Prometió hacerla con sus propias manos luego de haber sido expulsado de un monasterio por estar enfermo de tuberculosis. Se curó de la terrible enfermedad y atribuyó a Dios su salud, por eso decidió construir la catedral como "consagración de su vida al Creador".
La "Catedral de Justo" es su nombre y abarca cerca de una manzana de extensión. Está hecha en muchas partes de materiales reciclados y a veces con precarias condiciones de seguridad.
No es arquitecto ni sabe de ingeniería. Tiene 90 años y sabe que no va a ser capaz de terminar el proyecto en vida. Pero sigue todos los días, por la fe que lo mueve.
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