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Más educación y prioridades regulatorias Opinión

Más educación y prioridades regulatorias

«Creo que como país aún estamos en pañales y que carecemos de conceptos fundamentales de administración del dinero. En 2012, como país suscribimos acuerdos internacionales en materia de educación financiera o financial literacy, pero que sin embargo se encuentran durmiendo el sueño de los justos, y que de haber sido implementados correctamente podrían haber evitado estos vergonzosos episodios».


Desde el punto de vista macro, marzo pareció comenzar con el pie derecho tras el anuncio del recorte fiscal por parte del Ministerio de Hacienda. Y aunque haya estado en las primeras planas por unas breves horas, no podemos obviar la positiva señal que constituye esta muestra concreta del compromiso de las autoridades por la disciplina fiscal. Es más, es un claro signo de que si se promete alcanzar un equilibrio estructural de aquí a 2022, esa promesa se cumple desde ya.

Pero las malas noticias vendrían a los pocos días y desde la vereda de las finanzas. El destape de la fraudulenta pirámide financiera volvió a mostrar titulares de prensa negativos. El llamado caso de AC Inversions nos recuerda que el compromiso y la disciplina son virtudes nacionales aún en formación. La amplia cobertura mediática que muestra los dramas de los afectados, la búsqueda de responsabilidades en instituciones que poco y nada pueden hacer para enfrentar a estas bandas, y la promesa de los legisladores de más y nuevas regulaciones confirma que somos campeones mundiales en llorar sobre la leche derramada.

Si bien hoy más que nunca nos hemos volcado a hablar de educación, claramente aún nos falta mucho por aprender. Agradezco a mis profesores de idiomas por brindarme un vocabulario básico, pero lo suficientemente completo para evitar engatusarme con nombres llamativos pero que dicen poco. Del mismo modo, recuerdo las charlas con esos mismos profesores, donde les daba simples pero útiles conceptos sobre ahorro y planificación financiera. Aprovecho de felicitarlos, pues ellos siempre buscaron su estabilidad material y financiera a través de inversiones concretas, sin caer en la pirotecnia de inescrupulosos. Sin embargo, creo que como país aún estamos en pañales y que carecemos de conceptos fundamentales de administración del dinero.

En 2012, como país suscribimos acuerdos internacionales en materia de educación financiera o financial literacy –lo escribo en inglés para captar la atención de más lectores–, pero que sin embargo se encuentran durmiendo el sueño de los justos, y que de haber sido implementados correctamente podrían haber evitado estos vergonzosos episodios.

Tampoco hemos sido capaces en avanzar hacia regulaciones más modernas, que más allá de prohibir determinadas actividades o negocios, fijen normas claras y marcos de supervisión que las fortalezcan. Es más, hemos escuchado voces con iniciativas que siguen enfocadas en lo pequeño, sin contemplar un enfoque general para las instituciones financieras, donde más que prohibir se fomente el crecimiento sano de las compañías, porque aunque parezca difícil de creer, sí contribuyen al bienestar de la sociedad.

Resulta difícil cuestionar la voluntad de ahorrar para asegurar más tranquilidad a futuro, pero esto debe hacerse sobre cimientos sólidos. Es por ello que clamo por una educación financiera gratuita y de calidad para todos, que enfrente el arbitraje regulatorio y así evitar el aprovechamiento de unos inescrupulosos sobre personas menos preparadas.

Lamentablemente, estas consignas no estarán presentes en las campañas electorales, aunque sí espero que este mal rato ponga al día la agenda de las autoridades a cargo de la estabilidad financiera.

Felipe Bravo
Economista Banco Santander

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