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Para el Banco Central no existe dilema monetario entre reevaluación e inflación


Las monedas latinoamericanas están siendo el blanco de los flujos de capital que buscan mercados más rentables y seguros. La región aún mantiene diferenciales de tasas importantes que hacen a las inversiones en moneda local aún más atractivas ante las potenciales ganancias de capital generadas por expectativas de mayor revaluación cambiaria. Así, tanto el peso chileno como el mexicano están entre las monedas más fuertes de la región.

Las entradas de capital han arreciado en las últimas semanas y a raíz del reciente aumento de la liquidez global generada por la nueva ronda de relajamiento monetario en Japón, aunado a la prolongación de las inyecciones de liquidez en estados Unidos e Inglaterra. Ante las bajas tasas de interés en Europa, Estados Unidos y Japón, los capitales encuentran en América Latina un mercado muy atractivo y con mayor potencial. Esto ha generado un exceso de dólares en economías como la chilena y mexicana en donde las monedas han acumulado niveles de apreciación significativa.

Los bancos centrales en la región se han puesto en alerta y las autoridades podrían intervenir en el mercado de cambios en el momento en que las paridades cambiarias pudieran convertirse en una amenaza no solo para las exportaciones sino incluso para la competitividad de la economía en general.

En México, el banco central ya utilizó un recorte de tasas de interés como una medida para detener la revaluación cambiaria, entre otros propósitos. En Brasil también se recortaron las tasas hasta mínimos históricos para intentar recuperar cierta competitividad cambiaria. En Chile, las alertas parecen estar activadas y no sería una sorpresa que las autoridades intervinieran para reducir la pérdida de competitividad del peso.

Dado que la tasa de interés se ha convertido en el instrumento monetario por excelencia de los bancos centrales latinoamericanos, los mercados especulan y recomiendan que la intervención cambiaria debería hacerse a través del recorte de tasas para desestimular las entradas de capital. Sin embargo, el manejo de tasas impone un dilema a la política monetaria entre revaluación e inflación.

Por un lado, el recorte de tasas para reducir la revaluación cambiaria podría generar condiciones de liquidez para una inflación al alza. Por otro lado, un alza de tasas para combatir la inflación podría generar un mayor atractivo para los flujos de capital.

Sin embargo, este dilema solo existe si se considera que la tasa de interés es el instrumento ideal para atacar estos dos problemas. Dicho dilema desaparece cuando se hace uso de un instrumento más poderoso, eficiente, transparente, menos distorsionante y más amigable para el mercado: la acumulación de reservas internacionales combinada con un proceso de esterilización monetaria. Es decir, por un lado, el banco central entra al mercado de cambios a comprar dólares de manera directa o a través de subastas, con lo cual reduce el exceso de dólares en la economía y amortigua la revaluación del peso. Por otro lado, para neutralizar los pesos que emite por cada dólar, el banco los esteriliza a través de la emisión de certificados de regulación monetaria (deuda), lo cual le permite controlar el exceso de liquidez monetaria en la economía.

A pesar de que este mecanismo implica un costo financiero por la mayor acumulación de reservas, derivado del diferencial de tasas internas y externas, la medida tiene la gran ventaja de que le permite a las autoridades controlar el exceso de dólares, reducir la revaluación cambiaria, retirar el exceso de pesos en circulación y, consecuentemente reducir las presiones de demanda sobre la inflación; todo esto, sin tener que tocar la tasa de interés.

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