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Test a la CASEN 2022:  ¿Bajó o no bajó la pobreza en Chile? PAÍS

Test a la CASEN 2022: ¿Bajó o no bajó la pobreza en Chile?

Se esperaba que la encuesta Nacional de Caracterización Social viniera con malos indicadores a causa de la pandemia, pero un descenso histórico en todas las pobrezas.Tras el análisis de los resultados, expertos concluyen que las noticias no son tan buenas.


“Uno de cada cuatro niños en Chile, según la última encuesta CASEN, vive en hogares donde los adultos no están ocupados o el empleo que tienen es informal y precario. Eso debería alarmarnos a todos, porque ahí existe un tremendo potencial de vulneración de derechos”, sostiene Rodrigo Herrera, economista e investigador del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Él, junto a la ex ministra de Planificación del primer gobierno de Michelle Bachelet, la psicóloga, antropóloga y académica Clarisa Hardy, y al ingeniero Juan Cristóbal Romero, director ejecutivo del Hogar de Cristo, analizaron los -en apariencia positivos- resultados de la CASEN 2022. 

De acuerdo a la reciente Encuesta Nacional de Caracterización Social (CASEN), la pobreza en Chile descendió a niveles históricos con un 6,7% en la medición de pobreza por ingresos; un 16,9% en la de pobreza multidimensional; y un 2% de pobreza extrema. 

Los alentadores porcentajes, sin embargo, no se condicen con lo que viven diariamente las familias de los quintiles más vulnerables de la población. 

¿Cómo se explica esta visible contradicción?

Los tres expertos parten definiendo lo que para cada uno de ellos quiere decir pobreza. 

Rodrigo Herrera, hablando de acuerdo a los parámetros del PNUD, la describe así: “La pobreza es una condición humana caracterizada por una privación continua de recursos y de oportunidades para poder desarrollar una vida digna, tener una calidad de vida aceptable. Eso para nosotros implica que la pobreza es mucho más que el ingreso, sino que es un fenómeno multidimensional y hay que entenderlo como tal”.

Clarisa Hardy la resume en una simple frase: “La pobreza para mí es vulneración de derechos e indefensión”. 

Y Juan Cristóbal Romero, sostiene: “Yo adscribo lo que el Hogar de Cristo ha ido elaborando en sus reflexiones y que coincide con lo dicho por Clarisa y Rodrigo. Pobreza es una vulneración permanente de los derechos humanos, y la más grave, ya que en esa condición todos son vulnerados: vivienda, trabajo, salud, alimentación, ingreso mínimo, seguridad social, trato digno… Todos, no queda ninguno fuera. Con esa mirada, el Hogar de Cristo enfrenta la pobreza y yo la entiendo y tengo incorporada así en lo personal”.  

Hecha esta precisión conceptual, el economista Rodrigo Herrera responde por qué el descenso de la pobreza no se entiende frente a otros análisis de la realidad socioeconómica chilena. 

De ejemplo, le planteamos el que hizo recientemente su colega, el economista David Bravo. El director del Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales Universidad Católica escribió sobre la alarmante tasa de desocupación nacional. Habló de “una emergencia laboral no declarada”. Sus palabras sacaron ronchas.

Acortar la brecha

–¿No hay una evidente contradicción entre esos datos y los índices de la CASEN 2022?

Dice Rodrigo Herrera: 

–Para responder esa pregunta, hay que entender por qué disminuyó la pobreza entre 2017 y 2022, que es lo que muestra la CASEN. En el  PNUD, hicimos una descomposición contable de los datos entre ambas mediciones y llegamos a que hay tres factores en el descenso de las tasas de pobreza. Por un lado, un aumento muy importante de las transferencias monetarias desde el Estado para paliar los efectos de la pandemia. El segundo tiene que ver con un aumento en la partida de ingresos de alquiler imputado, que, para efectos de la CASEN, se considera como parte de los ingresos para quienes son propietarios de vivienda. Y el tercero se vincula a la demografía: los hogares en Chile de manera sistemática han venido disminuyendo en el tiempo. Y esto también contribuye a explicar en parte la caída en los índices de pobreza entre el 2017 y el 2022.

Dicho eso, el economista reconoce que el trabajo no tuvo ninguna incidencia en el descenso de la pobreza que muestra la reciente CASEN. Es más: “Si sólo se hubiese considerado el ingreso laboral, la pobreza tendría incluso que haber aumentado. David Bravo está en lo correcto. Hoy el empleo  está en una condición compleja. Cayó fuertemente durante la pandemia, se destruyeron muchos puestos de trabajo, que afectaron principalmente al sector informal, a las mujeres, a personas de la tercera edad y a los jóvenes. Y, aunque esto se ha venido recuperando en el tiempo, aún hay una brecha muy importante de empleo respecto de la trayectoria que el país venía trayendo antes de la pandemia. David habla de que unos 450 mil puestos de trabajo los que no se han recuperado. Esa es la brecha y se ve difícil que parte de esos empleos se recuperen”. 

