Hasta una semana antes de que se supiera que la presidenta de Brasil, Dilma Roussef, le ofrecería un ministerio al ex presidente Luiz Inácio Lula Da Silva con tal de otorgarle fuero político en medio de la investigación por corrupción de Petrobras, la bolsa de Sao Paulo vivía un rally que la tenía entre las de mejor rendimiento del mundo.
Pero dicho rendimiento no venía de la propia confianza de los inversionistas en Brasil, que vivían con bastante pesimismo el escenario de su país, sino que llegó desde los extranjeros, que compraron US$1.6 billones en acciones entre fines de febrero y el 11 de marzo (como se aprecia en el gráfico). Coincidentemente en esa semana detuvieron a Lula por unas horas con tal de interrogarlo.
Luego de que el pasado martes y miércoles el Bovespa cayera fuertemente tras conocerse que Lula asumiría el Ministerio de la Presidencia, uno de los cargos más importantes en dicho país, ayer jueves la noticia de un inminente juicio político a la presidenta Rousseff –tras revelarse conversaciones telefónicas– y la suspensión de Lula como ministro por parte de la justicia tras impugnar su investidura (duró en el cargo 40 minutos), disparó la bolsa de Brasil en un 6,60%.
Los inversores extranjeros que apostaron al Bovespa parece que ya habían anticipado la crisis política que podría terminar con el gobierno de Rousseff. Ahora deben estar disfrutando de una caipirinha.
