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Profetas y políticos

Esteban Valenzuela Van Treek
Por : Esteban Valenzuela Van Treek Ministro de Agricultura.
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La política es el arte de lo posible, de transformar cuando hay protesta recurrente, de buscar mínimos comunes denominadores y actuar. Nada de eso ocurre. Todo se vuelve un cinismo estructural: Piñera ofreció diez reformas políticas y solamente ha aprobado la inscripción automática, aseguró elecciones de consejos regionales para estas municipales y no ocurrió nada. El movimiento por la educación pide rescatar la educación pública en un grito por la fraternidad y la valoración de la diversidad no segregada, pero en privado los detentadores del poder gozan la «funcionalidad de los paros» que siguen mermando la educación municipal y las universidades sociales.


Miles de estudiantes siguen movilizados, pero no piden urgencia al Gobierno para la ley de nueva autoridad pública en educación o sanciones a las universidades privadas o públicas que lucran…aunque como el poema de Bertold Brecht…a nadie le importó, ni al Gobierno ni a los dirigentes de la Concertación, tampoco a los dirigentes del Confech, que se desvanecen en una plataforma vaga, sin foco claro. La huelga general se vuelve un happening despolitizado, sin intensidad, sin conducción, sin aliados.

Un testimonio valioso, pero que puede volverse banal, endogámico, desesperanzado. Es un «empate catastrófico de fuerzas» (al decir de Gramsci); nadie pierde y nadie gana: la derecha perdió la oportunidad de verse reformista y terminar con el lucro desvergonzado con dineros públicos (parece no importarle su creciente intrascendencia electoral), el movimiento estudiantil se farrea la capacidad de concentrarse y tener victorias reales con fuerza política (la excepción es Revolución Democrática que entrará al ruedo de lo real representativo), y la opaca Concertación sigue siendo administrada por los accionistas de Bachelet, que esperan la segunda venida de la mesías para redimirla de todas sus omisiones. Son unos capitalistas rentistas ociosos, que no construyen nuevas agendas ni la demandada nueva convergencia social y democrática. Al decir del poeta Nicanor Parra; «chanchos con chalecos», aburguesados del alma.

[cita]La política es el arte de lo posible, de transformar cuando hay protesta recurrente, de buscar mínimos comunes denominadores y actuar. Nada de eso ocurre. Todo se vuelve un cinismo estructural: Piñera ofreció diez reformas políticas y solamente ha aprobado la inscripción automática, aseguró elecciones de consejos regionales para estas municipales y no ocurrió nada. El movimiento por la educación pide rescatar la educación pública en un grito por la fraternidad y la valoración de la diversidad no segregada, pero en privado los detentadores del poder gozan la «funcionalidad de los paros» que siguen mermando la educación municipal y las universidades sociales.[/cita]

Quieren irse a la cochiguagua (gran chilenismo) sin cambiar, aunque lo pida la gente, como perros falderos de la carismática popularidad de la ex Presidenta.

La política es el arte de lo posible, de transformar cuando hay protesta recurrente, de buscar mínimos comunes denominadores y actuar.

Nada de eso ocurre. Todo se vuelve un cinismo estructural: Piñera ofreció diez reformas políticas y solmente ha aprobado la inscripción automática, aseguró elecciones de consejos regionales para estas municipales y no ocurrió nada. El movimiento por la educación pide rescatar la educación pública en un grito por la fraternidad y la valoración de la diversidad no segregada, pero en privado los detentadores del poder gozan la «funcionalidad de los paros» que siguen mermando la educación municipal y las universidades sociales…Oídos sordos, falta de análisis crítico, fiesta «subversiva» con resultados conservadores, pérdida de base material para el cambio, desprecio y sarcasmo en la derecha que vive en su ghetto y en el motor insaciable del negocio fácil financiado por el Estado: ir tras la subvención, además «preferencial».

No hay elección de consejeros regionales y los adláteres del cambio del régimen político en el documento que abrió esperanzas en enero (DC y RN), brillan por su ausencia. No piden apurar fórmulas para el cambio del binominal, no pidieron urgencia para la elección de los COREs, no tienen fórmulas ni itinerario… Hay muchos profetas, pero no existen los políticos, aquellos que tejan mayorías, rompan con la visión corporativa de su grupo y construyan saltos cuánticos de consenso y nuevas esperanzas en el país del desgano (que se va extinguiendo demográficamente según el último censo). Como dijo el premio Nobel guatemalteco, Miguel Ángel Asturias, «vaya gobierno que hace como que hace, pero nada hace».

Mayol escribe simplificaciones y el Apocalipsis con el fin del lucro, ¿dónde están los políticos críticos para complejizar y poner matices a discusiones cada vez más sordas y polarizadas?

Las elecciones municipales son un fantasma. Se escribe más de la encuesta CEP, sobre las presidenciales, las eliminatorias o la pírrica reforma tributaria. La política local tampoco importa; únicamente la litis trivial de candidatos folclóricos y faranduleros. ¿Dónde están los rankings de buena gestión en educación municipal? ¿A quién le importan las munis que rinden cuenta y hacen participación en serio? ¿Cuál es el municipio con mejor ecuación entre sus ingresos (país real) y sus servicios de áreas verdes, salud primaria y oferta cultural integradora?

La política y los políticos son el instrumento clave para la virtud en la ciudad de todos. Debemos hacerles preguntas o un día de estos, ya no habrá política, y padeceremos una dictadura de nombre incierto.

Para este desafío no sirve un Presidente que mira el pasado (la decadencia final de la Concertación), se requieren políticos volcados al futuro, a construir el nuevo consenso constitucional y socioeconómico sin miedo a reformas sustanciales, que es posible consensuarlas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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