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Opinión: Los “otros” beneficios de la facturación electrónica


En los últimos días ha habido una amplia difusión en los medios de comunicación respecto de la aprobación en el Congreso del proyecto que establece la obligatoriedad de emitir facturas, liquidaciones, notas de débito y crédito en formato electrónico.

En dichos espacios se ha hablado bastante de una serie de beneficios que la medida tendrá para las pymes: ahorro en el uso del papel y almacenamiento, no se tendrá que ir a timbrar facturas ni emitir talonarios, agilización de procesos por menores trámites ante el SII. Todo esto me parece perfecto, pero son beneficios del pasado. Más aun considerando que la factura electrónica tiene una década de vida en Chile.

Más atractivo se torna el desplazamiento del pago del día 12 al 20 de cada mes para todos aquellos que tienen Factura Electrónica.

Pero hay otros efectos relacionados de los que he escuchado poco y nada, y que son de una trascendencia aun mayor para las empresas, sobre todo para las pymes… me refiero al IMPACTO FINANCIERO.

Algo que beneficiará a doña Juanita, la dueña del almacén de barrio; a don Carlos, el quiosquero; o a Rubén, que recién instaló su peluquería.

En efecto, las empresas que facturan electrónicamente se tornarán más atractivas para las entidades financieras. Las facturas electrónicas son 100% rastreables (ganándose en SEGURIDAD) y cuentan con mecanismos para comprobar su autenticidad y validez tributaria, comercial y financiera.

Segundo y asociado a lo anterior, lo más relevante: esto se traduce en que las entidades financieras expresan estas ventajas en más ágiles, rápidas y competitivas condiciones de financiamiento, sobre todo a través del FACTORING ELECTRÓNICO o anticipo de sus cuentas por cobrar, el cual es más barato que el factoring tradicional (0,5 a 0,6% mensual en la electrónica vs 2 a 3% el tradicional).

Esta es la mejor noticia para las pymes, y para las más de 70 mil empresas que están usando en Chile la factura electrónica (con vigencia en Chile por 10 años).

Al ser electrónica la factura que una pyme le hace a una gran empresa, implica que, de vuelta, puede recibir la confirmación electrónica de que esa factura se va a pagar. En efecto, hay ajustes e incentivos puestos por el SII y el Ministerio de Hacienda para que los grandes compradores confirmen electrónicamente esa factura a sus proveedores; con esto, en la práctica, llegarán automáticamente ofertas de factoring de empresas que ya están conectadas y pueden hacer la trazabilidad de estos documentos. Así es como bajan los costos del financiamiento y los riesgos para las entidades financieras.

Por otro lado, una pyme que debía esperar 60, 90 o más días para recibir el pago de su factura, hoy puede cobrar ese dinero al poco tiempo.

Y retomo el tema de la seguridad. La factura electrónica tiene 3 características: se envía al SII y éste la valida o rechaza. Así se valida que quien emite la factura es realmente quien dice ser. Y para ello se aplica una firma digital que es simple y barata de obtener.

Después viene la validación de cancelaciones de esa factura, a través de una nota de crédito verificable a través de plataformas existentes en el SII.

Tercero, cuando se pide un anticipo y se pone la factura como garantía, esa entidad financiera tiene cómo comprobar, fácilmente, que esa factura no fue cedida, es decir, que el crédito no fue anticipado por otra entidad financiera. Así baja mucho el riesgo del negocio.

Todo esto implica una gran motivación para entrar a la facturación electrónicamente para doña Juanita, para don Carlos o para Rubén, una motivación que antes siempre fue tibia. Y donde todo esto que hemos mencionado es bastante anterior en relevancia a la obligatoriedad, un concepto que genera lógicas suspicacias, pero que sólo es un dato de la causa, si consideramos el nuevo escenario financiero.

Hay que entender el detalle y abordarlo sin miedo. Es la invitación que hago a todas las pymes.

Mario Fernández
CEO de Signature South Consulting y CEO de Gosocket.

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