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Aliados no logran dar con el diseño de Irak post Sadam Husein

Antes de que comenzaran los bombardeos sobre Bagdad, se anticipaba la situación que se está verificando hoy. Una vez colapsado el régimen de Sadam Husein, Irak derivaría, inevitablemente, hacía el caos.


La palabra inglesa "mess" es la que mejor describe el estado en que se encuentra, actualmente, Irak tras su liberación. Mess describe un estado de cosas desagradable. Es desorden, enredo, desarreglo. En definitiva, es lo que hemos adelantado, junto a otros medios, de las consecuencias que tendría la invasión: el caos generalizado en el país ocupado.



Antes que comenzaran los bombardeos sobre Bagdad, se anticipaba la situación que se está verificando hoy. En una saga en la que han predominado el ocultamiento y lo no explicado, solo había una certeza: una vez colapsado el régimen de Sadam Husein, Irak derivaría inevitablemente hacía el caos. Especialmente si el plan maestro de reconstrucción, discutido en diciembre de 2002, entre el General Jay Garner y la Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU, no se implementaba o se hacía con retraso.



"Ese plan existe, pero formaba parte de una resolución de la ONU en apoyo de la invasión. Como ese acuerdo no se dio, ahora reina la improvisación", nos recuerda una de nuestras fuentes. Dicho plan fue revelado, por primera vez, por The Guardian, a comienzo de febrero, y, en marzo, por The Times.



El corresponsal en Irak de The Guardian, Jonathan Steele, en su última edición da cuenta del desorden imperante, a pesar del anuncio de reinstalación de la ONU en el país. Según Steele, el general Garner está actuando arbitrariamente "imponiendo funcionarios del antiguo régimen en aquellas zonas que aborrecían a Sadam y administradores de la oposición en aquellas donde la población mayoritariamente era proclive al dictador". Lo que demuestra que sin un respaldo o mandato poderoso de la ONU, será difícil -sino imposible- crear poderes políticos locales cohesionados y coherentes.



Contactada por El Mostrador.cl, la Oficina del Secretario General de la ONU, Kofi Annan, nadie quiso hacerse cargo del tema, aplicando el silenzio stampa. "Es un tema político que lo maneja el Secretario General y su oficina", nos respondió un funcionario senior de la ONU que trabaja en la zona.



El muro de silencio solo se rompe en las conferencias de prensa que la ONU ofrece en Amman y que están disponibles en las páginas web de la ONU. En cuanto a los contactos entre Jay Garner y el organismo, no queda más que remitirse a lo que dijo el portavoz de Annan, F. Eckard, al ser consultado por las reuniones de diciembre. Según Eckard, "la ONU debía estar preparada para cualquier contingencia". Lamentablemente, en la actual ‘contingencia’, la ONU no puede participar en el diseño macro. La administración aliada se lo impide.



"La tozudez o arrogancia de la administración está llegando a límites insospechados. A diez días de la caída de Bagdad estaban a punto de invadir Siria. Era una cuestión de prolongar y expandir la operación y dar el zarpazo", agrega nuestra fuente.



¿Que pasó entonces?

Todo apunta a que Jack Straw, el secretario inglés de asuntos exteriores, el mismo que arresto y liberó a Pinochet sin más trámite, aconsejó a Tony Blair el envío de una potente señal a la comunidad internacional: el uso de la fuerza para mantener la seguridad por medio de un ataque preventivo, terminaba en Irak. Así de simple. El Reino Unido no acompañaría a Bush en el zarpazo a Siria.



Jay Garner culpa a la ONU de la situación



Como buen ex militar, Jay Garner se ha encargado de proveer energía, agua y provisiones básicas a las ciudades. En los tres rubros ha encontrado las dificultades de una destrucción masiva de las fuentes, provocada por las fuerzas de ocupación. La red de distribución de alimentos -que operaba con razonable regularidad y de la cual dependía cerca del 60 por ciento de la población iraquí-, aún no funciona. Lo que hace urgente que la ayuda alimentaria, que propone el programa mundial de alimentos, comience a llegar en esta fase. Si Jay Garner sabía que esas redes serían destruidas, ¿por qué no existe un plan de contingencia?, es la pregunta que muchos se están haciendo.



Por otra parte la situación económica es desastrosa a nivel de la economía familiar. Ahora, salen a la superficie todos los problemas que generó el bloqueo de 10 años y que EEUU y el Reino Unido impedían que el mundo conociera en todo su dramatismo.



"Son capaces de crear un holocausto con tal de lograr sus objetivos. Igual que los nazis. La dualidad estadounidense y británica es evidente", se queja un iraquí que rechaza con la misma fuerza la invasión y a Sadam Husein.



La devaluación del dinar alcanzó un 8000 por ciento en los últimos 20 años. Los salarios medios hicieron imposible la supervivencia, y "los mercados persas" -los mismos que quiere erradicar Lavín en Santiago- se multiplicaron con centenares de profesionales desempleados que se desprenden de artículos personales para sobrevivir.



"No hay gasolina suficiente, la gente empieza a desesperarse por la falta de una serie de artículos esenciales que permitan movilizar el país. Las sanciones de la ONU sobre Irak deben ser levantadas", clama el propio Jay Garner en el New York Times.



Ahora, occidente está viviendo en carne propia lo que fue gobernar Irak durante el periodo de 13 años de sanciones. "La situación es absurda, y al mismo tiempo devela el cinismo de la operación", dice un funcionario del gobierno iraquí recontratado.



