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Alumnos porros


El gobierno ha dado examen últimamente en tres importantes materias para la vida cotidiana de la ciudadanía. Y en los tres ha salido mal.



Primero fue en salud, donde quedó al descubierto la paupérrima condición de los servicios de urgencia de los hospitales y las largas horas que deben esperar los enfermos que concurren a ellos antes de ser atendidos, pese a que quienes llegan hasta estos servicios lo hacen normalmente en situación de emergencia grave para su salud.



Luego, el puntaje del Simce aplicado el año pasado, cuyos resultados se conocieron recientemente y demostraron que las políticas de educación también han fracasado, ya que tales resultados no indican mejoramiento alguno en la calidad de la educación, sobre todo en las escuelas que acogen a los niños de sectores más pobres.



Por último, el Ministerio del Interior dio a conocer las cifras de delincuencia correspondientes al cuarto trimestre del año pasado y, por lo tanto, la totalidad del 2003. Sin lugar a dudas, el año pasado batió todos los récords, con el aumento de los delitos de mayor connotación social en 20 por ciento, si se compara con el 2002. Asimismo, los robos con violencia, aumentaron en más de 40 por ciento. Especial preocupación reviste este último delito, por la forma en que se desarrolla y las consecuencias para las víctimas.



Si se analizan uno a uno los delitos, comparando el 2003 con el 2002, se puede señalar que aumentan el hurto (29%), robo con violencia(41%), lesiones (17%), y robo con fuerza (14%). Ä„Y eso que las cifras entregadas por el Gobierno sólo consideran las denuncias que se realizan, pero en ningún caso reflejan la magnitud real del problema, pues no todos los delitos se denuncian!

Las malas cifras revelan que el combate a la delincuencia tiene que sufrir un cambio radical y en 180°. En este sentido, el 2003 será recordado como un año lleno de medidas y anuncios que no se materializaron y que minaron de alguna manera la confianza de la opinión pública en las autoridades, puesto que eran soluciones que, o se anunciaban y al poco tiempo eran retiradas, o bien, no apuntaban realmente a resolver el fenómeno de la delincuencia. Ejemplo de ello fue la creación de un Ministerio de Seguridad Ciudadana; la creación de un Comité Interministerial de Coordinación; el envío de una agenda corta de seguridad ciudadana que todavía no ve la luz; y la realización de una Encuesta de Victimización Nacional, cuyos resultados estarían listos en marzo del 2004, todos anuncios del gobierno que no han fructificado.



Los desafíos que se plantean en el combate a la delincuencia, en el corto plazo, siguen siendo muchos. De todas maneras, estimamos que este tema del incremento de la delincuencia, así como las carencias en salud y educación, deben ser tratados con visión de Estado y no mediante ópticas políticas partidistas.



No queremos que le vaya mal al gobierno en estos temas, porque inciden directamente en la calidad de vida de los chilenos, pero la ineficiencia de la Concertación a la hora de resolver estos problemas refuerzan la idea de una alternancia en el poder para dar la oportunidad a la Alianza por Chile en la solución real de los temas de salud, educación, seguridad ciudadana y tantos otros en los que el régimen de la Concertación, al igual que los alumnos «porros», sale mal, examen tras examen.





*Sergio Romero es senador de la República.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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