Con y sin ese dato

Clarisa Hardy precisa con claridad meridiana un elemento muy técnico que ha estado en el centro del cuestionamiento a las tasas de pobreza históricamente bajas que muestra la CASEN 2022 y que Rodrigo mencionó como el segundo factor que explica estos índices. 

Se trata de lo que ella llama “una antigua polémica que recorre la CASEN desde hace muchos años”. 

“Para calcular los ingresos de los hogares, para saber si están sobre o bajo la línea de pobreza, siempre ha habido una discusión sobre si se debe o no imputar el alquiler o arriendo a los ingresos de los hogares. Me explico: a los que son propietarios y no pagan arriendo, el equivalente de ese arriendo se les imputa como ingreso y, por lo tanto, hay una distorsión.  Esto porque ese hogar no tiene ese ingreso, aunque figure como si lo tuviera en los números. Uno no se come la casa cuando es propietario y durante la pandemia hubo hambre, incluso entre quienes tenían vivienda”, explica con elocuencia. 

–¿Qué hacer frente a esta distorsión?

–Al menos hay que discutir si tiene sentido seguir haciendo este análisis de ingresos imputando el arriendo como plata recibida. O, al menos pedirle a la CASEN, que entregue resultados con y sin imputación de arriendo, y ahí uno se podría aproximar de mejor manera a la realidad de los ingresos reales que las personas tienen en los bolsillos para enfrentar sus necesidades. 

Dicho esto, la ex ministra de Planificación precisa que le parece importante no “deslegitimar la CASEN, porque nos trae noticias que nos parece que no corresponden a la realidad. Con esto quiero decir que el problema no es la CASEN, que es un instrumentos muy valioso, sino cómo la utilizas, cómo interpretas y cómo usas los datos”.

Resultados inversos

Un antecedente que no se percibe en la reciente encuesta, amortiguado por los aportes monetarios del Estado, es el impacto de la inflación. Esa que golpea tan duramente a los hogares más pobres y vulnerables. 

–¿Cómo aprecias el golpe que ha tenido la inflación en la obra que tú diriges y en la vida de las personas a las que está dirigido el trabajo del Hogar de Cristo? –le preguntamos a Juan Cristóbal Romero.

–El Hogar de Cristo representa a gran escala, por supuesto, a una familia a la que todos sus ingresos se le van en gastos corrientes. Que no tiene capacidad de ahorro. Todo lo que el Hogar de Cristo genera en el año se va a compra de servicios y bienes que se transfieren en productos y servicios a las personas a las que atendemos. Un cambio en el IPC nos pega durísimo. El Hogar de Cristo cuenta con un presupuesto 50 mil millones de pesos anuales para atender a 44 mil personas en todos nuestros programas, desde jardines infantiles hasta programas de adultos mayores, pasando por personas en situación de calle, con consumo de drogas y o alcohol, con discapacidad mental, estudiantes excluidos del sistema escolar. Un punto de aumento del IPC son 500 millones de pesos más que requerimos. ¡Imagínense lo que fue el IPC del 2022 en que tuvimos un 13 por ciento de inflación! 

El ingeniero habla de un verdadero golpe en la línea de flotación del Hogar. “Y ese impacto refleja lo duro que fue para tantas familias que, por una parte, no vieron incrementados sus ingresos y, por otra, sus gastos se incrementaron a causa de la inflación. Eso generó una estrechez muy grande. Dificultades incluso para llegar a fin de mes. Nosotros percibimos esa realidad evidente”. 

De la misma manera que Clarisa, Juan Cristóbal no deslegitima el instrumento de medición de pobreza. “La verdadera buena noticia de la CASEN 2022 es que las políticas públicas fueron efectivas durante la pandemia. O sea, que gracias a los aportes monetarios del Estado, las familias pudieron enfrentar incluso el aumento del IPC. Los quintiles con mayor pobreza tuvieron un incremento en los subsidios respecto a los otros quintiles y eso le permitió finalmente mejorar los ingresos totales de la familia durante la crisis. La mala noticia es que los ingresos autónomos, los que las personas generan con su trabajo, decrecieron”. 

El director del Hogar de Cristo y su equipo fueron de los primeros en hacer notar una coincidencia inversa en dos porcentajes claves de la CASEN: en 2017 los ingresos autónomos del primer quintil de la población correspondían y un 63% y el 37% restante era fruto de subsidios. En 2022, eso se invirtió de manera exacta: el 63% fue producto de apoyos y subsidios y apenas en 37% de lo que las personas ganaron con su propio esfuerzo. 

–¿Cuál es la explicación para esto? 

Responde Rodrigo Herrera: 

–Que la economía no está generando puestos de trabajo, que la ocupación no se ha recuperado y existen brechas importantes respecto de la situación pre pandemia. Ahí el Estado tiene un desafío: crear empleo de calidad, desarrollando políticas de reinserción y reconversión del mercado laboral. No sirve el empleo informal y precario para combatir la pobreza. 

