabilidad. “Creo que todavía no sienten el peso de la carga que llevan sobre sus hombros”, sentenció.

Recordatorio a Lagos

Guzmán, que escribió un artículo en 2005 sobre “Lecciones éticas del caso MOP-Gate” en un libro titulado Los empresarios y la ética, publicado por la Universidad de Los Andes, hizo un paralelo sobre ese caso y la crisis que vive actualmente SQM.

“El caso MOP-Gate de hace 10 años es casi idéntico al de las boletas de SQM, pero para pagar sobresueldos. Sobre aquel caso, el Presidente de entonces (Ricardo Lagos) dijo el 21 de mayo: ‘Para resolver el problema crónico de malas remuneraciones en el Estado, se crearon mecanismos distintos que están sujetos a evaluación crítica, pero lo que debemos tener claro es que se pudieron ejecutar obras indispensables para el desarrollo del país’. Maquiavelo no lo podría haber dicho mejor”, ironizó.

Sin embargo, pensar que se está ante la misma sociedad de hace 10 años, es equivocarse de plano. “Lo serio es hacer un análisis riguroso, preciso y diferenciado de lo que ocurre. Ponerse de acuerdo para perjudicar a los consumidores vía precios o de mercados, es mucho más grave que financiar transversalmente a los políticos por la vía de boletas falsas, más aún si la ley es imprecisa y no hay evidencia de retribución”, dijo.

“Extraer o intentar extraer patrimonio a accionistas minoritarios, entre los que se pueden encontrar los trabajadores, es mucho más grave que afectar la salud ambiental de una población, que puede solucionarse. Tan grave es usar información privilegiada para enriquecerse sin trabajar como alterar los estados financieros de una empresa para cobrar lo que no corresponde”, concluyó, como si estuviera ante una clase de alumnos que escuchan las Tablas de la Ley por primera vez.

Pero tampoco se quedó allí, porque dijo que le resultaba difícil entender por qué las personas involucradas toman los riesgos que asumen “para el beneficio que aspiran lograr, porque no necesitan hacer lo que hacen o no me cuadra con la actitud que tienen en otros ámbitos”.

Los medios y Sofofa en Marte

Uno de los temas que se cuestionó fue hasta qué punto los medios de comunicación seguían hurgando en el tarro de la basura. Holuigue fue muy directa al referirse al tema como representante del grupo Dial: “Vivianne Blanlot (presidente del Consejo para la Transparencia) dijo en una entrevista en una de las radios (Duna) del grupo del que estoy a cargo, que los medios han hecho teorías conspirativas. Creo que los medios han hecho una buena labor. Han sido un poco bipolares, hay algunos que quieren sepultar antes de… pero creo que han dado una señal de transparencia y que han hecho lo que tenían que hacer”.

Y si a los medios se les acusa de distorsión, la misma crítica afloró en este seminario para las asociaciones gremiales empresariales. “Chile está constituido por empresas medianas y pequeñas…En la CPC no están representados la mayoría de los empresarios de Chile, lo que crea una imagen distorsionada de lo que hacen y lo que son los empresarios y cómo se comportan. Les cuesta a los dirigentes empresariales ceder el espacio”, apuntó Guzmán, quien nuevamente propuso la idea de que las empresas que se vean implicadas en denuncias graves deben ser suspendidas de su actividad gremial hasta que la Justicia falle.

Más irónico, Portales dijo que lo que no se puede repetir es un proceso como la última campaña de la Sofofa, donde compiten Andrés Navarro y Hermann von Mühlenbrock. “Ambas candidaturas parecen venir de Marte o más allá. Están anestesiadas”. Añadió no haber dado crédito cuando escuchó a uno de los candidatos (Navarro) decir “yo también delinquí, pero ya prescribió”, refiriéndose a que había financiado a candidaturas políticas.

Sostuvo que la elección de la Sofofa podría haberse transformado en “un proceso en que los empresarios le hablaran a Chile”, pero eso no ocurrió.

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