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El alma de la endometriosis Yo opino

El alma de la endometriosis

Cecilia Salinas
Por : Cecilia Salinas Profesora de matemáticas
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En marzo, en todo el mundo se habla de la Endometriosis. Antes de haber sido diagnosticada en agosto pasado, nunca puse atención a esta enfermedad, sin embargo, ahora que soy una resiliente, he escuchado y leído múltiples testimonios. Cuando les pasa a los otros, recibimos la información de manera indolente. Yo estoy curada, al menos por ahora, porque esta enfermedad resiste y reaparece en muchos casos, pero yo pretendo creer que, para mí, se acabó.
Esto me hace pensar en cuánto sé de la enfermedad; casi nada.
¿Qué la provocó? No se sabe. Así como muchas enfermedades que aquejan a la humanidad.
¿Qué hacer para prevenirla? Tampoco se sabe.
¿Qué tenemos en común las mujeres que la sufrimos? Creo que cada médico puede haber hecho sus conclusiones, sin embargo, no se ha estudiado.
¿Cómo nos cuidamos después de la cirugía? ¿Cómo lo abordamos desde el punto de vista de la nutrición? ¿Cómo influye la actividad física en el desarrollo de la enfermedad? ¿Qué tipo de hábitos la favorece? Así puedo seguir enumerando preguntas de las que no tengo certezas.
A través de los testimonios he sabido que la endometriosis es capaz de entristecer la vida de una mujer, no sólo por el dolor físico. El impacto de la enfermedad es feroz, afecta otros órganos del cuerpo, causa dolor pélvico, causa esterilidad, causa dolor en las relaciones sexuales, causa dolor en la digestión, causa dolor de espalda, dolor de glúteos, dolor al caminar, dolor al sentarte, dolor al despertar, dolor al menstruar. Dolor al no poder vivir plenamente.
¿Qué nos duele? El alma!!!
La importancia de un diagnóstico oportuno, de un tratamiento correcto, de médicos especializados, de procedimientos clínicos adecuados, de cirujanos expertos, de pabellones con equipamiento completo, de centros de tratamientos regionales son asuntos vitales que resolver.
No podemos dejar que las mujeres de nuestro país no estén en las manos correctas, no podemos dejar que ese importante porcentaje de mujeres, en edad fértil y en la plenitud de la vida carguen con este dolor.
En mi observación interior, en la observación de lo que he estudiado en el último tiempo he visto que una recuperación profunda no puede dejar fuera el alma, el SER de una mujer. Recuperar la alegría, el amor, la paz, la armonía requiere que le demos a estas mujeres el espacio y las herramientas para sanar desde el corazón. Cuando una mujer deja de sentir dolor, recupera la fuerza vital, recién puede dar espacio para recuperar la dicha.
Una sociedad en que la mujer está sana, libre, comprendida y respetada es una sociedad que puede vibrar amorosamente y puede sanar otras heridas sociales, una mujer sana es capaz de crear enormes cambios en su vida y su entorno. El poder del alma femenina, cuando está sana es capaz de generar cosas muy bonitas y como sociedad no nos podemos privar de eso.
Me atrevo a insinuar, que nos hace falta contar con Centros integrales para la mujer. Preventivos y paleativos, donde las mujeres pudiésemos contar con un espacio en donde tener acceso a diversas prácticas de salud con una mirada integrativa para recuperar la fortaleza, la alegría y las ganas de ser ese motor que nutre de amor la sociedad en que vivimos.
En el mes de la Endometriosis, al menos quienes luchan con fuerza por esto, un equipo de especialistas liderados por el Dr. Krause, se reunirán con el Ministro de Salud, y pondrán en sus manos la necesidad enorme de poner en marcha un programa de salud pública de endometriosis, en donde las mujeres de todo el país y distinto estrato social puedan tener la atención que necesitan. En sus manos estará la creación de Centros de Referencia regionales, que se estudie, que se comparta conocimiento y que se capacite, así como la cobertura de los sistemas de Seguro de Salud, Fonasa e Isapres.
Yo quiero poner en sus manos, pero también en las mías y en las manos de toda la sociedad el alma de todas estas mujeres.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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