Publicidad

Chile: problemas en la vecindad


Cuando uno trata de leer las medidas que han ido surgiendo en la política exterior chilena, se encuentra con una mesa en desorden, con una sumatoria de hechos que se resumen en el enturbiamiento de las relaciones con la vecindad.



Bolivia, presionando en toda instancia por su reclamo de salida al mar, con lo cual el periodista Presidente Meza ha ido sorteando la presión interna, sumando en su esfuerzo, aliados en toda la barriada, partiendo por el Presidente Chávez, que aún espera bañarse en playa boliviana.



Argentina, por su parte, ha dejado de abastecer de gas a Chile, rompiendo un acuerdo, reduciendo las cuotas, sin asegurar ninguna solución. Y lo que es peor, Argentina ha comprado gas a Bolivia, aceptando en el trato la condición de no vender ni una molécula de gas a nuestro país. Cuando Argentina suscribe una cláusula de bloqueo a Chile se está sumando, más allá de un hecho comercial, a una tesitura de Bolivia explícita en dicho Acuerdo, que limita el libre comercio y perjudica a un socio comercial con el Argentina mantiene convenios de cooperación vigentes.



El tema adquiere ribetes de agresión comercial y Chile analiza llevar el tema a la OMC. Porque la acción de Bolivia y Argentina configura en el contexto de la reglas de la OMC una agresión económica, una barrera comercial que por principio Chile debe denunciar. Hay precedentes internacionales al respecto, como cuando EEUU quiso bloquear a Cuba amenazando con sanciones al que mantuviera comercio con la isla, Europa llevó el tema a la OMC y la famosa Ley Helms Burton murió antes de que pudiera aplicarse. Por lo tanto, un camino para despejar esta situación es que el tema pase a la instancia de Solución de Diferencias de la Organización Mundial de Comercio.



Pero, por ahora, la Ministra Soledad Alvear parece haber jugado una carta empresarial, consistente en lograr que los empresarios chilenos vayan a invertir en Argentina para ayudar en co-inversión a sacar más gas, para que así Argentina tuviera para cubrir el déficit interno y Chile aseguraría el suministro a Chile. Pienso que se ha pecado de ingenuidad en dicha negociación, pues ya el tema se ha complicado y está colocado en un contexto de controversia diplomática y amerita sanciones. Esto obviamente obliga a cuestionar la aperturista política del gobierno chileno. Una negociación empresarial sería viable en un clima político normal, pero, lamentablemente, esto resulta poco práctico cuando las turbulencias, las presiones y variables ajenas al problema, enturbian la relación.



La Ministra Alvear, que también por esas casualidades de la vida, es la pre-candidata presidencial aún no proclamada de la Democracia Cristiana, se enfrenta a la ácida crítica de los opositores, lo cual hará olvidar sus éxitos en los TLC con el primer mundo. Es el resultado de una política exterior hacia América latina, que no ha tenido la dedicación como para captar su complejidad. Brasil, la locomotora regional, es el ganador en medio de esta serie de equívocos en el barrio y se extraña un mayor acercamiento, como habría sido previsible, entre los presidentes Lagos y Lula, que habría dejado espacios para abordar en forma más relajada la convivencia en este pintoresco barrio del sur.



Desde el punto de vista chileno, descuido, quizás, por no prevenir estos escenarios, por haber dispuesto las mayores energías en la conclusión de los Tratados con Estados Unidos y Corea del Sur. Pero también para el gobierno de la Concertación, una situación que tendrá su costo político. Un gobierno que surge de una coalición de centro izquierda, ¿cómo explica a la población que el país, con todo el respaldo de reservas y sólida posición presupuestaria por la que atraviesa, no haya invertido como Estado para poner en marcha otras fuentes de energía, como la geotermia del norte o el gas de Magallanes?



Cuando se está en medio de esta crisis, se puede apreciar la debilidad de un modelo entregado ciento por ciento a las decisiones de mercado, pues con ello se abandonan criterios estratégicos de seguridad nacional. Esa fragilidad es lo que salta en este recuento. Cuando se visualiza nuestro litoral uno se pregunta razonablemente, porqué no usar la energía de las mareas o se explotan los yacimientos de gas submarino del litoral, si las tecnologías existen y están disponibles. Acaso en una situación de conflicto ¿tendríamos que depender de los concesionarios o de que les resulte un negocio lucrativo para poder contar con autonomía energética?



El resultado inmediato de todo este tema se medirá por puntos de encuesta. La opinión pública está preparándose para un invierno frío, con alzas que caerán sobre ella como un pesado fardo y llegarán justo en período pre-electoral.



Así, los acontecimientos se precipitan y cada actor se las juega en función de su propia agenda, con sus propios componentes nacionales. El resultado en la región ha sido una serie de acciones poco amistosas, que han enturbiado la cooperación. Una dedicación innovadora para acrecentar la relación con este mercado que representa más del 20% de nuestras exportaciones. El problema es que si las turbulencias prosiguen, las controversias pueden pasar a mayores.



En Argentina, el Presidente Kirchner, que ha ganado los afectos de una gran mayoría por su carisma, se apronta para un nuevo apriete del Fondo Monetario Internacional. En estas áreas no hay ninguna señal efectiva de apoyo del vecindario y cada cual se rasca con sus propias uñas. Haberle cortado el gas a los chilenos e incumplido con ello con lo convenido a nivel bilateral, es para Argentina un hecho menor, frente al tema del FMI, que viene de nuevo a Buenos Aires, a supervisar y a cobrar. Argentina habría firmado con Bolivia cualquier cosa, con tal de obtener el gas que demandaba la economía en recuperación y así no generar problemas que frenaran las tendencias de expansión de la economía.



Recomponer la relación a nivel político es una cuestión de Estados, pero a nivel ciudadano, a nivel de la civilidad de los países, hay un valor principal que cuidar y éste es la paz. Sin embargo, la paz exige ser fuerte y prolijo en el trato y compromisos con las contrapartes. Por lo mismo, recurrir a la OMC debiera ser el camino de la Cancillería chilena.



Siempre será legítimo en relaciones internacionales que cada país actúe en función de sus intereses. La correcta interpretación del interés nacional de cada actor pasa ineludiblemente por la circunstancias de su política interna y, dentro de este eje de ideas, es una necesidad común de los países de la región fortalecer y mejorar la calidad de sus débiles democracias representativas para evitar la acción ponzoñosa de quienes buscan dividir para reinar y atizan los conflictos para su propio interés.





*Hernán Narbona Véliz es miembro de Periodistas Frente a la Corrupción (PFC) y del Capítulo chileno del Ombudsman (hnarbona@yahoo.com).

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias