Publicidad
Opinión: El nuevo orden laboral en Chile

Opinión: El nuevo orden laboral en Chile

¿Qué pasará con el empleo si cada vez que hacemos una reforma, perjudicamos más y más la situación de los empresarios? ¿Qué pasará cuando no sea atractivo para las Pymes ser tales, porque es más beneficioso ser empleado?


En tiempos de reformas como los que hoy enfrentamos, es indispensable plantear y sacar a la luz lo que es un secreto a voces y que, hasta hoy, nadie ha sido capaz de poner en la parrilla de los temas importantes: el nuevo orden laboral en Chile.

En el pasado se decía con toda propiedad que el trabajador era la parte débil en la relación laboral, toda vez que ese gran caudillo o capitalista pedía de ese trabajador el máximo esfuerzo versus la mínima retribución pecuniaria por su trabajo.

Luego, a mediados de los 90, se comenzó a hablar de la flexibilidad laboral, es decir, de la preocupación por los derechos de los trabajadores que eran explotados por este, un tipo de caricatura llamado empleador, que poco a poco fue disminuyendo su poderío de mando y de dirección. ¿Qué provocó este cambio? Una serie de normas que existen hasta nuestros días, unas plausibles y otras que sólo favorecen a los trabajadores que en realidad no hacen bien su trabajo, ocasionando la quiebra de muchas empresas y, junto con ello, daño a los trabajadores que sí hacen bien su trabajo.

Hoy el empresario, que gracias al trabajo conjunto con sus trabajadores mueve la economía nacional, se ve amenazado y en riesgo de extinción. Por ejemplo, si un empresario despide a un trabajador por necesidad de la empresa, se encuentra obligado por ley a darle un aviso con 30 días de anticipación si hace el despido en forma inmediata.

He aquí una norma que nos parece muy justa para resguardar la integridad del trabajador, pero que, sin embargo, no establece ningún tipo de sanción para el trabajador que omite su aviso con 30 días de anticipación, dejando su puesto libre de inmediato y obligando además al empleador a pagarle las vacaciones o feriados que tenga pendiente, cuando este presenta la renuncia voluntaria.

¿No es esto un absurdo? Y como esta tenemos muchas que solo favorecen al trabajador en desmedro del empleador, enfrentado a una serie de normas que impiden el correcto funcionamiento de su empresa.

Entendemos que, en relación a los sueldos versus el capital, el empleador sigue siendo superior económicamente, pero esta es la regla de juego que no se puede cambiar, pese a los intentos de hacer que el empleador deje de percibir sus ingresos por normas que se han derogado tácitamente, producto de los cambios en el sistema judicial y la legislación vigente.

¿Qué pasará con el empleo si cada vez que hacemos una reforma, perjudicamos más y más la situación de los empresarios? ¿Qué pasará cuando no sea atractivo para las Pymes ser tales, porque es más beneficioso ser empleado? Estos son algunas de las preguntas claves sobre las que el Estado y quienes legislan deben cuestionarse al seguir avanzando en la consolidación de este nuevo orden laboral en el que el empresario es la parte más debilitada y en alto riesgo de desaparecer.

Rodrigo Samur F.
Director Jurídico de Estudio Jurídico Segal

Publicidad

Tendencias