¿Pueden las “circunstancias” servir de pretexto para no perseguir las violaciones a los Derechos Humanos? ¿Puede el “destino” y el miedo justificar el abandonar la defensa de las víctimas de asesinatos, torturas y secuestros? Ya sabemos la respuesta. Amenazado o no, el Poder Judicial dejó de cumplir su rol. No hay más vueltas que darle.
¿Podría un mandato comenzar peor? Difícil. ¿Podría el Presidente de la Corte Suprema iniciar su período con menor credibilidad y mayores críticas? Lo dudo. Sin embargo, Rubén Ballesteros ha superado todo pronóstico. Y las dificultades que ha enfrentado no son sólo producto –como muchos piensan– de su pasado. Son el resultado de su presente.
Las violaciones a los derechos humanos en época de dictadura no son algo nuevo. Tampoco la brutal intervención del régimen militar en el Poder Judicial, y menos el abandono de funciones de éste último.
Afortunadamente, durante los últimos años algunos magistrados han esbozado cierto arrepentimiento que podría ayudar a la reconstrucción de la paz social. Sin embargo, las recientes declaraciones del Presidente electo de la Corte Suprema no han hecho más que enlodar este valioso proceso y reabrir antiguas heridas.
[cita]¿Pueden las “circunstancias” servir de pretexto para no perseguir las violaciones a los Derechos Humanos? ¿Puede el “destino” y el miedo justificar el abandonar la defensa de las víctimas de asesinatos, torturas y secuestros? Ya sabemos la respuesta. Amenazado o no, el Poder Judicial dejó de cumplir su rol. No hay más vueltas que darle.[/cita]
Al ser consultado por el rol de la justicia durante la era de Pinochet, Rubén Ballesteros se ha remitido nada menos que a justificar el actuar de su institución en aquella tenebrosa época. Para él, los hombres somos víctimas de nuestras “circunstancias…” y ahí radicaría la expiación de sus culpas.
¡Ridículo!
¿Pueden las “circunstancias” servir de pretexto para no perseguir las violaciones a los Derechos Humanos? ¿Puede el “destino” y el miedo justificar el abandonar la defensa de las víctimas de asesinatos, torturas y secuestros? Ya sabemos la respuesta. Amenazado o no, el Poder Judicial dejó de cumplir su rol. No hay más vueltas que darle.
Sin embargo, el peor error del próximo presidente de la Suprema es tratar de convencernos de que no tuvo opción.
¡Absurdo!
¿Quién se podría tragar ese cómodo y simplista argumento? ¡Nadie! Ballesteros y muchos otros decidieron, voluntariamente, seguir siendo parte de ese aparato judicial intervenido y punto. Y eso agrava la falta.
Pero lo más importante es que don Rubén claramente desconoce que, independiente de que el hombre deba responder a situaciones difíciles y enfrentar destinos adversos, la opción es siempre individual. Y así como en dictadura algunos jueces decidieron renunciar a su derecho a defender la verdad y la justicia, otros valientes chilenos optaron por arriesgar sus vidas y enfrentar la tiranía. Ejemplos sobran. Así como ante la adversidad algunos hombres eligen ser villanos, otros eligen ser héroes. ¿Qué papel habrán elegido los jueces a que hace alusión Ballesteros? Sólo él podrá responderlo.
¿Cómo no entender entonces a las organizaciones de derechos humanos que fustigan su llegada? ¿Cómo no sumarse a sus críticas, si el primer gesto que vemos es un intento de validar la omisión imperante bajo el régimen militar? ¿Cómo no pedirle explicaciones a alguien que quiere aparecer como la víctima y no como el victimario? Hoy en día el país no necesita líderes que justifiquen la tiranía, amparándose en el “destino”. Hoy lo que Chile necesita es entender que el miedo y la presión jamás serán una justificación para el crimen y la cobardía. Chile ha dado a luz a miles de hombres y mujeres que jamás sucumbieron a amenazas ni a intereses mezquinos. ¿Habrá alguna vez escuchado de ellos el presidente electo? La respuesta es obvia.