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¿Decir la verdad? ¿Para qué?


Justo cuando pensaba que no volvería a hablar de Evo Morales y sus proyectos de censura (que ya comenzó a convertir en leyes), me encuentro, un poco tarde y a través del Facebook, con un post de Silvio Rendón en el blog del Gran Combo Club donde se comenta, más que la ley misma, mis observaciones acerca de ella.

Según Silvio Rendón, Morales y sus ministros y el Congreso de Bolivia no han hecho otra cosa que modificar el currículo escolar boliviano para que libros como Raza de bronce de Alcides Arguedas y La niña de sus ojos de Díaz Villamil dejen de ser lecturas obligatorias. Según él mismo, mi acusación de censura es, por lo tanto, una especie de escándalo gratuito.

Eso sería cierto si no fuera mentira. Lo he explicado tres veces, pero no para todos los entendimientos a la tercera va la vencida. Aunque en este caso es tan fácil como sumar 1 + 1. Aquí voy de nuevo:

1. Las autoridades gubernamentales bolivianas no sólo consideran quitar la obligatoriedad de lectura de las novelas mencionadas (cosa que no me preocuparía porque no creo que el Estado deba decidir la obligatoriedad de ninguna lectura). Han dicho también la razón específica para tomar esa decisión: consideran que ambos libros son eminentemente racistas.

1. La reciente ley aprobada por el Congreso de Bolivia pena con el retiro de la licencia de funcionamiento a todos los medios de prensa y comunicación masiva que transmitan o reproduzcan textos de índole racista.

1 +1 = 2. Del partido de gobierno en Bolivia y de sus autoridades ejecutivas y parlamentarias proceden tanto el juicio según el cual las novelas mencionadas son racistas como la ley según la cual los medios que reproduzcan textos racistas serán penados con la cancelación de su licencia de funcionamiento.

En esas condiciones, en la práctica, ¿se está censurando o no se está censurando a esas novelas y, potencialmente, a todas aquellas novelas que puedan ser juzgadas como racistas? ¿Estoy haciendo un escándalo arbitrario, sin motivo alguno?

¿Qué pasará si mañana un diario boliviano decide incluir en su edición , por fascículos, por ejemplo, la novela de Arguedas o la novela de Díaz Villamil? ¿Qué pasará si deciden incluir otros textos que de pronto el señor Evo Morales y su gobierno consideren racistas?

Obviamente, Silvio Rendón, fiel a su estilo y aun más fiel a su falta de estilo, aprovecha el post para inventar algunos otros cargos contra mí. Por ejemplo, me acusa de tener una tolerancia selectiva con ciertas formas de racismo.

Va todavía más allá: parece sugerir que yo tengo algo así como una fobia anti-andina. Para sostener esa triste tontería, cita el siguiente párrafo de un post mío de hace medio año:

“En la más atroz de las dictaduras ficcionales jamás imaginada, los andinos tienen más posibilidades de poder que en el Perú de la realidad. Y después hay quien se pregunta por qué ciertos mensajes violentistas y autoritarios han encontrado alguna vez eco en los Andes”.

Mi texto hacía referencia a un dato curioso, que podrá entender mejor quien lo lea por completo: en la novela 1984 de George Orwell, la potencia llamada Oceania incluye a las Américas, Australia y las islas británicas. Oceanía es la gran dictadura militar en cuyo seno vive el protagonista. En uno de los capítulos de la novela se deja ver que los indígenas andinos pueden llegar a ocupar los escaños más elevados de la administración gubernamental y del partido gobernante (el único partido, claro está).

El pasaje específico de la novela es éste: «Jews, Negroes, South Americans of pure Indian blood are to be found in the highest ranks of the Party, and the administrators of any area are always drawn from the inhabitants of that area». La cita se encuentra, como dije en el post, en el primer capítulo del manual escrito por el rebelde ficcional Emmanuel Goldstein, que el protagonista de 1984 lee en secreto.

Según Silvio Rendón, mi cita refleja mis fobias anti-andinas. No entiendo cómo se puede leer tan mal un texto, salvo que se lea con el hígado como anteojo (postura tan incómoda como poco práctica). Ahora, les pido a ustedes que relean el párrafo mío que Silvio cita con tanta mala leche.

¿Qué dice mi párrafo? Dice que incluso dentro de ese mundo monstruoso imaginado por Orwell, los indígenas de los Andes tienen más rutas de acceso al poder que en nuestra supuesta democracia. ¿Eso es un ataque anti-andino? No, pues. Eso es una crítica contra nuestra sociedad y nuestro Estado que asfixia a la población andina, la margina y la olvida, o la reprime y la silencia, y luego se sorprende hipócritamente cuando un discurso violentista cala en ella.

Lo dice mi párrafo textualmente, literalmente. Pero, claro, ¿cuándo ha sido eso obstáculo para que Silvio Rendón lea cualquier otra cosa y acuse a quienes quiera de cualquier absurdo? (Porque, dicho sea de paso, ¡Silvio también le atribuye a Orwell algo falso!: dice que Orwell sólo habla de «las Américas» en general y no de los pobladores andinos en particular: otra mentira, como acabo de mostrar. Pero claro, no es que Silvio Rendón vaya a darse el trabajo de leer lo que Orwell dice para dictaminar lo que Orwell dice).

Y como cereza en su tarta de zonceras, Silvio añade que quienes criticamos a Evo Morales por este tipo de censuras y arbitrariedades, lo hacemos porque: «es un indígena presidente, a quien simplemente no respetan». ¿Ah, sí? Me pregunto si el hecho de que todas sus acusaciones contra mí de racismo estén fundadas en tergiversaciones y mentiras inventadas por él mismo afectará en algo la exactitud de esa conclusión suya.

Pero supongo que eso le resulta irrelevante. Y sin embargo, también me pregunto qué favor le hace a Evo Morales con una afirmación tan torpemente paternalista.

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