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¿Alguien me explica lo que está pasando?

Teresa Marinovic
Por : Teresa Marinovic Licenciada en Filosofía.
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A mi juicio no pasa nada, salvo que un tema del todo conocido se está abordando con una efervescencia que sorprende. Porque guste o no, HidroAysén no tiene nada de nuevo. Es un proyecto cuyo estudio se estaba haciendo hace bastante tiempo, de acuerdo a una institucionalidad que funcionaba hace ya muchos años y que tendrá un impacto bien indirecto en la vida de los que protestan.


Porque a mi juicio no pasa nada, salvo que un tema del todo conocido se está abordando con una efervescencia que sorprende. Porque guste o no, HidroAysén no tiene nada de nuevo. Es un proyecto cuyo estudio se estaba haciendo hace bastante tiempo, de acuerdo a una institucionalidad que funcionaba hace ya muchos años y que tendrá un impacto bien indirecto en la vida de los que protestan.

La repentina emergencia de un grupo considerable de chilenos medio ambientalistas no deja por eso de sorprenderme y de inspirarme una cierta dosis ¿cómo decirlo? de desconfianza.

Porque esos chilenos no deben diferir demasiado de esos otros que tienen las playas del país convertidas en un basural. Tampoco deben estar muy lejos de los que tratan de burlar la restricción vehicular con una astucia que da gusto. Y probablemente pertenecen incluso al grupo de los que ha comido alguna vez un pedazo de carne cocida en una parrilla a leña (a lo menos para el 18, digo yo).

[cita]La herida que se ha abierto no ha sido la energética sino la social, y el problema no lo tiene Golborne sino Kast. HidroAysén ha sido sólo una excusa para hablar de la concentración económica que tiene a Chile a la cola en la OCDE y a los chilenos expresando un profundo malestar social.[/cita]

Inevitable entonces que me pregunte por qué no he tenido hasta ahora la suerte de conocer a esa elite que además de verde, custodia escrupulosamente la institucionalidad a diferencia de todo el resto de sus compatriotas. E inevitable también que me sienta impelida a hacer cuestión de las razones que verdaderamente inspiran su apasionada oposición a HidroAysén.

Porque mi impresión es que detrás de esa resistencia al proyecto hay, sobre todo, una reacción visceral; visceral porque cuando los argumentos que van y vienen no trascienden el eslogan de campaña, lo que funciona no es la razón sino las vísceras.

Y hay que decirlo: la imagen de un cableado eléctrico atravesando las Torres del Paine resulta para las entrañas mucho más elocuente que la referencia a cifras sostenidas de crecimiento.

Reacción visceral y además teñida de rojo y no de verde como se pretende. De lo contrario primarían en la discusión las razones sobre el impacto del proyecto en la naturaleza, y no la referencia al poder de unos señores que arbitrariamente quieren usurpar el patrimonio nacional.

Si alguien me quiere explicar lo que está pasando que me hable entonces de lo que sea, menos HidroAysén; porque al parecer lo que hay acá es sobre todo una lucha entre el empresariado y el proletariado, y no entre quienes tienen conciencia medioambiental y quienes carecen de ella.

Solo así se puede entender que medidas mucho más agresivas para el medio no tuvieran el mismo nivel de impacto en la opinión pública cuando los gobiernos que las impulsaron fueron de la Concertación. Y es que esos gobiernos no eran identificados por la imaginería popular con los intereses de los ricos, como lo es éste.

No se trata de lo que Piñera haga o deje de hacer, sino de lo que supuestamente él y la derecha representan. Pienso que la reacción de la ciudadanía es por eso una reacción emocional exacerbada mucho más por la imagen caucásica que proyecta el Gabinete que por la propaganda engañosa de Patagonia sin represas.

La empresa, por su parte, tampoco ha contribuido suficientemente a su propia causa, porque aunque haya invertido grandes sumas de dinero en publicidad, la campaña que desarrolló fue más bien desinformativa. El dilema que planteó no debió ser nunca represa o apagón sino represa o pobreza, entre otras cosas porque ésta y no la otra es la verdadera disyuntiva.

Después de ver el espectáculo de la semana concluyo que lo que pasa no tiene nada de nuevo porque responde a la lógica de la lucha de clases. La herida que se ha abierto no ha sido por eso la energética sino la social, y el problema no lo tiene Golborne sino Kast. HidroAysén ha sido sólo una excusa para hablar de la concentración económica que tiene a Chile a la cola en la OCDE y a los chilenos expresando un profundo malestar social.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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