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Corbo, Hurtado y Larraín: los «ilustres» al centro del escándalo de las «Cascadas»


Una de las operaciones más cuestionadas por la Superintendencia de Valores y Seguros tiene al centro a tres de los nombres más ilustres del mercado: Canio Corbo, Nicolás Larraín y Tomás Hurtado.

Los tres son socios en CHL Capital (Corbo, Hurtado y Larraín), la administradora de fondos que formaron luego de su paso por Linzor Capital, el fondo de inversión fundado por Tim Purcell, Carlos Ingham y Alfredo Irigoin, y donde Corbo, Hurtado y Larraín administraban el fondo que participó en las cuestionadas operaciones de Pampa Calichera con las acciones de SQM . Su participación precipitó la salida de los tres de Linzor, ya que los socios controladores no habrían sabido de la operación y sólo la descubrieron por la prensa cuando estalló la primera arista del escándalo el año pasado.

Canio Corbo es hijo del presidente de Pizarreño y sobrino del ex presidente del Banco Central, Vittorio. Larraín es hijo del senador y presidente de RN, Carlos Larraín, y Hurtado es hijo de Nicolás, uno de los seis miembros del clan Hurtado Vicuña, de Consorcio y Entel.

Las operaciones en las que están involucrados son las que Pampa Calichera realizó con el título SQM-A, las que, de acuerdo al informe de la SVS, habrían tenido por objetivo la generación de utilidades contables. La SVS alega que las operaciones habrían sido estructuradas de manera que dichas acciones no abandonaran las Sociedades Cascada.

De acuerdo a la investigación de la SVS, Calichera vendió acciones de SQM-A a través de una filial Global Mining. Las compró, a $27.000, Linzor Total Return Fund. Un par de minutos después Linzor vendió el paquete de acciones a Oro Blanco. Ambas operaciones las intermedió Banchile y el personaje clave ahí fue Cristián Araya, gerente de inversiones. Global Mining "devolvió" los recursos generados por la venta a Pampa, la cual a su vez reenvió las platas a Oro Blanco a fin de que las usara para comprar las acciones al fondo Linzor. Todo en el mismo día. No sólo eso. En la misma jornada el directorio de Pampa aprobó dar un préstamo de US$300 millones a Oro Blanco para comprar acciones de SQM-A.

Tanto Araya como Corbo fueron citados a declarar por la SVS, para que explicaran sus respectivos roles en las operaciones. En su testimonio, Araya dijo no recordar como partió la operación, pero declaró que "el cliente Linzor quería hacer una pasada a un porcentaje bajo y vender las acciones rápido. Ahí le comentó al vendedor, a quien le molestó eso, y me llama de vuelta y me dice que quiere comprarlas de vuelta y se llegó a acuerdo en el precio, donde Linzor decidió vender esas acciones".

Corbo la recuerda en forma diferente. En sus declaraciones a la SVS dijo: "Banchile nos ofreció el bloque de las acciones SQM-A, y tener un porcentaje de esa compañía por la pugna de control de esa compañía, por lo cual la prima de control son interesantes (. ..) La hora de contacto para efectuar la operación fue no sé si fue el mismo día 29 de marzo o el día antes. No recuerdo, creo que fue el día en la tarde del día anterior o en la mañana del mismo día".

En cuanto a la operación de venta, Corbo señaló al regulador que "Banchile nos consiguió el comprador, no fue en el minuto pero fue durante el día y eso para el tipo de negocios que desarrolla el fondo era suficiente, para quedarnos con un diferencial. El Fondo no estructuró la forma de efectuar la operación, sea en bloque o dividir la misma, sino la propia corredora, estuvimos viendo en pantalla algunos palos durante su desarrollo". Agregó que desconocía si Banchile tenía ya un comprador.

Hombres de bajo perfil

Corbo, Larraín y Hurtado son de muy baja exposición pública, han trabajado siempre manejando fondos y carteras de inversión y tienen en común ser hijos de personajes muy conocidos. Lo que, por cierto, ayuda en los negocios.

