Opinión
«Ha quedado demostrado que el liderazgo en extremo individualista de hacer empresa ha dejado al empresariado al margen de la sociedad civil y deslegitimizado en su quehacer. Ya no se puede seguir pensando el desarrollo empresarial desde una ideología centrada en el ‘yo’, en el economicismo y en el simple costo-beneficio».
En las últimas décadas, la profesión de ingeniero se ha transformado en la más requerida para ocupar los cargos directivos de las empresas más importantes de Chile.
Así lo confirma un estudio desarrollado por la UDD junto con Proteus Management Consulting, que evaluó los directores de 83 empresas del IGPA y que concluyó que un 35,4% de los cargos son ocupados por ingenieros comerciales y un 25,9% por ingenieros civiles.
Reconozcámoslo. Nos hemos visto a nosotros mismos como la elite profesional del país, especialmente quienes hemos tenido la suerte de estudiar en universidades tradicionales y de prestigio. De hecho, el mismo estudio señala que dentro de los gobiernos corporativos de las empresas chilenas, el 41% estudió en la Universidad Católica y el 25% en la Universidad de Chile. Quizás por eso nos duele tanto el cuestionamiento que la sociedad hace al rol de las empresas en nuestros tiempos, porque lo sentimos propio. El escenario actual nos lleva a un desafío: mirar las cosas de una forma diferente.
En el centro de esta discusión está el tipo de liderazgos que los ingenieros hemos aprendido y ejercido. Muchos números y pocas letras, mucho foco en lograr metas y poco en cómo se logran. La actualidad nos obliga a renovar la forma en que entendemos nuestros liderazgos, partiendo por integrar en la formación a otras áreas del conocimiento –como las humanidades– y de esta forma dotar a los futuros ingenieros de una mirada más dinámica y compleja de los problemas que deben resolver.
Ha quedado demostrado que el liderazgo en extremo individualista de hacer empresa ha dejado al empresariado al margen de la sociedad civil y deslegitimizado en su quehacer. Ya no se puede seguir pensando el desarrollo empresarial desde una ideología centrada en el “yo”, en el economicismo y en el simple costo-beneficio.
Frente a una nueva subjetividad pública más solidaria, que pareciera mostrar sus primeros síntomas, lo que debe emerger son ingenieros abiertos a interactuar con un mundo diverso e hiperconectado a través de las empresas, abriendo posibilidades reales de desarrollo y bienestar para todos los ciudadanos. Esa nueva empresa, más diversa e integradora, es la que Chile espera y necesita.
Eugenio Correa
Ingeniero, Filósofo y Presidente del Directorio de AsfalChile
