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Los pecados capitales de HidroAysén


WWF, la organización mundial de conservación, publicó en 2013 un reporte titulado “Seven sins of dam building”, en el cual se enlistan los siete pecados capitales en la construcción de represas a nivel internacional. El estudio aborda nueve proyectos, entre ellos, algunos altamente controversiales, como Belo Monte (Brasil) y Xayaburi (Laos).

De este análisis, salieron a la luz siete aspectos que minan la sustentabilidad de este tipo de iniciativas: construir en el río equivocado, no tener en cuenta los impactos aguas abajo, no considerar la biodiversidad, basarse en una mala evaluación económica (costos/beneficios), no conseguir la licencia social para operar, no contemplar correctamente los riesgos e impactos y, finalmente, seguir la tentación de construir ciegamente.

Dando una mirada a lo ocurrido en estos últimos ocho años con HidroAysén, hay algunos de los puntos anteriores que se repiten en este caso chileno. Así, creemos que este proyecto hidroeléctrico, rechazado por unanimidad por el Consejo de Ministros, cayó en al menos tres de estos siete pecados capitales.

El primero, es que claramente no logró generar el consenso social necesario para llevar adelante una propuesta de esta envergadura o, como menciona este estudio, no logró obtener “la licencia social para operar”.

Adicionalmente, no consiguió tampoco convencer a las autoridades de que mitigaría correctamente los eventuales riesgos e impactos. Finalmente, no logró demostrar que no afectaría la biodiversidad en la Patagonia o, en otras palabras, no pudo demostrar que este proyecto no alteraría la imagen de pristinidad que tiene esta zona, muy importante para muchos actores, incluido WWF.

Todo esto, sumado a la falta de un Ordenamiento Territorial nacional, selló el destino de HidroAysén. Un Ordenamiento Territorial nacional pensado en cómo operan las cuencas es una tarea país aún pendiente, que debiera entregar una orientación técnica respecto a qué sitios no deben ser tocados para el desarrollo de proyectos, en virtud de sus valores de biodiversidad, turísticos o culturales, y cuáles sí podrían ser intervenidos. En este ámbito, WWF Chile se encuentra apoyando un estudio dirigido por el Ministerio de Energía tendiente a mapear y analizar las cuencas de Chile, como insumo para la planificación y desarrollo de estrategias de desarrollo energético.

Las represas, correctamente planificadas, construidas y operadas pueden contribuir a la seguridad alimentaria y energética, pero para llegar a este óptimo se requiere una institucionalidad ambiental robusta que tenga la capacidad de promover una discusión temprana que incluya a todos los actores interesados y le permita al país tomar una decisión informada de los costos y beneficios de cada proyecto en particular.

Ricardo Bosshard,
Director de WWF Chile

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