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Luz roja para Lavín

Alberto Undurraga
Por : Alberto Undurraga Exministro, asesor principal Consejo de Políticas de Infraestructura
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La precipitación ha quedado claramente demostrada por los gruesos errores metodológicos cometidos en la elaboración de los mapas. Por ejemplo, incluir dentro de los establecimientos clasificados en rojo a colegios que atienden alumnos con dificultades de aprendizaje o necesidades especiales; clasificar en esa misma categoría a cursos donde pocos alumnos rindieron el SIMCE, entre otros errores.


La información es una herramienta básica para una correcta toma de decisiones. Un error en este proceso puede generar perjuicios de distinta magnitud dependiendo de la relevancia de la decisión. La educación de los hijos, indudablemente, es una decisión clave en la vida de las personas que ven en ella una herramienta determinante para la definición de su futuro.

La información con que cuenten los padres para hacer la elección correcta del establecimiento educacional al que enviar a sus hijos, es de suma importancia. Hasta ahora, la evidencia muestra que esta información ha sido escasa y que contar con ella podría facilitar la integración de los padres como un actor informado al proceso educativo. Más allá de que exista esta información –de hecho sí existe- hay que reconocer que una gran mayoría desconoce los resultados obtenidos por los colegios donde estudian sus hijos. Hace un tiempo una encuesta realizada por Giro País y la consultora Subjetiva mostraba que más de un 94% de los apoderados era incapaz de mencionar una cifra siquiera cercana a los resultados de éstos.

Proveer esta información oportuna y adecuada para entregar una herramienta de decisión a los padres constituye todavía una asignatura pendiente para el Ministro Lavín y un derecho que los involucrados pueden legítimamente reclamar. La urgencia de contar con esa información, sin embargo, no puede ser excusa para apresurarse y ensayar métodos formalmente impactantes pero que pueden resultar ampliamente perjudiciales como orientadores de decisiones. La educación no es un área para permitirse pirotecnias mediáticas. Hay mucho en juego.

[cita]La semaforización de los colegios como sistema de calificación es un claro ejemplo de una medida que, pudiendo ser bien intencionada, demuestra un riesgoso apresuramiento de la autoridad.[/cita]

La semaforización de los colegios como sistema de calificación es un claro ejemplo de una medida que, pudiendo ser bien intencionada, demuestra un riesgoso apresuramiento de la autoridad que puede terminar perjudicando la toma de decisiones familiares.

La precipitación ha quedado claramente demostrada por los gruesos errores metodológicos cometidos en la elaboración de los mapas. Por ejemplo, incluir dentro de los establecimientos clasificados en rojo a colegios que atienden alumnos con dificultades de aprendizaje o necesidades especiales; clasificar en esa misma categoría a cursos donde pocos alumnos rindieron el SIMCE, entre otros errores.

Los perjuicios son de diverso orden y también han sido motivo de debate;  por ejemplo, estigmatizar a colegios cuyos resultados en el SIMCE no son sino reflejo de la condición de vulnerabilidad de sus alumnos o premiar con verde a establecimientos que no mejoraron ni un solo punto y castigar con rojo a otros que mejoraron sustancialmente su desempeño. Ello podría, por ejemplo, estimular a los padres a retirar a sus hijos de colegios que avanzan –aunque aún estén en rojo- para llevarlos a otro que decae –aunque circunstancialmente esté todavía en verde-; generando con ello una errada asignación de recursos y malos efectos en sus hijos.

Para los alcaldes estos errores tienen también consecuencias. En Maipú, en 8º Básico, sólo 6 de 22 luces del semáforo son acertadas. Si los expertos señalan que debe fortalecerse el liderazgo y las nuevas prácticas, ¿cómo empoderar a los directivos de los colegios que han mejorado si les hemos puesto un semáforo rojo en la puerta de entrada a algunos de ellos?

Entregar información que induzca a error a los responsables de decidir sobre la educación de sus hijos, es una falta mayor que el Estado no puede permitirse, por más noble que sea la motivación que la inspire.

La semaforización de los colegios como sistema de calificación es un claro ejemplo de una medida que, pudiendo ser bien intencionada, demuestra un riesgoso apresuramiento de la autoridad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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