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Las «puertas abiertas» entre Endesa y el Gobierno


Con cierto asombro, leímos en El Mercurio (12/09/05) que el «Gobierno y Endesa preparan estrategia ante ambientalistas» para allanarle el camino a la construcción de centrales hidroeléctricas en Aysén. Asombro por constatar una vez más la desembozada relación incestuosa entre el sector público y el privado que ha instalado la Concertación en Chile. En dicho artículo y otras declaraciones y presentaciones posteriores, el Gobierno y Endesa, se han dedicado, por una parte, a publicitar los supuestos beneficios de los proyectos para el país y la región, absolutamente ex ante de que existan evaluaciones al respecto, y, por otra, la empresa ha informado el despliegue de un intenso trabajo proactivo para legitimar su emprendimiento industrial en la percepción de la ciudadanía regional y nacional.



Posteriormente, Endesa ha desarrollado iniciativas tales como invitar al ministro de Economía y Energía Jorge Grassi Rodríguez y a miembros de la Comisión de Minería del Senado a sobrevolar la central Ralco, como parte de lo que la prensa ha denominado la estrategia de «puertas abiertas» de Endesa, una nueva política que habría comenzado a implementar la trasnacional eléctrica a raíz de las duras lecciones aprendidas en torno al conflicto étnico/ambiental que se dio por la construcción de sus megacentrales hidroeléctricas en la cuenca del río Biobío.



La verdad es que este despliegue mediático y de marketing no tiene nada de nuevo y lo de «puertas abiertas» no pasa de ser otro astuto slogan del asesor comunicacional de Endesa, Eugenio Tironi. La estrategia del Gobierno y de Endesa consiste, una vez más, en intentar encandilar a la ciudadanía, en bypasearse a los ambientalistas, y lo que es mucho más grave, en bypasear la inmitigable problemática ambiental que plantean estos proyectos en Aysén, por medio de una agresiva oferta de beneficios sociales, a la región y al país, a cambio de los extraordinarios ecosistemas Patagónicos, y del potencial productivo y turístico que estos ofrecen a perpetuidad a los chilenos.



Esto es exactamente lo mismo que hizo Endesa en el Alto Biobío, que hizo Noranda en Aysén por el proyecto Alumysa, que hace Barrick en el Valle del Huasco, y que hacen siempre las trasnacionales en los países en vías de desarrollo cuando no pueden imponer sus emprendimientos industriales de alto impacto simplemente a punta de fusil -emprendimientos que no podrían implementar en sus propios territorios porque sus actuales estándares sociales y ambientales no lo permiten. En el caso de las centrales en Aysén es evidente que ninguno de los beneficios publicitados, este inapropiado trade-off entre impactos ambientales y compensaciones sociales, mitigaría en nada, la destrucción ecológica y la des-economía regional que causarían los embalses.



Y en todos los casos mencionados, esta estrategia de encandilar y comprarse a la región se hace a como dé lugar, a punta de todas las medias verdades y medias mentiras que sean necesarias. En relación a las centrales de Aysén, el Gobierno y Endesa ya han incurrido juntos en las típicas ‘desinformaciones’, por no decir francamente deshonestidades, que rodean estas iniciativas; tal como pretender hacerles creer a los chilenos que uno de los beneficios de la construcción de las centrales hidroeléctricas es una inversión millonaria de US$ 4.000 M en la región de Aysén, es decir, como si esta inversión fuera para la región.



En primer lugar, Endesa infla esta suma con el costo de inversión del sistema de transmisión -US$1.500 M- que es harina de otro costal, un proyecto de otra empresa. En segundo lugar, la verdad es que un porcentaje muy marginal de la inversión en las centrales, US$ 2.500 M, podría ser considerada beneficio regional -el arreglo de tres pistas aéreas, la pavimentación de 140 km de carretera austral, la construcción de un puerto-, y estos son sólo efectos secundarios positivos del negocio de Endesa, dado que son obras imprescindibles para la empresa, sin las cuales no podría construir sus centrales.



Y, Ä„ojo!: estos magros beneficios hay que compararlos con los costos de la destrucción de las cuencas del Baker y del Pascua en el corazón de la Patagonia chilena, y de su potencial económico alternativo a perpetuidad. La muy mayor parte de los US$ 2.500 M de la inversión es lo que le cuesta a Endesa armar su negocio, es decir construir sus centrales y obras anexas, que una vez en funcionamiento le generarían utilidades anuales de cientos de millones de dólares. Con este negociazo, aunque a un ciudadano común le parezca increíble, Endesa podría recuperar la millonaria inversión en mucho menos tiempo que el que se demoran muchos chilenos en pagar el costo de una humilde casa.



Otra extraña desinformación respecto al proyecto de Endesa en la que incurren en sus declaraciones desde el Presidente Lagos, pasando por el ministro Rodríguez hasta el intendente Gutiérrez, es que estas centrales le permitirían a ‘Chile’ vender electricidad a otros países. Ä„Por favor!, Endesa-España no es Chile, no es estatal, no es ni siquiera chilena. Entonces que nos expliquen por qué las autoridades parecen dispuestas a regalarle el patrimonio natural del país, bienes nacionales de uso público, como nuestros ríos y lagos únicos, a una empresa privada para que haga un negocio privado de venta de electricidad a otros países. ¿Integración energética? Otra vez, no confundirse: no se trata de la integración entre las naciones y los pueblos, sino entre empresas trasnacionales.



Realmente quisiéramos que las autoridades, y el talentoso Sr. Tironi, vuelvan a ponerse de parte de Chile y los chilenos, y contribuyan a que podamos evaluar juntos, en forma sabia, con una clara visión-país de lago plazo, la posible intervención de Endesa-España en la Patagonia chilena, en vez de hacerse presurosamente partícipes de negocios que claramente se sustentan en una descarnada (¿desalmada?) lógica globalizada y transnacional, en el peor sentido de ambos conceptos. Además de que ignora por completo las verdaderas necesidades y potencialidades de nuestro país, de sus regiones y de la gran mayoría de su gente.



Es inaceptable que empresas, con el apoyo de autoridades gubernamentales, nos impongan, nos vendan, negocios privados que hipotecan nuestro futuro, a través de obnubiladoras y multimillonarias campañas de marketing. Ä„Puertas abiertas! Más bien necesitamos cerrarle las puertas a estas interesadas campañas publicitarias, para poder informarnos de verdad y actuar por la defensa de los intereses de la mayoría de los chilenos de hoy y de mañana.



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Juan Pablo Orrego, ecólogo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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