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Mundial 2010: Debacle francés es ahora cuestión de Estado

El máximo goleador de la historia de la selección francesa, Thierry Henry, dejó la concentración de su equipo en Sudáfrica de manera prematura para volar a París y tener una reunión mañana con el presidente Nicolas Sarkozy.


El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, se implicó personalmente en los intentos por solucionar la sonada crisis de la selección de fútbol y convocó hoy una «reunión de trabajo» con los responsables gubernamentales del deporte, un día antes de recibir a Thierry Henry, a petición del jugador.

La hecatombe de los «bleus» en Sudáfrica (peleados, amotinados, eliminados y criticados) ha sido uno de los temas discutidos hoy en el Consejo de Ministros de Francia, a cuyo término el portavoz del Gobierno ha anunciado que Sarkozy recibirá a los máximos responsables políticos del deporte francés esta misma tarde.

El jefe del Estado galo se reunirá con el primer ministro, François Fillon, y con la titular y la secretaria de Estado para el Deporte, Roselyne Bachelot y Rama Yade, respectivamente, para tomar medidas y buscar soluciones.

«El Gobierno quiere darse tiempo para decidir», explicó a la prensa el portavoz del Gobierno, Luc Chatel, quien subrayó que el Ejecutivo galo «desea que las decisiones se tomen tranquilamente, con distancia».

Además, el Elíseo confirmó que Sarkozy recibirá mañana, jueves, a Henry, uno de los capitanes de la selección, campeón del mundo en 1998 y máximo goleador de la historia de la selección francesa, a petición del veterano jugador insignia del combinado nacional.

«Thierry Henry llamó al presidente desde Sudáfrica para decirle que le gustaría verle a su regreso», dijo el Elíseo en un comunicado difundido un día después de que los «bleus», subcampeones del mundo, fueran eliminados del Mundial con un empate frente a Uruguay (0-0) y dos derrotas ante México (0-2) y Sudáfrica (1-2).

Más allá de los resultados deportivos, la selección ha protagonizado un escándalo mundialista que comenzó con la expulsión de Nicolas Anelka de la selección (por insultar al técnico, Raymond Domenech), prosiguió con un motín de los jugadores (que se negaron a entrenar por la exclusión de su compañero) y terminó con un aluvión de críticas de público, clase política, medios de comunicación y patrocinadores.

La ministra del Deporte ya anunció que los responsables del «desastre» tendrían que «rendir cuentas» por lo acaecido y agregó que «la selección nacional es un campo en ruinas, física, técnica y moralmente».

«Ahora hay que reconstruirlo todo. Es necesario que los autores del desastre, jugadores y responsables de la Federación, tomen responsabilidades», agregó la ministra.

Tal y como se había anunciado antes del Mundial, Domenech dejará el cargo de seleccionador y será sustituido por Laurent Blanc.

Las miradas se centran ahora en el presidente de la Federación Francesa de Fútbol, Jean-Pierre Escalettes, quien ha anunciado que no tiene intención dimitir.

«Tengo sentimientos de consternación, de vergüenza (…) pero también de no tener derecho a abandonar un barco a la deriva. No hay que sumar un drama a otro drama. Si debo dejar el barco, lo haré únicamente cuando lo estime necesario o cuando se me diga», declaró Escalettes tras la eliminación francesa del Mundial de Sudáfrica.

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