Publicidad
Venezuela se arrastra al Averno económico mientras los políticos discuten el camino a seguir

Venezuela se arrastra al Averno económico mientras los políticos discuten el camino a seguir


Cuando el gobernador Henri Falcón sale por la mañana a trotar por Barquisimeto, el centro del corazón agrícola de Venezuela, atraviesa un paisaje sombrío. Todavía no amaneció y cientos de compradores sudados están haciendo fila para comprar comida, los barrios están a oscuras por los continuos apagones y los hospitales están tan abarrotados que los enfermos comparten cama.

Falcón es una rara avis en un país profundamente polarizado: un abogado y exmilitar que rompió filas con el fallecido Hugo Chávez pero sigue en el poder como figura de la oposición. Por eso, tres meses después de una aplastante victoria opositora en el congreso que prometió grandes cambios en este país socialista, vale la pena oír la lectura de la situación de Falcón.

Mientras corre y saluda con la cabeza a sus electores, él señala las filas, los apagones, el abarrotamiento y los delitos. Menciona la depresión de los precios del petróleo y la victoria de la oposición. Y entre tranco y tranco, dice que no hay que esperar ningún cambio pronto; el sufrimiento empeorará porque el gobierno del presidente Nicolás Maduro no se va a quedar de brazos cruzados ante ningún desafío a su poder.

“Estamos a las puertas del abismo, una catástrofe en el país”, dijo. “Pero no enfrentamos a un adversario mocho. Sería iluso pensar así”.

Control

Con un firme control sobre la industria petrolera —la única fuente de caja del país— Maduro mantuvo elementos fundamentales de los programas de bienestar populistas y cuidó a los militares, por lo tanto es improbable que lo desplacen. A pesar de todas sus promesas de un día nuevo, los líderes de la oposición están enviando señales ambiguas respecto a la rapidez con la que actuarán e insisten en que el gobierno que llevó al país a este desastre se vea obligado a admitirlo.

Con miles de millones de dólares en vencimientos de deuda para este año, Maduro promulgó ajustes económicos esperados hacía mucho tiempo el mes pasado. Reajustó los controles cambiarios, subió más de sesenta veces el precio de la gasolina (llenar el tanque sigue costando centavos de dólar) y arrendó grandes franjas de los ricos depósitos de petróleo y minerales del país a inversores extranjeros. Sin embargo, tras años de mala gestión y una caída de más del 70 por ciento en el precio del petróleo, muchos siguen mostrándose escépticos respecto a que las últimas medidas de Maduro logren algo más que extender temporalmente la vida de su gobierno.

Así, a medida que se intensifica el sufrimiento en lugares como Barquisimeto, la respuesta política en Caracas se siente desconectada, como un debate educado en la cubierta del Titanic. Maduro apenas si admitió la derrota electoral en diciembre y cedió poco terreno a la oposición. Él hizo a un lado las decisiones del congreso por medio de los tribunales y prometió bloquear sus principales iniciativas, como otorgar escrituras a los que vivan en proyectos de vivienda pública y amnistías a decenas de políticos y activistas encarcelados.

‘No hay otro camino’

Con sus leyes obstaculizadas y su nueva mayoría en gran parte ignorada, la oposición está aglutinándose lentamente en torno a la idea de desplazar a Maduro por medios constitucionales antes del fin de su mandato, en 2019. Ahora se está proponiendo una serie de iniciativas. Algunas de las opciones son emendar la Constitución, reescribirla por completo y llamar a un referéndum. Pero muchos sospechan que este proceso no avanzará rápidamente.

El gobernador Falcón, quien participó en reuniones frustradas entre los líderes del gobierno, la oposición y las empresas, dice que todavía cree en el diálogo. “No hay otro camino; el otro es la confrontación, la anarquía”.

Los venezolanos comunes sienten que los políticos en guerra están encontrando pocos puntos en común. Parada detrás de una multitud de compradores que esperan para comprar comida, Beatriz Pérez, un ama de casa de 26 años en Barquisimeto, sacudió la cabeza en señal de incredulidad ante la sugerencia de un acuerdo, pero todavía no se rendía.

“La esperanza”, dijo ella, “es lo último que muere”.

Publicidad

Tendencias