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Sobre plebiscitos, consultas y encuestas


No puedo ser sino contingente, y abrir mi corazón lleno de ciudadanas dudas. ¿Consulta ciudadana sobre la restricción para autos catalíticos?; ¿sobre la descontaminación en Santiago? ¿Plebiscito sobre la pena de muerte? ¿Sobre el divorcio? ¿Todo esto a agregar a nuestra agenda privada?

No es que seamos ciudadanos desinteresados, autorreferentes y que consumamos nuestra necesidad de polis en el mall, o en el chat del cyberespacio. Ah, no, no. Mi ciudadana rutina, y supongo que la suya más o menos también, se compone matinalmente de dos cafés y el diario, y luego vemos; semanalmente, de al menos una breve conversación contingente con un amigo fiel para saber que una no anda tan perdida; de vez en cuando, de un intercambio breve con algún funcionario del gobierno o un periodista para saber aquello que se teje en los intersticios del poder. Suerte de uno que ocupa internet para breves revisiones de diarios, que aún tiene amigos fieles y que la «clase gobernante» (como dice nuestro antiguo Gaetano Mosca, mi querido editor) cambia bien poco! Pero aún así, tanta demanda por participación no deja de ser abrumante…

Pena de muerte: ¿a favor o en contra? ¿A qué apelaremos los ciudadanos de a pie para decidir? ¿Al caso de niños violados y asesinados que repulsa cualquier consciencia? ¿Es peor un serial killer de esos que van de libres por la vida con metralleta en mano, que uno que parte a la esposa en pedacitos, algo así como un homenaje a la ley romana? ¿Es peor ser un violador de niños compatriota que de uno extranjero, como pareció sugerir un alto representante de la iglesia católica hace unos días? ¿Nos reconoceremos en la (reciente) historia cristiana de respeto por la vida? ¿O sucumbiremos a las imágenes de cabezas reales rodando por la plaza pública? ¿No era que el Estado tenía el poder legítimo de la fuerza, según Weber? Cierto es también que delegar la facultad del indulto al pobre presidente, es un exceso de delegación, un exceso de presidencialismo y agregar un injusto insomnio al primer ciudadano…

Pero la consulta sobre el plan de descontaminación es un menos en nuestra precaria democracia. Claro, como la discusión del presupuesto nacional es un agitado e intrincado asunto de dimes y diretes entre gobierno y parlamento, gobierno y oposición, lobbying mediante y unos ministros de Hacienda que nos aplastan con sus equilibrios macroeconómicos y sus puños apretados, ni siquiera nos enteramos que al Plan de Descontaminación de Santiago -algo crítico para nos, santiaguinos- Ä„le faltaba dinero! Luego nos explican que sólo es una consulta, es decir, nada vinculante, más o menos, y quizás menos, que una encuesta. Ä„Al menos en una encuesta se sabe qué proporción de la población representa y cuánto es el margen de error!

Si con la pena de muerte, usted y yo, ciudadanos, podemos formarnos nuestra opinión sobre la base de lo que creemos, sobre la historia de la humanidad que conocemos, sobre la base del «caso» que nos contaron en la tele, y sobre la base de lo que sensatamente estamos dispuestos a aceptar, el tema del medio ambiente y la descontaminación es un poco distinto. Primero, porque supongo que ni usted ni yo tenemos intención de violar a nadie ni cortar a nuestro cónyugue en pedacitos (aunque se lo merezca), es decir, cuando hablamos de pena de muerte estamos hablando de principios generales de convivencia o de cómo evitamos que la vida cotidiana se transforme en un infierno.

Pero cuando hablamos de medio ambiente y descontaminación estamos hablando de cómo el infierno de todos los días se transforma en vida cotidiana, que es muy distinto, ¿no es verdad? Y esto atañe a nuestras conductas diarias como consumidores, como productores, como gente. Sí, usted puede dejar su auto catalítico en casa un par de días al año, Ä„eso es trivial! Pero,¿qué ocurre con el paso de camiones por la ciudad? ¿Qué discusión hemos tenido sobre la equidad en materia medioambiental? ¿Y cuál sobre la competitividad del país de frente a los macro-acuerdos económicos? ¿Y alguien le ha preguntado a usted sobre mejoras en el transporte público? ¿O, con quien ha conversado usted sobre la fórmula «contamina paga», desde el Informe Bruntland a esta parte? Ah, pero no, el consumidor tiene la responsabilidad, nuestra falta de conciencia ambiental y van a venir con sus basureritos y sus plantaciones de árboles con mucha tele? Ah, no, por favor!!!

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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