La oferta de los canadienses se traduce en US$ 900 millones en efectivo por el 31% que controla. Fuentes cercanas a la operación afirman que hay factores tributarios que hacen que esa opción sea poco atractiva. Además, los Said estiman que tener ese monto en caja podría abrir el apetito de algunos miembros de la familia para que se distribuya en forma de dividendo extraordinario. Y ni José Said ni su hijo Salvador quieren tener que lidiar con ese tipo de presión. Prefieren que les paguen en acciones y ser socios, pero con mayor injerencia que hasta ahora. Aceptarían diluirse y quedarse con un 25%. Y ante la posibilidad de que Scotiabank no flexibilice su postura, mantendrían líneas abiertas con al menos dos bancos interesados.
La familia Said sigue sin estar completamente convencida de la oferta de Scotiabank por BBVA Chile y continúa evaluando opciones.
Salvador Said es el miembro de dicha familia que personalmente está liderando las conversaciones con el banco canadiense y negociando paralelamente las otras opciones que se barajan. Junto a él están los abogados de Claro y Cía., además de los banqueros de Bank of America Merrill Lynch. Goldman Sachs también estaría asesorándolo y juega un rol importante en la operación.
Como ya ha sido ampliamente reportado, el grupo Said, que controla alrededor del 30% de BBVA Chile, tiene en su poder una opción preferente. Esta le permite comprar –si igualan o mejoran la oferta de Scotiabank–, vender o conseguir otro socio con el cual comprar el 68% que BBVA España tiene en la entidad local.
Hay dos opciones que ya han sido descartadas por la familia que también controla a Embotelladora Andina y Parque Arauco: vender o igualar la oferta del banco canadiense y quedarse con casi el 100% de BBVA Chile.
Fuentes que conocen detalles de la oferta vinculante que estaría haciendo Scotiabank, afirman que esta ronda los US$ 2.700 millones.
Para comprar el 68% de BBVA Chile, la familia tendría que levantar US$ 1.800 millones, lo que significaría usar toda la caja del grupo, junto al levantamiento de fondos adicionales. Los Said generan suficiente liquidez para que ello no constituya un obstáculo, pero, dado que la banca no es parte de los negocios «core» del grupo, el esfuerzo no valdría la pena y no genera consenso ni interés al interior de la familia.
Vender en efectivo es igual o incluso menos atractivo para el grupo. Cercanos a la familia afirman que Scotiabank estaría ofreciendo US$ 900 millones por el tercio que controla de BBVA Chile y para los Said esta inyección de «cash» no les apetece.
Primero, recibir casi mil millones de dólares en efectivo tendría un alto costo tributario y es visto como algo innecesario, puesto que el grupo no tiene problemas de flujos ni de liquidez.
Después está el problema de qué hacer con el efectivo. «No hay muchas alternativas para invertirlos con retornos similares o superiores a lo que lograban siendo socios en BBVA Chile», señala una fuente cercana a la familia y que conoce lo que está evaluando. «E invertir la plata en depósitos a plazo a 2% no es opción tampoco», añade la misma fuente.
Y el tercer factor –que es asimismo el que más peso tiene en la decisión de los Said de no querer vender– es que tener US$ 900 millones en caja podría abrir el apetito de miembros de la familia que no participan ni en el manejo ni en los directorios del grupo, para que se distribuyan en forma de dividendo extraordinario. Y ni José Said ni su hijo Salvador quieren tener que lidiar con ese tipo de presión. Los que los conocen indican que han visto cómo tal tipo de situaciones ha quebrado la armonía en familias empresarias y no quieren pasar por ello.
Las mismas fuentes revelan que lo ideal para Said sería encontrar un socio que les pague en acciones y así quedar como socios, pero con derecho a más de un director y con cierto rol en la administración del banco. Poner capital para no diluirse y seguir controlando un tercio de la nueva entidad no es crucial, pero no querrían quedarse con menos del 25% y poniendo lo menos posible. Aunque, dependiendo de las ofertas, aceptarían controlar hasta un 20%. Menos de eso no es negociable, aseguran los que conocen las opciones barajadas por Said.
Quienes tienen conocimiento de aspectos del «due diligence» que ha hecho Scotiabank, afirman que una fusión entre las operaciones del banco canadiense en Chile con las de BBVA generaría utilidades de alrededor de US$ 400 millones, incluyendo más de US$ 100 millones en sinergias. Y es por eso que los Said quieren seguir participando, aunque de una manera más activa y con injerencia, en la administración de la nueva entidad bancaria.
Esas condiciones se las han transmitido a los canadienses y, si Scotia las acepta, los Said no tendrían problemas en sellar un acuerdo.
Pero hasta el viernes de la semana pasada el banco canadiense seguía insistiendo en el 100% y en pagar en efectivo. Y es por esto que Salvador Said continúa negociando opciones en caso de que no cambie de opinión. Scotiabank ha sido claro en que Chile es una parte importante de su estrategia en el Pacífico, que incluye ganar tamaño en naciones de rápido crecimiento, como México, Perú, Colombia y nuestro país.
Diversas fuente con conocimiento de las conversaciones confirman que los Said siguen conversando con Itaú CorpBanca, Security y el Bci.
Itaú sería el más complementario, pero en el mercado dudan que la Sbif o la Fiscalía Nacional Económica aprueben una operación de ese tamaño. Además, Itaú aún no termina de digerir la compra del banco de Saieh. Con el Bci hay afinidad familiar y se añade el hecho de que el banco fusionado lo dejaría en una mejor posición para competir con Itaú, Banco Chile y el Santander.
Las conversaciones con el Security han sido ágiles, aunque con menos intensidad que con los otros bancos.
Una tesis que genera ruido en el mercado es que Saieh forzaría a Itaú a que le compre el 28% que aún controla en el banco fusionado y con ese capital se asociaría con los Said para comprar BBVA. Es la opción «más original», de acuerdo a un cercano a la operación, pero con pocas posibilidades de convertirse en realidad.
Las próximas dos semanas son claves. Scotiabank debería decidir si acepta las condiciones de los Said y cambia la estructura de su oferta. También podría aumentar la oferta en efectivo para hacerla irresistible. Si esto no sucede, Salvador Said cuenta con la autorización de la familia para acelerar conversaciones con otros interesados, a fin de encontrar la fórmula que los deje satisfechos.
Quienes conocen detalles de las negociaciones estiman que ven como muy difícil que los canadienses dejen que se les escape la operación, por lo que terminarán flexibilizando su postura y aceptando a los Said como socios.