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Todos quieren que vuelva Bachelet Opinión

Todos quieren que vuelva Bachelet

Daniela López y Nataly Espinoza
Por : Daniela López y Nataly Espinoza Daniela López, es ex presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad Central (2011-2012). Nataly Espinoza es ex presidenta de la Federación de Estudiantes de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (2010-2011). Militantes de Izquierda Autónoma.
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Por otro lado, un actor preponderante en la esfera decisional chilena es el sector empresarial, que respecto al actual gobierno “siente que muchas veces no son amigos” y enfatiza, que “en los gobiernos de la Concertación entendieron que necesitaban a los empresarios”. De esta manera, hace un guiño político directo a la Concertación, para que les devuelva el orden social y les permita seguir aumentando sus fortunas.


Las revueltas sociales que se inician el 2011 y que tienen como principal protagonista al mundo estudiantil, no sólo cuestionaron los cimientos del actual modelo político/económico, sino que también lograron desordenar el escenario político y social marcando la agenda nacional. A su vez, siguen teniendo la capacidad para mantener abierto un conflicto a casi dos años de iniciado, e incluso después del obvio reordenamiento de la clase política en un clima electoral del 2013. Esta capacidad no es gratuita, se explica por diferentes razones en las que no ahondaremos, pero que si mencionamos: hartazgo social frente a las injusticias del sistema neoliberal dictatorial profundizado por la Concertación desde sus espacios de poder, la incapacidad de la clase política de hacerse cargo de los conflictos que aquejan al actual Chile —ni de visualizarlos por completo ni de planificar un mecanismo de resolución de estos—, la crisis de legitimidad institucional y el desorden del duopolio político para enfrentar los conflictos —desde el oficialismo con ineptitud en la conducción, y desde la Concertación como oposición más bien nominal al prescindir de un proyecto que se oponga políticamente a la agenda gubernamental—.

En este escenario descrito pareciera ser que el único salvavidas para la crisis de gobernabilidad y orden social que vive la elite política y empresarial, es la vuelta de Bachelet. Personaje que con más silencios que posiciones políticas, ha logrado mantener su legitimidad en la sociedad chilena. Su figura permite ordenar las filas al interior de la Concertación bajo un paraguas de unidad, y también el clima social asegurando paz en el edén empresarial. Este paraguas permite, efectivamente como lo señalan las estrategias comunicacionales electorales de la Concertación y el Partido Comunista, generar un bloque “Todos contra la derecha”. Pero desagreguemos dicha arenga mediante dos preguntas: ¿quiénes son “todos”?, y efectivamente ¿es contra la derecha?

[cita]El debate no debe centrarse solamente en el recambio generacional, ya que “existen jóvenes viejos y viejos jóvenes”, los primeros son los que alimentarán proyectos viejos, fracasados, y los segundos serán los que tengan voluntad de, que con sus experiencias y la experiencia de quienes han sabido capturar el apoyo mayoritario de la sociedad, construir un nuevo proyecto de mayorías que permita organizar al nuevo Chile no sólo para enfrentar la coyuntura electoral, sino para forjar los cimientos de un proyecto de largo aliento que vuelva a la política una herramienta realmente útil al 99 % de Chile que ha sido excluido de la esfera decisional.[/cita]

Respondiendo a la primera, el “todos” pareciera estar constituido por todos quienes estén en contra de los que estuvieron a favor de la dictadura, reviviendo el arcoíris del plebiscito del 88, incurriendo con esto en un error de lectura del actual Chile, donde lo que conflictúa al 70 % que apoya las demandas estudiantiles no es la dicotomía dictadura/democracia, sino que son contradicciones propias del capitalismo, transversales a la sociedad y que podemos, a modo de abstracción, aglutinarlas en la dicotomía del rol del Estado: Estado Subsidiario vs. Estado Garante de derechos. La mayoría de Chile está por el segundo, mientras que gran parte de este “todos” está por el primero, a saber, quienes conducen a la Concertación: el Partido Transversal.

