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Crisis en China: Lecciones para nuestras autoridades

Crisis en China: Lecciones para nuestras autoridades

Desde nuestra realidad local, no cabe duda que las distintas autoridades económicas están monitoreado en tiempo real los acontecimientos de Asia, pero no es claro que aún hayan sacado lecciones acerca de los efectos que determinadas acciones pueden tener sobre otros mercados, y cómo se atenúan o potencian junto a otras medidas. Aún nos falta afianzar una institucionalidad que evalúe constantemente cómo están respondiendo los mercados y cómo impactan las medidas que se toman desde una óptica integral, y no solo sectorial. Una mirada de corto plazo sin duda traerá más costos que beneficios, tanto macroeconómica como financieramente.


Los primeros días del nuevo año no han sido tranquilos para los mercados financieros mundiales. China ha sido fuente de inestabilidad, llevando a los mercados globales a actuar con una histeria exacerbada.

Detrás del ruido financiero hay varias causas derivadas de la desconfianza y del actuar de las autoridades, que en la pasada crisis bursátil tomaron medidas que ahora parecen no tener efectos positivos, ya que al parecer no consideraron los efectos sistémicos.

Por ejemplo, esta semana se activó dos veces el mecanismo automático de suspensión de las operaciones que estipula la paralización temporal cuando las pérdidas en el CSI 300 (índice de empresas que cotizan en Shanghai y Shenzhen) supere el 5%, y el cierre adelantado cuando la caída sobrepase el 7%. Dicha activación se dio cuando la bolsa china comenzó a descontar títulos que iban a quedar desbloqueados al cumplirse seis meses desde que la Comisión Reguladora del Mercado de Valores de China los congelara, lo cual impedía a los grandes accionistas de las empresas venderlos.

A lo anterior, se suman pobres cifras reales, una caída en el monto de las reservas internacionales que presentan el menor nivel en tres años, y que el Banco Popular Chino procedió a devaluar el renminbi en 0,5%, siendo la mayor alza desde agosto.

La suma de estos factores fue leída por el mercado como una señal de que el crecimiento de China para 2016 sería aún más bajo al esperado, y un intento por potenciar el sector exportador.

Pero las autoridades chinas no se han quedado de brazos cruzados, tomando una serie de medidas que han facilitado un incipiente rebote accionario. Así, se suspendió el mecanismo automático que paralizaba la operativa bursátil, que en la práctica, más que contribuir a estabilizar las bolsas, acentuó el miedo de los agentes. Además, se introdujeron nuevas restricciones a las ventas por parte de los grandes accionistas, quienes por tres meses no podrán vender más de un 1% de los títulos, y además estarán obligados a comunicar con 15 días hábiles de anticipación su voluntad de venta.

A la hora de hacer los balances, del actuar de las autoridades chinas debemos reconocer su capacidad de reacción inmediata y de corrección a los pasos en falso dados con anterioridad. Sin embargo, debemos tomar nota que lo vivido nos habla de decisiones políticas que fueron tomadas con una óptica miope, atacando solo el problema puntual, sin considerar su impacto sobre otros agentes y mercados, lo que finalmente golpeó a la confianza y generó más dudas sobre el desempeño esperado.

Desde nuestra realidad local, no cabe duda que las distintas autoridades económicas están monitoreado en tiempo real los acontecimientos de Asia, pero no es claro que aún hayan sacado lecciones acerca de los efectos que determinadas acciones pueden tener sobre otros mercados, y cómo se atenúan o potencian junto a otras medidas. Aún nos falta afianzar una institucionalidad que evalúe constantemente cómo están respondiendo los mercados y cómo impactan las medidas que se toman desde una óptica integral, y no solo sectorial. Una mirada de corto plazo sin duda traerá más costos que beneficios, tanto macroeconómica como financieramente.

Sin duda, estamos atravesando por un período de bajo crecimiento, a la vez que la confianza de las personas y empresas es muy baja. Y si bien hay sectores como la construcción residencial que se han beneficiado de los cambios legales, como el fin del subsidio al IVA en la construcción, no cabe duda que será de corta duración, mientras los fundamentos del mercado no se consoliden. En tanto eso no ocurra es probable que veamos un aumento en la retractación de las promesas de compra-venta de viviendas, no solo por condiciones financieras más deterioradas, sino que también por decisiones de admisión de los bancos que se derivan de nuevas condiciones definidas por los reguladores locales. Y es en este punto donde hay que poner mayor atención, porque si bien el fin último es contar con un mercado financiero y bancario más seguro y robusto, el no considerar otros factores relevantes puede hacer más bruscas las correcciones en sectores económicos clave.

No perdamos la oportunidad de aprender del actuar de las autoridades chinas, ya que, salvo contadas excepciones, nuestra capacidad de reaccionar y enmendar el rumbo ante situaciones complejas o malas decisiones no es tan inmediata como en el gigante asiático.

Por Felipe Bravo, economista Banco Santander.

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