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Secundarios: Una visión pesimista


No pueden comprar cerveza. No tiene carnet de manejar. En su gran mayoría son vírgenes. Viven con sus padres y la mamá les plancha las camisas. Ellos, los pingüinos chilensis nos lograron colocar en el New York Times con cierta gloria luego de que Alberto Fuguet y Mc Ondo se robará la portada hace algún tiempo.



La «gordis» – y lo digo con respeto- también salió pero sin el interés que provoca que un país sudaca se convulsione porque unos enanos espinilludos quieran tal o cual cosa con más o menos razón.
Estoy cierto de que la crisis de los escolares es culpa de los sicólogos. Tanta terapia y tanto miedo a provocar traumas que la sociedad chilena ha parido una generación chúcara. Me gustaría ver a las «chicas y chicos súper poderosos» y a todos los lidercillos pingüinos diciendo algo que no sea
repetido y que no esté teñido de mal gusto, nostalgia y óxido.



¿Qué piden? ¿Por qué? ¿Es justo? Esas preguntas son legítimas, lo que me parece gracioso es que lo que no puede la CUT lo puedan los adolescentes dominados por sus hormonas en ebullición. Estos movimientos estudiantiles despiertan la adhesión de quienes creen que mayo del 68 o el levantamiento de no sé dónde ni cómo, fueron movimientos sociales que lograron algo. Bueno, no lograron nada. Nadie ha logrado nada. Los mismos siguen donde siempre y el
poder se distribuye cómo la historia ha decidido que sea desde que el tiempo es tiempo.



Las protestas son estéticas para contarlas, interesantes para vivirlas y complejas para resolverlas. Si no han visto el documental chileno Actores Secundarios se pierden un trozo de una verdadera manifestación, donde había riesgos reales, pero que
tampoco logró mucho más de lo que sucedería… con o sin manifestación.



No quisiera parecer pesimista aunque lo sea, pero dudo de los triunfos a punta de muchos. No creo en las batallas ganadas por montoneras y menos si los que se manifiestan -con o sin legitimidad- con suerte llegan a los 16 años y viven de la mesada de sus padres.



Por eso me parece lamentable el enorme apoyo hacia los escolares, porque creo que es tan hipócrita y políticamente correcto estar «con los estudiantes»… Se les apoya porque se sabe que no cambiarán nada real y profundo. Son ruidosos pero inofensivos. Cambiamos de maquillaje. Lo decidieron los niños. Ä„Que vivan los niños! Ä„Que griten los niños! Los verdaderamente grandes seguirán siendo los mismos por los siglos de los siglos, amén.



Yo hubiera querido hablar de otra cosa. Contarles sobre la muerte de Rocío Jurado o polemizar por el premio nacional de literatura o decirles que Paul Auster ganó el premio Príncipe de Asturias de este año y que yo aposté por Philip Roth… pero bueno… mi madre siempre dice que uno propone y Dios dispone. Yo no creo en Dios pero él cree en tipos como Auster. Usted no crea todo y piense lo peor: el pesimismo táctico es un arte.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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