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Encontrar el “Yo” indígena

Viviana Cáceres
Por : Viviana Cáceres Socióloga y Coordinadora de Humanas.
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Los resultados presentados avalan la presunción de que las mujeres indígenas sufren una doble discriminación: en tanto mujeres y en tanto indígenas, alcanzando dicha percepción un contundente 83% entre el total de mujeres encuestadas.


De acuerdo al CENSO 2002, en Chile habitan 691.706 mujeres pertenecientes a los pueblos originarios de Chile. De ellas, gran parte corresponde al pueblo Mapuche, seguido por el pueblo Aymara y el pueblo Atacameño.

No obstante, bajo el argumento generalizado de la utilización de conceptos “neutros”, la especificidad de las mujeres indígenas ha sido largamente ignorada en la arena pública.

Pese a ciertas concesiones de las estadísticas oficiales en orden a realizar algunos cruces de datos considerando la variable sexo (como el recuento de la población indígena), esta omisión histórica ha tenido consecuencias importantes tanto en el ámbito nacional como internacional, donde las presentaciones que Chile ha realizado en estas materias en las instancias de derechos humanos, han sido reiteradamente cuestionadas, entre otros, por este motivo.

[cita]Los resultados presentados avalan la presunción de que las mujeres indígenas sufren una doble discriminación: en tanto mujeres y en tanto indígenas, alcanzando dicha percepción un contundente 83% entre el total de mujeres encuestadas.[/cita]

En dicho contexto, la realización y publicación de resultados de la Encuesta “Percepciones de las Mujeres indígenas y no indígenas sobre su situación y condiciones de vida en Chile 2010”, realizada por la Corporación Humanas, reviste especial interés.

Los resultados presentados avalan la presunción de que las mujeres indígenas sufren una doble discriminación: en tanto mujeres y en tanto indígenas, alcanzando dicha percepción un contundente 83% entre el total de mujeres encuestadas.

Además, la Encuesta hace patente que la omisión de la voz de las mujeres indígenas en el espacio público oficial ha provocado un desconocimiento respecto de la realidad que viven y de sus intereses, creando una percepción de ellas que no se corresponde a su visión como sujetas políticas autónomas. Evidencia de ello es, por ejemplo, la noción de los problemas que las mujeres indígenas tendrían. Así, para las mujeres no indígenas el principal problema que atribuyen a las indígenas es la “pobreza” (36%), mientras que, si bien las mujeres indígenas señalan este problema como uno de los principales (22%) también priorizan la “falta de oportunidades” y la “falta de reconocimiento” como sus problemas principales.

Estos distintos énfasis se cruzan en la encuesta a lo largo de sus más de 40 preguntas, recordándonos los estereotipos que como sociedad hemos asignado a los pueblos indígenas en general.

Al respecto, la afirmación del “yo, indígena” es fundamental para combatir la violencia de género a fin de no replicar la idea de un “ellas” (las indígenas) y un “nosotras” (las no indígenas). Sólo será posible avanzar en la equidad de género en la medida que se incorpore el respeto por la diferencia. En este caso, la diferencia de las mujeres indígenas, que tal como lo muestra dicha encuesta, se construye de semejanzas y especificidades.

Su lucha por la igualdad social, de la mano de aquella por el reconocimiento, es también un reto para la sociedad en su conjunto, de relevar su voz a fin de que sean ellas mismas quienes puedan construir y dar contenido a sus demandas, necesidades y derechos.

Para ello, la misma encuesta nos presenta un gran desafío, ya que al tiempo que una gran mayoría (77%) de las mujeres indígenas considera que sus líderes y dirigentes son “importantes” o “muy importantes”, un 72% señala que en las instancias de representación indígena, “hay menos mujeres de las que debería”.

*Viviana Cáceres es  socióloga y Coordinadora de Humanas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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