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Humedales: los números más allá de las finanzas Opinión

Humedales: los números más allá de las finanzas

Ignacio Rodríguez J.
Por : Ignacio Rodríguez J. Director ejecutivo Centro de Humedales Río Cruces Universidad Austral de Chile
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Decir que la Ley de Humedales carece de criterios técnicos es un error técnico en sí mismo. Claramente son necesarios incentivos para mejorar y acelerar los procesos de delimitación y el proceso de declaración, y por sobre todo para asegurar la gestión correcta de estos ecosistemas. Es de esperar que Chile entienda la oportunidad que significa la conservación de humedales para mantener y mejorar tanto de lo que tanto nos hace falta, desde la pobreza a la educación, de la biodiversidad a la agricultura. No es necesariamente intuitivo, pero y sí, esto también incluye al sistema financiero.


Algunas personas han señalado en los últimos días en medios de comunicación que la Ley de Humedales Urbanos “carece de sustento técnico”, para intentar explicar qué está pasando con las declaratorias pendientes, aprobadas y rechazadas.

A nivel científico se ha establecido la pérdida de al menos el 87% de los humedales del planeta, el 30% de ellos a partir de 2009 (no es solo cosa del pasado muy lejano). Un cambio de esta envergadura ha motivado la creación de leyes para proteger y/o conservar a los humedales en el mundo.

En Chile, no tenemos referencias actualizadas sobre la pérdida de humedales, entre otras razones porque no existían inventarios de humedales (hoy favorablemente contamos con uno). Ejemplo: se estima que el humedal de Batuco (el más importante de la región más poblada de Chile) tenía originalmente más de 14.000 mil hectáreas. Hoy cuenta solo con 274 bajo protección oficial (menos del 1%). Números catastróficos podrían calcularse respecto de los bosques pantanosos en el sur, por nombrar algunos.

¿Por qué tanto ruido con los humedales? Porque nos entregan el 40% de los servicios ecosistémicos, y son los ecosistemas que literalmente reciben y administran (a costo “0” para la humanidad) el recurso natural más estratégico de cualquier país, sociedad o grupo humano: el agua.

Al parecer, no se ha entendido que ríos, lagos, turberas, incluso sectores costeros como albuferas, intermareales y playas son humedales; y que, sin estos, la vida, la empresa, el desarrollo e incluso la educación no son posibles. Son tan importantes que es prácticamente el único tipo de ecosistemas que cuenta con un tratado internacional específico (RAMSAR), firmado hace 52 años. Un dato financiero: los humedales proporcionan servicios ecosistémicos por un valor de 47,4 billones de dólares al año a nivel mundial.

Sabemos que la Ley 21.202 que protege los humedales urbanos carece de recursos tanto para delimitar como para gestionar su conservación y entendemos que, precisamente por ser una moción parlamentaria, no asegura presupuesto. Por otro lado, es importante recordar que los reglamentos de las leyes emanadas por el Parlamento son definidos y elaborados por el Ejecutivo. De ahí la afirmación de que “no hubo sustento técnico” para la creación de esta.

Como Centro de Humedales, tuvimos la oportunidad de liderar el establecimiento de los Criterios Mínimos de Sustentabilidad de los Humedales Urbanos, trabajo que incluyó un notable proceso de consulta a 427 incumbentes y expertos, sumados los 377 asistentes a 13 talleres, incluyendo al sector público, académico y sector privado.

Si bien los 14 criterios definidos por este insumo fueron modificados durante las discusiones en el Consejo de Ministros, consideramos que esta ley incluye conceptos técnicos ecológicos consensuados a nivel mundial. Quizás es precisamente este el meollo del asunto: nuestra tradición jurídica y económica no incluye conceptos básicos de la ecología, asunto absolutamente necesario en los tiempos presentes, y la rapidez con que se aprobó sentó un precedente nunca antes visto.

Los números son elocuentes. La brecha hídrica de Chile prácticamente se duplicará en los próximos 7 años (de 82,6 m3/s a 149 m3/s) si no se toman las medidas adecuadas en el inmediato plazo, con las consecuencias económicas y para el desarrollo que esto significa. Menos humedales significa menos cantidad de agua superficial y subterránea, menos calidad de agua, más inundaciones y pérdidas en infraestructura, menos oportunidades de avanzar en el desarrollo (sostenible o no) o en la adaptación al cambio climático.

Decir que la Ley de Humedales carece de criterios técnicos es un error técnico en sí mismo. Claramente son necesarios incentivos para mejorar y acelerar los procesos de delimitación y el proceso de declaración, y por sobre todo para asegurar la gestión correcta de estos ecosistemas. Es de esperar que Chile entienda la oportunidad que significa la conservación de humedales para mantener y mejorar tanto de lo que tanto nos hace falta, desde la pobreza a la educación, de la biodiversidad a la agricultura. No es necesariamente intuitivo, pero y sí, esto también incluye al sistema financiero.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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