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Matices del plebiscito en Ingeniería UC

Fernando Rojas Harnisch
Por : Fernando Rojas Harnisch Coordinador de Informática Educativa Innovacien.org Ex-alumno Departamento de Ciencias de la Computación UC
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El ponernos en los zapatos de otro cuesta, y mucho. Es dejar a un lado nuestras creencias y empezar a ver las cosas con otros ojos. Significa olvidarnos que tenemos resuelto el como pagar la universidad, olvidarnos que nuestras familias nos entregaron un tremendo capital cultural, olvidarnos que nuestros colegios ofrecían todas las garantías para estudiar


26 de 33 carreras en la UC están actualmente en paro. De las 7 que rechazaron la moción puedo nombrarles Derecho, Medicina e Ingeniería… y sí, mi escuela de ingeniería.

Leer a Ingeniería dentro del grupo menor, a primeras luces, no representa ninguna novedad tomando en cuenta sus planteamientos históricos. Aun así, no pude dejar de asombrarme al conocer el alto quórum de los plebiscitos para determinar sus acciones, donde el 85% de los estudiantes decidieron votar (¡3008 ingenieros!). Si bien este hecho es un gran logro para la escuela en su expresión cívica y por el gran interés demostrado por los estudiantes al emitir una opinión respecto al complejo estado de la educación en Chile, a mí modo de ver, aún estamos en camino de lograr un real y profundo compromiso con nuestro país y con los problemas que lo aquejan.

Digo esto como ex-alumno de la UC y en particular como ex-alumno de la escuela de Ingeniería UC. Digo esto como investigador que desarrolló ingenuamente su tesis de magíster en una escuela vulnerable de Peñalolén y en donde descubrió que de educación sabía bien poco. Digo esto como un ingeniero que en la actualidad trabaja codo a codo con profesores, directivos y estudiantes en un amplio abanico de escuelas de diversas características. Digo esto no para hablar de mí, sino que para hablar desde mí.

En días como éstos me viene a la nostálgica memoria nuestro juramento profesional, porque si queremos “construir una sociedad más humana, fundada en la solidaridad y respeto irrestricto por la vida y por la dignidad de las personas” es nuestro deber el rescatar un concepto que muchas veces como profesionales se nos olvida: la empatía, que se nos presenta como un eficaz método para converger a buenas (y muchas veces excelentes) soluciones.

[cita]El ponernos en los zapatos de otro cuesta, y mucho. Es dejar a un lado nuestras creencias y empezar a ver las cosas con otros ojos. Significa olvidarnos que tenemos resuelto el como pagar la universidad, olvidarnos que nuestras familias nos entregaron un tremendo capital cultural, olvidarnos que nuestros colegios ofrecían todas las garantías para estudiar [/cita]

No es de extrañar que metodologías modernas para la innovación como el «Design Thinking» planteen como primer paso empatizar con las personas en quienes buscamos generar valor, y así, validar o refutar nuestras hipótesis.

El ejercicio de empatizar debe ser una de las más difíciles tareas a las que los seres humanos debamos hacer frente ya que en nuestra condición humana (y como gustaba de citar un profesor en la escuela de ingeniería UC) «no vemos las cosas como son, vemos las cosas como somos». El ponernos en los zapatos de otro cuesta, y mucho. Es dejar a un lado nuestras creencias y empezar a ver las cosas con otros ojos. Significa olvidarnos que tenemos resuelto el como pagar la universidad, olvidarnos que nuestras familias nos entregaron un tremendo capital cultural, olvidarnos que nuestros colegios ofrecían todas las garantías para estudiar, olvidarnos que nuestros padres podían costear un preuniversitario, u olvidarnos de cosas tan brutales como que tenemos pan en nuestra mesa. A través de este ejercicio de profundo reconocimiento del otro y de entender la problemática como un todo y no en fracciones aisladas es que podremos aclarar nuestros pensamientos y actuar conscientemente en post de resolver los problemas que aquejan a nuestra sociedad.

Quiero invitar a todos aquellos con opiniones fundadas e ideas resueltas respecto de la problemática educacional en Chile (en especial a los estudiantes de mi querida escuela de Ingeniería UC) a validarlas en terreno, así como se dice en buen chileno: «donde las papas queman», con las mismas personas a las que queremos dar solución.

Más allá de cualquier juicio de valor respecto a adherir o no a una movilización o a pintarnos de uno u otro color político, mi invitación responde a un llamado más profundo y sincero, a asumir con pasión el ejercicio de la ingeniería como la resolución de problemas de manera empática, y transformar así este ejercicio en el arte de resolver problemas. La escuela de Ingeniería UC es una de las mejores del país ante los ojos de los rankings internacionales. Si reconocemos el valor de la empatía y exploramos esta área de crecimiento les puedo asegurar que podríamos esperar ser una de las mejores escuelas de ingeniería ante los ojos de todos los chilenos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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