«Dijeron que estaba loco y no creían que iba a ser tan constante. Le estoy dando un revés a la gente». Estas son las palabras de Justo Gallego Martínez, el hombre que lleva 53 años construyendo su propia catedral hecha a mano.
Prometió hacerla con sus propias manos luego de haber sido expulsado de un monasterio por estar enfermo de tuberculosis. Se curó de la terrible enfermedad y atribuyó a Dios su salud, por eso decidió construir la catedral como «consagración de su vida al Creador».
La «Catedral de Justo» es su nombre y abarca cerca de una manzana de extensión. Está hecha en muchas partes de materiales reciclados y a veces con precarias condiciones de seguridad.
No es arquitecto ni sabe de ingeniería. Tiene 90 años y sabe que no va a ser capaz de terminar el proyecto en vida. Pero sigue todos los días, por la fe que lo mueve.
Video gentileza Great Big Story