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La caridad ¿viene después de la Justicia?

Paul Mackenzie
Por : Paul Mackenzie S.J., secretario ejecutivo de la Fundación Padre Hurtado.
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El Padre Hurtado decía que hay muchos dispuestos a dar limosnas, pero no a pagar un salario adecuado a sus trabajadores. Y sigue siendo así en muchos casos todavía.


Es muy conocida la frase del Padre Hurtado “La caridad comienza donde termina la justicia”.   Sin embargo -y es algo raro- no todos conocen su preocupación por darle contenido a esa misma frase a través del sindicalismo.

San Alberto Hurtado fue un hombre que gastó su vida a concho por elevar el reconocimiento de la dignidad de las personas. Y para el trabajador,  el sindicato es una herramienta fundamental. “Si el trabajador quiere tener una participación más justa en los bienes de la tierra, dados por el Creador para todos los hombres; si quiere completar su libertad política con su libertad económica; si quiere asumir la parte de responsabilidad que le incumbe en la dirección del trabajo, en la reforma de las estructuras económicas de su país y del mundo, no tiene más que un camino: unirse a sus compañeros de trabajo”, escribía en su libro “Sindicalismo”.

Cuando se observan las noticias que nos hablan de encierro de trabajadores en un supermercado por temor a que roben; de pañales para que otros no tengan necesidad de usar baños en tiempo laboral; de salarios que no permiten superar la línea de la pobreza; de jornadas laborales excesivas; del accidente de un bus cuyo conductor llevaba mucho más tiempo trabajando que lo que permite la ley; cuando un trabajador asume dos o más trabajos para juntar el dinero necesario para mantener a su familia; no se puede sino sentir que las demandas del Padre Hurtado están lejos de perder vigencia.

[cita]El Padre Hurtado decía que hay muchos dispuestos a dar limosnas, pero no a pagar un salario adecuado a sus trabajadores. Y sigue siendo así en muchos casos todavía.[/cita]

Él decía que hay muchos dispuestos a dar limosnas, pero no a pagar un salario adecuado a sus trabajadores. Y sigue siendo así en muchos casos todavía.

Esto se da al mismo tiempo en que nuestro país avanza rápido al desarrollo. Pero parece claro: no es posible llamar desarrollado (sólo crecimiento) a un país que muestra niveles de inequidad como los que aún tenemos. Antes de llegar a la cantidad de dólares per capita que nos ubicará en el club de los países que han vencido el subdesarrollo, tenemos necesidad de alcanzar una mejor distribución del ingreso, y en esa tarea la participación del sindicato es insoslayable. Conseguir  que la negociación colectiva alcance a más trabajadores y que se convierta en un auténtico proceso de diálogo social, es un verdadero desafío.

Por el lado sindical, es necesario también que su dirigencia trabaje fuerte en mejorar sus competencias para representar con mayor propiedad los intereses de sus dirigidos. La capacitación sindical es una herramienta que debería ser potenciada con mayor dedicación.

Hay muchas tareas pendientes para quienes observan en el Padre Hurtado un ejemplo de vida. Seguramente no muy complejas, pero que requieren mucha generosidad. A lo mejor, como ayer, esta es una buen a oportunidad para que jóvenes universitarios se unan a la tarea de los trabajadores en búsqueda de una patria mejor, una patria que sea una mesa para todos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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