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¿Dispara usted o disparo yo? Disparen a Jackson Opinión

¿Dispara usted o disparo yo? Disparen a Jackson

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Más allá del pensamiento obsesivo que ha mostrado la oposición para eliminar a Jackson, sin duda, el Presidente debería estar evaluando el costo enorme que tiene para su Gobierno mantener un foco de conflicto tan destructivo por la presencia de una persona. Jackson se convirtió en el pato de la boda hace un buen rato y, por tanto, aunque el Mandatario diera los argumentos que diera para justificar su presencia en el gabinete, “otros” y algunos de “ellos” ya lo lograron. Al igual que cuando los “ellos” consiguieron eliminar a Chadwick. Así funciona la política.


Los pensamientos obsesivos son dinámicas de pensamiento que provocan que la mente de una persona se aferre a una idea fija, repetitiva, involuntaria, incontrolable y recurrente. Habitualmente, estas ideas están asociadas a algún suceso, evento o situación que supone una preocupación que le genera a ese individuo sentimientos de temor o angustia. Aunque la definición corresponde a la descripción psicológica, parece representar muy bien lo que le pasa a la oposición con Giorgio Jackson. De hecho, desde antes de asumir como ministro, en marzo de 2022, comenzaron los dardos. Que no era capaz para el cargo, que no tenía talento político, que su participación como dirigente estudiantil lo desacreditaba para ser ministro y otros cientos de argumentos. Seamos –o sean– sinceros: lo detestan.

Lo cierto es que la derecha empezó a pedir la cabeza de Jackson desde el día uno, pero terminó por convertirse en una verdadera obsesión a partir del momento en que el Presidente lo “trasladó” a Desarrollo Social. Se habló de premio de consuelo y, por supuesto, le restaron méritos por su amistad y cercanía con Boric. Algo que para nadie es un misterio, la tríada Boric-Jackson-Vallejo venía trabajando junta por más de una década. Se conocían de memoria, se tenían confianza, requisitos suficientes para tomar roles protagónicos junto al Mandatario. No lo sabrán Andrés Chadwick o Jaime Mañalich, primo y empleado de Piñera en la Clínica Las Condes –antes de asumir de ministro–, respectivamente. Si alguien esperaba el llamado a un concurso público, en un régimen presidencialista y con un Gobierno que obtuvo el 55.8% de los votos, no tiene idea de cómo funciona la política. En todos los gobiernos de este país, quien ejerce de Presidente(a) ha instalado en los ministerios críticos a gente de su absoluta confianza. 

No alcanzó Jackson a cumplir tres meses en su nuevo cargo, cuando la oposición –encabezada por Johannes Kaiser, el exrepublicano que se sienta en esa bancada y actúa de vocero de su expartido– lideró una acusación constitucional, argumentado temas referidos a la participación de Jackson en el estallido social y su comportamiento político anterior. Para justificar el libelo, le reprocharon haberse “desentendido” –¿qué acusación es esa?– del Plan Buen Vivir. 

Pese a salvar la acusación constitucional, las críticas se mantuvieron férreas y sostenidas por parte de la oposición. Además de Republicanos, se sumaron al coro, de manera constante, distintos voceros de Chile Vamos. Incluso, cada cierto rato, y no obstante el bajo perfil de Jackson –premeditado, me imagino–, alguien destinaba unos minutos ante cualquier micrófono abierto para pedir su salida. Asimismo, desde enero y hasta que estalló el caso Fundaciones, los medios especulaban que el ministro estaba en la lista de los que “debían” dar un paso al costado. 

Hasta que llegó el momento perfecto, la oportunidad esperada. Y vino todo lo que ya sabemos. El escándalo indignante de los convenios. Un pequeño detonante en Antofagasta que desnudó una práctica que los que ayer estaban en la vereda de enfrente les criticaron duramente a los “otros”, los de los 30 años. Para colmo, el partido de Jackson –su fundador– se convertía en el foco de un caso que aún está empezando, pero que ya ha logrado equipararse al vergonzoso episodio de las platas truchas de Penta o SQM. 

Los pensamientos obsesivos son dinámicas de pensamiento… Y las oportunidades en política no se desperdician. Así como “ellos” tuvieron en la mira a Andrés Chadwick desde el día uno, los “otros” encontraron el momento preciso para ir por su presa preferida. Pese a que el escándalo vergonzoso de los convenios se concentraba en el Ministerio de Vivienda –de hecho, la oposición no ha pedido la salida de Montes–, Jackson comenzó a ser bombardeado desde todos los frentes. Y, claro, vino además el cinematográfico y rasca robo de los computadores. Saltaron “ellos” y los “otros” acusando al ministro de todo tipo de delitos –¿hasta cuándo los parlamentarios de este país pueden hacer eso impunemente?–, de dirigir una red de delincuentes, de autorrobo, etc. 

Primero vino la UDI con una carta inédita y brutal al Presidente. Luego se sumaron al coro diputados, senadores de “ellos” y los “otros”. Editoriales de los medios tradicionales, dueños de emisoras y columnistas comenzaron a ponerle fecha a la salida del ministro. Ya no importaba que se supiera que unos delincuentes comunes, sumado esto a un guardia de seguridad inepto e ingenuo, habían participado en el robo. Tampoco que las fundaciones investigadas hubieran recibido platas desde Vivienda y los Gores. La presa estaba lista, solo faltaba el disparo final. 

Y aunque los “otros” pensaban que la operación estaba lista y que al final podrían librarse de Jackson –como “ellos” lo habían hecho antes con Chadwick–, no se dieron cuenta de que cada vez que le disparaban a su presa, lo afirmaban. ¿Qué Presidente remueve a alguien cuando lo presionan? Entonces, tuvieron que traer artillería pasada. Sumaron a los empresarios –la CPC no puede estar peor posicionada este año, incluyendo su vergonzosa defensa ante la ley de delitos de cuello y corbata– e, incluso, se les ocurrió el episodio final de esta serie de Netflix: presentar un proyecto de ley para “exigir que el Presidente saque al ministro”. Los parlamentarios no solo ignoran la Constitución, ya que para eso solamente existe un mecanismo llamado acusación constitucional, sino que, además, demostraron que están dispuestos a dar muerte a la presa sin importar cómo. Y, claro, sentaron un precedente que después “ellos” usarán cuando vuelvan a ser oposición.

Más allá del pensamiento obsesivo que ha mostrado la oposición para eliminar a Jackson, sin duda, el Presidente debería estar evaluando el costo enorme que tiene para su Gobierno mantener un foco de conflicto tan destructivo por la presencia de una persona. Jackson se convirtió en el pato de la boda hace un buen rato y, por tanto, aunque el Mandatario diera los argumentos que diera para justificar su presencia en el gabinete, “otros” y algunos de “ellos” ya lo lograron. Al igual que cuando los “ellos” consiguieron eliminar a Chadwick. Así funciona la política.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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