Las agencias humanitarias no gubernamentales, como Save the Children Fund, Oxfam, SNV, entre otras, han reclamado que se debe incorporar a la ONU en esta etapa con un rol más ejecutivo en la administración, a lo que EEUU se opone tenazmente. Al mismo tiempo el Administrador impuesto por los EEUU, Jay Garner, reclama que la ONU debe levantar las sanciones. Contradicción que, al menos, reporta Iain Black, en The Guardian, desde Bruselas.



Sin embargo, los días Garner a cargo de la reconstrucción de Irak podrían estar contados por las conexiones que tiene con los consorcios de armamentos que financiaron la guerra. Pero la verdad es Garner ha cometido varios errores garrafales. Uno de ellos es la falta de "sensibilidad" que ha manifestado ante el rechazo que provoca la ocupación.



"Ya no es un problema de purgar las huestes del Partido Baas y de eliminar los focos de resistencia armada de los últimos fieles al régimen de Sadam. No percibe que la población está molesta porque perdieron la independencia. La única soberanía que existe es la estadounidense: la doctrina de seguridad de Bush", afirma un analista iraquí.



El estímulo del sobresueldos



La iniciativa norteamericana de administrar Irak, parcelándolo en tres zonas a cargo de Polonia, el Reino Unido, y los EEUU, con la incorporación de centenares de expertos exiliados y otros expatriados, no es percibida con buenos ojos en los remanentes de la administración iraquí.



Los funcionarios originales, se sienten pasados a llevar y sospechan que los nuevos expertos serán enganchados por las compañías que se beneficiarán con el petróleo y el negocio de la seguridad, recibiendo salarios muy superiores a los que tendrán funcionario de carrera que trabajaron los 13 años que duraron las sanciones. Este no es el mejor escenario para comenzar a hacer funcionar el país.



El salario promedio en los últimos meses del gobierno de Sadam, bajo los parámetros del Programa Alimentos por Petróleo, bordeaba los US 300 mensuales. Monto privilegiado frente a los 100 o 150 dólares que recibió un funcionario estatal normal y sideral enfrente a lo que ganaba un trabajador privado.



El poder adquisitivo en Irak creció al terminar la guerra con Irán, pero se derrumba con las sanciones, a partir de 1991, hasta en un 2.000 por ciento. Los únicos salarios privilegiados corresponde a los pagados en la industria del petróleo o en las empresas privadas dedicadas a la exportación o las comunicaciones, que empleaban a una porción insignificante de profesionales y operarios calificados.



En el ultimo año 2002, Irak comenzó una leve recuperación en algunos sectores, tendencia que se interrumpió con la invasión angloamericana para derrocar a Sadam Husein.



"Sadam estaba afirmándose gradualmente y el régimen se había ‘sacudido’ un poco el rótulo de tiranía. Husein también buscaba el fin de las sanciones de la ONU que, ahora, Jay Garner está implora", sostiene una fuente local que agrega con ironía: "¿No es esto absolutamente ridículo?".



Las distorsiones que introduce la desigualdad salarial que conlleva la ayuda externa no es el único problema en Irak. También comienza a constatar el cuestionamiento a la legitimidad de quienes dirigen y ejecutan.



El grueso de la administración gubernamental será el motor que hará funcionar el país, pero el ambiente no es de los mejores: la población siente que su país está ocupado y que se perdió la independencia.



Además no se conoce ningún plan global y los funcionarios reenganchados no saben cuál es el próximo paso. El buscar la estabilización del país compatibilizando un plan externo con un contingente repartido en vastas zonas a cargo de países interventores no tiene un buen pronóstico. Es como Berlín después de la Segunda Guerra Mundial o la situación de Shangai en las primeras décadas del siglo pasado cuando habían seis potencias administrando.



En definitiva. Nadie puede negar que la alianza anglo-norteamericana es experta en derrocar gobiernos y ocupar militarmente un país, pero su expertise en administrar la ocupación queda al "debe". No han sido capaces ni siquiera de poner en marcha funciones elementales para entregar orden y seguridad a la población.



Los niños primero



A pesar de las dificultades políticas entre la administración Bush y el Consejo de Seguridad de la ONU, agencias como la Unicef y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) ya comenzaron sus actividades de ayuda humanitaria.



Los primeros camiones aljibe con agua potable de la Unicef están operando en Irak. Asimismo, las primeras toneladas de alimentos del PMA están siendo distribuidas.



Es una buena señal aunque apenas un comienzo ya que la situación sanitaria en Irak alcanza niveles alarmantes. El riesgo de epidemias y de desnutrición aguda por la falta de alimentos y atención médica es muy alto. Situación que no puede esperar que se resuelvan las disputas de control político o que se ponga fin a la ineficacia que prevalece en la operación.



La Unicef hizo, recientemente, un llamado internacional para recaudar 160 millones de dólares que se requieren para la rehabilitación de los servicios básicos que aseguren una recuperación integral de la población infantil, el segmento más vulnerable, que incluyendo el apoyo sicológico para superar los traumas de guerra.



La administración de los países que dirigen la ocupación, según la Convención de Ginebra, debe contemplar una salida política y tiene la obligación de establecer una operación más eficiente, cosas que, hasta el momento, no han sido capaces de hacer.



Con todo, este paso decisivo que ambas administraciones deben dar para que la ayuda humanitaria llegue a sus destinatarios, no debe servir para blanquear aquellos aspectos de legitimación de una invasión que siguen pendientes. Nadie debe aceptable que los ministros de asuntos exteriores de EEUU y el Reino Unido sostengan que el tema de las armas de destrucción masiva constituyen, ahora, un tema secundario porque el objetivo principal -derrocar al régimen- se logró exitosamente.



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