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La agenda europea del movimiento estudiantil chileno

Jaime Retamal
Por : Jaime Retamal Facultad de Humanidades de la Usach
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Es por y en este contexto que se ha levantado la iniciativa internacional, encabezada por el filósofo francés Edgar Morin y el sociólogo francés Alfredo Pena-Vega, a través de dos instituciones que lideran, el Observatorio Internacional de las Reformas Universitarias (ORUS), y el Instituto Internacional de Investigación Política de Civilización (IIRPC), de invitar a los líderes del movimiento estudiantil chileno para realizar una agenda de trabajo y encuentros de alto nivel en Europa.


Impacto causó el discurso del Presidente Piñera en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Afirmó que el movimiento estudiantil era una causa noble, grande y hermosa. En sí misma se trata de una afirmación compartida por las mayorías –abrumadoras mayorías para el Presidente- que están apoyando al movimiento estudiantil. No obstante, escucharla en su discurso produjo un raro impacto.

Sin duda, hay una potente “autocontradicción performativa” en el Presidente. Es como cuando gritando exclamamos ¡no grite! Hacemos en nuestro decir aquello que censuramos… y al mismo tiempo. La extraña disonancia cognitiva que produjo escucharlo, más encima a nivel internacional,  no dejó por cierto a nadie conforme.

Pues ¿de qué se trataba?; ¿de un ardid más?

No existe otro problema mayor para el Presidente en este minuto. Está claramente relacionada su baja popularidad con la muy mala gestión que del conflicto estudiantil han hecho él y sus ministros.

[cita]¿Por qué desaprovechar la oportunidad de hacer fuerzas con estudiantes de otras latitudes en las demandas por una educación más inclusiva y justa?; ¿por qué desaprovechar la oportunidad de reunirse con organismos internacionales para decir –como testigo encarnado- que la desigualdad educativa en Chile no es sólo cuestión de cifras, sino de vidas que se condenan día a día por nacer en la pobreza y la marginalidad en todo los sentidos?[/cita]

Un Presidente que no escucha es finalmente castigado por la ciudadanía. No es que solamente no le quieran, como se presume en la plaza de los ensayos recientes de interpretación. Es simplemente, falta de credibilidad.

No le quieren y no le creen.

¿Cómo le van  a creer si a nivel internacional se pone la camiseta del movimiento estudiantil -al mismo tiempo- que a nivel nacional es, o una camiseta de once varas, o una camisa de fuerza para su gestión política?

En cambio el movimiento estudiantil sigue en pie, principalmente porque en el dínamo que le mueve hay hechos que resultan del todo escandalosos. No solo para algunos, qué va. Para todos.

Patricio Meller, sin tapujos –brutal y sin escrúpulos- lo dice en una página de su reciente panfleto Universitarios, ¡el problema no es el lucro, es el mercado!

Si me lo permiten, reproducimos toda la página 11 por su fuerza, que no es sino la fuerza de los hechos. Dice Meller que el costo de las universidades chilenas es el más alto del planeta: 41% PIB/cápita; que el aumento de los aranceles es muy elevado: 60% (sobre UF) en doce años; que un hijo universitario implica un gasto superior al 40% del ingreso familiar de los tres menores quintiles de ingresos; que el gasto público chileno en educación superior es 0,5% (PIB), el menor del mundo; y que los universitarios chilenos tienen el mayor endeudamiento de todos los países: la relación deuda total (vinculada al financiamiento del costo de la universidad) respecto del ingreso anual (como profesional) es 174%.

Patricio Meller no merece sino aplausos, su síntesis diagnóstica es muy esclarecedora.

Tan esclarecedora que merece ser dicha a nivel internacional por quienes precisamente sufren de ella. Por quienes han levantado un movimiento pacífico que recoge uno de los sentimientos mayores de injusticia social en el Chile post-Pinochet y que no fue resuelto por los regímenes de la Concertación. Por quienes han sido una y otra vez escamoteados por el poder de turno. Por quienes a fuer de convicciones no hacen sino decir “no más lucro ni mercado para la educación”, si la educación pública es verdaderamente el ethos fundacional de una democracia verdadera.

Es por y en este contexto que se ha levantado la iniciativa internacional, encabezada por el filósofo francés Edgar Morin y el sociólogo francés Alfredo Pena-Vega, a través de dos instituciones que lideran, el Observatorio Internacional de las Reformas Universitarias (ORUS), y el Instituto Internacional de Investigación Política de Civilización (IIRPC), de invitar a los líderes del movimiento estudiantil chileno para realizar una agenda de trabajo y encuentros de alto nivel en Europa.

Quienes colaboramos con la agenda en Chile –Luis M. Flores de la Facultad de Educación de la PUC y quien escribe- nos hemos encontrado con estudiantes seriamente comprometidos por aquello en lo que tienen puestas sus convicciones. Estudiantes que irradian esperanza por un Chile nuevo, que quiere cambios razonables y justos.

¿Por qué desaprovechar la oportunidad de hacer fuerzas con estudiantes de otras latitudes en las demandas por una educación más inclusiva y justa?; ¿por qué desaprovechar la oportunidad de reunirse con organismos internacionales para decir –como testigo encarnado- que la desigualdad educativa en Chile no es sólo cuestión de cifras, sino de vidas que se condenan día a día por nacer en la pobreza y la marginalidad en todo los sentidos?; ¿acaso no vale más un apretón de manos y un cruce de miradas que un paper sobre las desigualdad educativa en Chile?

Quienes han trabajado en la agenda en Europa se han encontrado con innumerables intelectuales y ciudadanos que desean colaborar para que los estudiantes chilenos puedan dar a conocer a viva voz sus demandas.

¿No es razonable buscar un oído atento cuando lo que se sufre es de esta magnitud?; ¿está ese oído atento aquí en Chile?; ¿el Presidente?; ¿sus Ministros?

Esperemos que se pueda concretar esta iniciativa que dada la contingencia todavía no llega a puerto; y esperemos que Dios y la Patria nos libren del chovinismo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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