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Irak: la trampa vietnamita


Las tropas de ocupación en Irak, lidereadas por los Estados Unidos han logrado lo que el ex dictador Sadam Hussein no pudo ; la unificación de fuerzas chiitas y sunitas. Es una nueva versión del nacionalismo irakí la que está germinando en un clima de guerra sin cuartel, ya que «luchar hasta expulsar al invasor» es la consigna coreada por los combatientes en las ciudades insurgentes de Sadr, Adamiya, Kufa, Falija y Shula. Además, se ha constituído una espontánea pero sólida red surgida de la sociedad civil para entregar apoyo moral y material a los insurgentes.



Lo que nos permite decir que el repliegue de las tropas de ocupación y el cese de la ofensiva de los invasores será considerada como la primera victoria del piueblo irakí en muchos años y un triunfo moral de todo el mundo musulmán. Situación que le complicartá aún más el tablero a los estrategas de Washington.



Por el lado de las fuerzas occidentales, el Comandante en Jefe de las tropas de ocupación en Irak, el Teniente general del Ejército de los EE.UU Ricardo Sánchez, afirmaba el viernes 9 de abril en el New York Times : «estamos haciendo todo lo posible para que el nivel de coordinación entre sunitas y chiitas permanezca a un nivel táctico».



Hoy es evidente que el gran temor de Washington se hizo realidad ; la fractura entre las dos comunidades religiosas se está soldando (reparando ??) en el pueblo irakí ante la brutalidad y la falta de perspicacia política y cultural de las tropas estadounidenses y de sus mandos. En el contexto actual, destruir una mezquita en Irak es una provocación dirigida a todo el mundo musulmán. Lo que demuestra bien que la lógica militaro-imperial de los Estados Unidos al no saber dosificar el uso de las fuerza bruta no puede entregar seguridad a la población ni construir alianzas políticas. Un fracaso completo de la estrategia de Bush y su equipo.



Recordemos que según la teoría de los halcones del Pentágono y de la Casa Blanca el derrocamiento de Sadam Hussein y la ocupación militar de Irak producirían una ola de libertad que se propagaría por todo el Medio Oriente, pero lo que hoy se propaga es una ola de caos que llegó a Europa. Irak se ha convertido en lo que fue Afganistán en los ochenta: un estandarte de lucha y un caldo de cultivo del terrorismo islamista que suministró cuadros combatientes al Yihad internacional.



La semana pasada el Senador Edward Kennedy, puntero izquierdo del equipo del candidato demócrata John F. Kerry a la presidencia de los Estados Unidos, lanzaba como una maldición la frase : «esta guerra en Irak es como la de Vietnam». Lo que ha sido corroborado por militares norteamericanos en el teatro de operaciones y difundido en las grandes redes televisivas mundiales. Esto significa que no se trata de ninguna manera de un conflicto entre civilizaciones como lo pretenden los teóricos de las Thinks Tanks neoconservadoras sino de una guerra injusta, como la que en su época el senador John F. Kerry calificó a la que su país libraba en Vietnam. Digamos de paso que el presidenciable demócrata acaba de atacar frontalmente la política exterior de Bush calificándola como : «la mas arrogante, inepta, temeraria e ideológica de la historia moderna de este país» .



Es esencial entender que la actual ofensiva de los grupos combatientes chiitas, sunitas y baasistas tiene como objetivo principal impedir la aplicación del proyecto de régimen político neocolonialista fraguado entre gallos y medianoche por Paul Bremer y algunas elites irakíes.



En efecto, la Constitución Provisoria, que entrará en vigor a fines de junio en Irak, al conferir el derecho a veto a cada comunidad irakí (la etnia kurda, y las confesiones islámicas chiita y sunita), permite paralizar fácilmente el funcionamiento del frágil sistema político que ella regula. Esto generará una situación de inestabilidad permanente. Al institucionalizar el «comunitarismo», esta constitución busca perpetuar los conflictos y permite suponer que aumentará las tensiones. Es lo que precisamente le interesa a Washington : aparentar retirarse, pero continuar manejando el juego que consistirá en apoyar a unos contra otros. Lo cual indica que el régimen impuesto sólo será viable bajo la tutela del Imperio.



Es posible –lo deseamos ardientemente– que en el calor de la acción, en las vivencias compartidas bajo bombas y metralla, en la práctica de la solidaridad por encima de divisiones religiosas, los irakíes forjen alianzas que les permita dar los primeros pasos para construir un país libre de dictadores, de fundamentalismos religiosos y de imperios (los tres impiden el ejercicio de los derechos democráticos). Algo así como una democracia nueva inventada por ellos mismos que sea un faro que aclare perspectivas hacia el resto del mundo musulmán y que contribuya a erradicar el terrorismo islamista que mata a inocentes ciudadanos de los irresponsables Estados colonialistas occidentales. Es la única manera de impedir que se realicen los designios del Imperio que gobierna produciendo más caos. La historia puede hacerse y dársele sentido en el presente para arreglar cuentas con el pasado, afirmaba el filósofo judío-alemán Walter Benjamin.



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1° Kerry Assails Bush’s Foreign Policy, by Lois Romano, The Washington Post, 9 de abril de 2004.





*Leopoldo Lavín es profesor del departemento de Filosofía
del College de Limoilou, en Quebec, Canadá.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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