Canio Corbo Atria, 47, el mayor del trío —lo separa casi una década de sus socios de CHL—, lleva el nombre de su padre, uno de los chilenos que ha alcanzado mejor posición en una multinacional, como gerente general de la belga Etex, la dueña de Pizarreño en Chile, y cuyo directorio preside. Su hijo optó por el mundo financiero y se ha especializado en la administración y creación de fondos. Su tío, como ya se mencionó, es Vittorio Corbo, ex presidente del Banco Central y director de Santander España.

Corbo fue socio casi desde los inicios de Compass Group, la empresa creada en 1995 por el chileno Manuel José Balbontín y el peruano Carlos Rodríguez Pastor (hoy el segundo empresario más rico de su país, con el grupo Banco Interbank) y que, a corto andar, sumó a Jaime de la Barra. Todos tenían un pasado común: el Banco Santander, aunque unos en Nueva York y otro en Chile. Corbo llegó a administrar US$800 millones en Compass, creó dos hedge funds, línea de negocios que Compass eliminó.

En 2008 este ingeniero comercial de la UC, con estudios en la Universidad de Solvay, Bruselas, y un MBA en el MIT, en Boston, optó por la independencia y se asoció con Linzor  Capital para crear un área asset management junto a dos ejecutivos de Compass: Nicolás Larraín Hurtado y Tomás Hurtado Cruzat.

Larraín y Hurtado son primos hermanos, estudiaron en el mismo colegio —Tabancura, donde también estaba Corbo—, en la misma universidad —Los Andes—, coincidieron con Corbo en Compass y con él emigraron a Linzor.

Larraín es hijo del senador y presidente de RN, Carlos Larraín. Hurtado es hijo de Nicolás, uno de los seis miembros del clan Hurtado Vicuña y que incluye también a Victoria, casada con Carlos Larraín, y a Juan, el mayor, el más conocido y el responsable de las inversiones que transformaron a la familia en billonaria. Entre el 47,7% de Consorcio, el 8,2% de Entel, el 25% de la minera Pucobre y el 15% de Almendral, el patrimonio de los Hurtado Vicuña supera largamente los mil millones de dólares.

En el pequeño mundo financiero se distingue a Tomás Hurtado por su segundo apellido, porque está Tomás Hurtado Rourke, gerente de inversiones de Consorcio, una de las empresas de la familia, y que no es pariente. Para enredar más las cosas, Juan y Nicolás Hurtado Vicuña se casaron con dos mujeres de apellido Cruzat, que no son hermanas, lo que llama a confusión, ya que los primos hermanos tienen idénticos apellidos. Y esas Cruzat no son parientes directas, como algunos creen, del empresario que atraviesa por graves dificultades financieras, Manuel Cruzat Infante.

En Chile los parentescos ayudan en los negocios. Ser hijo de empresarios  hace más fácil levantar capital o cerrar negocios con sus pares. Porque Nicolás Larraín es primo hermano de Fernando Larraín, uno de los socios de LarrainVial, que compra cuotas de fondos, y cuyo presidente y también socio, León Vial  —a través de dos sociedades de su propiedad, Saint Thomas (ST) y Agrícola e Inversiones La Viña—, formó parte de la estructura de sociedades que participaron en las operaciones con algunas de las “cascadas”, en su caso como “sociedades instrumentales”, según la Superintendencia de Valores.

Hurtado, quien tiene un MBA en el IESE, la escuela de negocios de la Universidad de Navarra, en España, trabajó desde 1999 a 2008 en Compass. Primero manejó carteras de inversión en Chile y, más tarde, fue broker de la compañía en Nueva York, donde tuvo a su cargo portafolios de clientes privados latinoamericanos. Mientras que su primo, quien cursó un postgrado en la Universidad de Los Andes, estuvo cuatro años en Compass a cargo de carteras de inversión y gerenció la estancia Cameron, 96 mil hectáreas con ovejas que su padre compró en Tierra del Fuego en 2008.

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