Los mejores están peor

Clarisa Hardy agrega dos temas al análisis. 

El primero es que, a su juicio, la reducción de la pobreza no se explica por el crecimiento. Ahí, la ex ministra es tajante y afirma: 

“Si la relación entre tasa de crecimiento y generación de empleo y tasa de pobreza fuera automática y unidireccional, no haría falta hacer la CASEN. El punto es otro: importa cómo se crece y qué papel juega el Estado. El Estado tiene un rol redistributivo. Es decir, en momentos duros de la economía y del empleo, disminuyen los ingresos de los hogares, desaparece la seguridad económica y focalizar y redistribuir se vuelve fundamental e imprescindible. En ese sentido, la buena noticia es que el Estado jugó bien su papel en pandemia”. 

Y el segundo aspecto son los datos de pobreza multidimensional, que incluyen distintas áreas del bienestar de las personas. 

En este sentido, es muy elocuente que sean las personas mayores de 60 años, las que según la última CASEN tengan uno de los porcentajes de pobreza multidimensional más alta, pese a que son los que hoy exhiben el porcentaje de pobreza por ingresos más bajo. ¿Cómo se entiende, Clarisa?  

–La CASEN tiene la ventaja de ser una radiografía que te muestra de manera mucho más integral los fenómenos sociales. No basta con mejorar la seguridad de los ingresos de las personas mayores. La Pensión Garantizada Universal (PGU) es probablemente la transferencia monetaria más importante que hoy día se paga en Chile y beneficia a los viejos, pero eso en ningún caso garantiza la integralidad de los derechos sociales de los adultos mayores. Partiendo por una buena atención de salud, por ejemplo. Lo que más requieres tú cuando eres un mayor y tienen mayor probabilidad de enfermar es acceso a la salud, a los remedios, a los tratamientos. Los viejos son reflejo de una trayectoria de vida y cuando esa trayectoria ha estado marcada por dificultades y carencias, las necesidades de la vejez se vuelven mucho más exigentes y complejas. Es un universo de necesidades que no se resuelve sólo con la PGU –sostiene la aludida y añade otro elemento. “A mí me parece muy importante esto la necesidad de instalar un sistema nacional de cuidados. Todos hablan de esta necesidad, poniendo el énfasis en las cuidadoras, pero no hay que olvidar a los cuidados. Ellos finalmente son los más importantes, los que viven con mayor profundidad la soledad. Como sociedad, tenemos que considerar lo que significa integralmente resolver las necesidades sociales a medida que, como dice una autora gringa, no se envejece, sino que se crece en edad”. 

A no quedarse en los titulares

Juan Cristóbal Romero concuerda que las noticias más preocupantes de la CASEN en términos de pobreza multidimensional son las que tienen que ver con las personas mayores; las que dan cuenta de la precariedad en que viven los niños, particularmente los que no han nacido en Chile o si han nacido acá son hijos de padres migrantes; y las del mundo femenino, donde el aserto de que una mujer pobre es más pobre que un hombre pobre sigue siendo una verdad indiscutible. 

“Tenemos noticias bien preocupantes respecto de exclusión educativa, desescolarización, rezago, inasistencia. Hoy en Chile hay 227, mil niños, niñas y jóvenes que están fuera en sistema escolar. Es una generación completa sin educación que va a afectar fuertemente el desarrollo del país. Ya mencioné a los niños hijos de extranjeros; la po–blación migrante está concentrada en los índices de pobreza multidimensional: sin acceso a vivienda, empleo, salud, educación. Y eso no está en mira de nadie y nos va a desafiar a futuro”, reflexiona el director del Hogar de Cristo.   

Eso, mientras el economista Rodrigo Herrera, insiste en que las contradicción entre la realidad que vive cotidianamente el Hogar de Cristo al trabajar con los más pobres y marginados y las en apariencia buenas cifras de la CASEN, están en la interpretaciones del instrumento. 

“Para mí la encuesta Casen 2022 no nos trajo tan buenas noticias. Si uno quiere mirar el vaso medio lleno, hay que reconocer que la red de protección social funcionó para paliar los efectos que tuvo la pandemia. Pero esa mirada nos complica, porque la disminución de la pobreza que salió de ahí, no vino acompañada de cambios estructurales, vinculados al mercado laboral. Por lo tanto, estas cifras no implican que hoy exista mayor seguridad económica en los hogares toda vez que los ingresos por subsidios son un apoyo de corto plazo. Si uno quiere proyectar la sostenibilidad de las cifras en el mediano y largo plazo, la creación de fuentes que ofrezcan empleo decente, juega un rol muy importante”.

En definitiva, los tres expertos valoran el instrumento –la CASEN–, pero insisten en que no basta quedarse con los titulares. Rodrigo Herrera lo resume así: “Falta complejizar el análisis. Un promedio no da cuenta de lo que sucede en las distintas zonas geográficas, en los diversos tramos de edad, en cada grupo poblacional”. 

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