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Twitter y yo


La idea fue de @tatov, el mismo que me empujó a esto del blog y a la mayoría de mis emprendimientos web y, por qué no decirlo, de otra calaña también (Ya sabrán).

Sumido en la ignorancia de la inexperiencia, recuerdo que me defendía con la frase «todavía tengo vida», mientras trataba de ponerle más onda a la música que escuchábamos camino a hacer clases en la UNAB (@tatov, como si fuera un ultranacionalista, es fiel auditor de Radio Uno creo que se llama, pura música chilena). En fin.

La cosa es que tanta fue la insistencia de mi amigo y compañero que un buen día (03-05-2009) dije ¿por qué no? Y probé el juguetito, por ese entonces menos de moda que hoy.

Sucumbí a sus encantos.

Desde entonces soy un tuitero empedernido (36.309 tweets a la hora de escribir esto, así lo demuestran), un ejemplo casi patológico de la adicción a esta herramienta web que suma y suma adherentes.

«Desde que tengo Twitter soy mejor periodista» respondo a los que me preguntan «¿Qué es Twitter?», «¿Para qué sirve?», «¿Cómo se hace?» y todas esas vainas.

¡Obvio! Cómo no voy a serlo si estoy pendiente de lo que dicen, opinan y comentan colegas, editores, personajes públicos, fuentes, amigos y amigas que he recogido a lo largo de la vida y, también, de gente con la que no he cruzado ni una sola palabra «en vivo».

Más aún. Cuando estoy de suerte y los astros se enderezan hacia mi lado, puedo llegar a tener discusiones, intercambio de opiniones -no siempre muy sesudas, pero opiniones al fin y al cabo- que siempre te dejan con un guiño sonriente la cara.

Además, dato no menor, Twitter te enseña a ser sintético, a apreciar el verdadero valor de cada palabra, a ¿sintaxear? mejor cada frase. Es, cómo explicarlo, saber que para que el guiso quede mejor, los ingredientes más duros se ponen primero, que los cortes tienen que ser homogéneos para que la cocción sea pareja. ¿Se entiende, cierto? Las tildes, signos de puntuación y todo aquello es el toque de cilantro sobre la cazuela.

Como alguien lo dijo alguna vez, cuando escribes lo que quieres decir justo en los 140 caracteres se siente un sabor especial, una especie de estrellita de buen comportamiento sobre la mano.

Finalmente, no nos pisemos la capa entre superhéroes, la dosis de vanidad y egolatría que hay detrás del juguetito es el último gancho necesario para atreverse a dar el impuslo y saltar.

El juego que se produce entre la cantidad de followers, avatares, nicks y DM´s hace que la mirada profesional se destiña un poco y le dé otro sabor, otro color (ya que estamos) al asunto, transformándolo en un cuchillo de doble filo que, como todos, es peligroso de manipular pero muy efectivo si lo usas bien y si realmente sabes para qué lo quieres usar.

#Eso. (Las risas o xD se venden por separado).

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