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Cambio climático: soluciones rápidas

Lo concreto es que se necesita reducir las emisiones totales y no buscar formas de compensar las emisiones, con mecanismos que las puedan absorber, porque, aunque dichas propuestas funcionarán, no son suficientes para disminuir las emisiones realizadas…


Por Sebastián Ainzúa*

Como sabemos, el Cambio Climático es un problema a escala mundial. Por fortuna se ha instalado en la discusión la necesidad de actuar con la mayor celeridad  posible, porque es imperioso reducir las emisiones precursoras del llamado «efecto invernadero». Sin embargo, como suele suceder en el plano de las urgencias, a veces los remedios son peores que las enfermedades. Para demostrar esto hay dos buenos ejemplos.

En estos días Alemania inició un proyecto que consiste en «fertilizar» los océanos. Se busca disolver unas 20 toneladas de sulfato de hierro en el agua para provocar el crecimiento acelerado de micro algas, como el fitoplacton, que tiene la capacidad de absorber el dióxido de carbono cuando hace fotosíntesis. Una vez que muere el fitoplancton, se hunde en las profundidades del mar con todo y partícula de dióxido de carbono, o sea que el mar absorbe el dañino gas.

Sin embargo, los ecosistemas marinos son muy delicados, lo que implica que cambios en la composición de nutrientes podría tener importantes impactos sobre la biodiversidad marina.  Por ello, el experimento ha provocado un fuerte debate entre los científicos, respecto a la viabilidad de una experiencia de este estilo.

Otro ejemplo de malos remedios es el mecanismo de mercado que se busca utilizar para implementar el REDD (Reduced Emissions from Deforestation and Forest Degradation). El REDD es un programa que tiene por objetivo reducir las emisiones provocadas por la desforestación. El Grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático (IPCC) estima que la tala de los bosques contribuye hoy a cerca del 20 por ciento del total de los gases de efecto invernadero que entran en la atmósfera.

Con el Programa REDD, los países desarrollados podrán pagar a los países en desarrollo por las emisiones que hayan ahorrado. Esto a su vez, podrá ser usado para compensar parte de las emisiones de gases de efecto invernadero emitidas por las economías desarrolladas, de fuentes como: el transporte, las industrias y las viviendas.

El problema es que los instrumentos de mercado aquí propuestos tenderían, en primer término, a beneficiar a aquellos que han sido los precursores de la deforestación: la agroindustria. Además, limitará la capacidad de las comunidades locales para utilizar los recursos en los territorios forestales, como los amazónicos. Pero también se promueve la reforestación mediante «plantaciones» y no sobre bosque nativo, por lo tanto, podría beneficiarse también la industria forestal.

Es cierta la necesidad de reducir la desforestación, pero el mecanismo propuesto, podría implicar nuevos conflictos respecto del manejo y uso de los territorios.

Lo concreto es que se necesita reducir las emisiones totales y no buscar formas de compensar las emisiones, con mecanismos que las puedan absorber, porque, aunque dichas propuestas funcionarán, no son suficientes para disminuir las emisiones realizadas, ni menos para paliar los incrementos ocurridos en los últimos años.

*Sebastián Ainzúa, Fundación Terram.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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