Respondiendo a la segunda, es necesario retomar la discusión, casi romántica pero útil en este hilo argumentativo, en torno a qué significa la derecha. Porque si es por el segmento del espectro político asociado a posiciones conservadoras, capitalistas, religiosas y/o liberales, nos parece nuevamente que quienes defienden la idea de Estado Subsidiario son justamente estos sectores, no es necesario explicitar la unión de cabos. Por lo tanto, el “Todos contra la derecha” correctamente debería ser “Todos contra la Alianza”, pues la derecha también está representada en la Concertación, lo que se traduce en el poder por el poder.

En este orden de ideas, qué dicen los protagonistas ante un inminente gobierno de Bachelet.

Al interior de la Concertación, la reelección de Osvaldo Andrade —parte del partido transversal— en la presidencia del Partido Socialista, permite vislumbrar que dentro de aquel partido no hay voluntad de dar un giro a lo planteado históricamente por el PS concertacionista. Bajo el nombre “Unidad para  Bachelet”, su proyecto sólo evoca la misión de recoger simbólicamente firmas en favor de la re postulación de la ex mandataria a La Moneda en 2013, repostulación inminente pero que formalmente se anunciará en marzo, para lo cual se adelanta campaña de primarias como saludo a la bandera “democrática”. Desde la Democracia Cristiana, el panorama no es muy distinto, y en este momento prepara sus primarias en enero para competir con el único capital político con el que el PS —y la Concertación— cuenta. Respecto del Partido Comunista, su apuesta de “izquierdizar” a la Concertación desde dentro fracasó, esto al fortalecerse el pacto DC-PS luego de las elecciones municipales, por lo que su integración en el bloque sólo se traduce en la pelea por cupos en un “gobierno de nuevo tipo”, que de nuevo nada tiene, poniendo sobre la mesa no sólo la cantidad de votos, sino que en palabras de sus militantes, “la gobernabilidad” que el PC puede entregar desde sus dirigencias sociales, cuestión que además tiene más de aspiración que de realidad.

Por otro lado, un actor preponderante en la esfera decisional chilena es el sector empresarial, que respecto al actual gobierno “siente que muchas veces no son amigos” y enfatiza, que “en los gobiernos de la Concertación entendieron que necesitaban a los empresarios”. De esta manera, hace un guiño político directo a la Concertación, para que les devuelva el orden social y les permita seguir aumentando sus fortunas.

Es así, como se va ordenando el escenario para un segundo gobierno bacheletista, donde los diversos actores se ponen detrás de la figura de la ex presidenta y las elecciones 2013, intentando con esto el cierre prematuro del nuevo ciclo de luchas, teniendo como paraguas a Bachelet, re-legitimando a la vieja política, augurando un gobierno que volverá a dejar contentos a los banqueros y empresarios de siempre, a los mercaderes de la educación y a los dueños del retail. Con sabor a “orden público y social” se profundizará el libre mercado y la privatización, pero con un discurso populista y maternal de un Chile más justo y solidario, marcado por iniciativas que quieren cambiarlo todo para no cambiar nada.

Porque lo que sí es claro es que la Concertación carece de proyecto político, y este vacío en su historia lo ha llenado el proyecto instaurado en dictadura. Y por más que en el papel quepan todas las demandas de los movimientos sociales para asegurar su vuelta al poder, la concreción de dichas demandas quedará en manos de los mismos de siempre. Es por esto que la construcción de un proyecto refundacional de la política y de corte histórico para nuestro país ya no debe estar delegada en otros, quienes con nuevos y jóvenes rostros pero impulsando la vieja política que se niega a morir, intentarán coaptar e instrumentalizar al mundo social y sus demandas. Debe él mismo, esta vez, evitar ser sumado a iniciativas que buscan mantener el status quo y ser capaz de aportar al surgimiento del nuevo mundo que busca transformar el Chile que nos tocó vivir.

Y es que el debate no debe centrarse solamente en el recambio generacional, ya que “existen jóvenes viejos y viejos jóvenes”, los primeros son los que alimentarán proyectos viejos, fracasados, y los segundos serán los que tengan voluntad de, que con sus experiencias y la experiencia de quienes han sabido capturar el apoyo mayoritario de la sociedad, construir un nuevo proyecto de mayorías que permita organizar al nuevo Chile no sólo para enfrentar la coyuntura electoral, sino para forjar los cimientos de un proyecto de largo aliento que vuelva a la política una herramienta realmente útil al 99 % de Chile que ha sido excluido de la esfera decisional.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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