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Un mejor 2013 para la oposición

Ariel Medina Poloniolli
Por : Ariel Medina Poloniolli Cientista Político. Ex- Concejal de Til-Til. Militante PPD.
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Desde hace casi tres años los Partidos de la Concertación y de la oposición han sostenido una política más reactiva que propositiva y su desempeño ha estado más distante que cercano de lo que se entiende debe ser la misión de una oposición: desarrollar una plataforma de propuestas y políticas públicas distintas como base de alternativa de gobierno; captar y representar las tensiones y requerimientos de la sociedad y ofrecer gobernabilidad alternativa.

Durante este periodo su comportamiento ha carecido de norte estratégico y los aciertos y los avances tácticos fueron, con frecuencia, producto de los errores e impericia del gobierno, más que resultados de sus propios meritos y capacidad de iniciativa política. Durante todo este periodo la tendencia estructural estuvo marcada por los disensos intra e interpartidos y por la propensión a la fragmentación y la diferenciación propias de una fase postderrota. Todo lo anterior en el marco de un clima de opinión desfavorable para las instituciones y la política.

En el caso particular de los partidos de la Concertación su semblante opositor se vio afectado, además, por una suerte de bullying de las encuestas que mostraban sucesivamente una baja evaluación de sus atributos y desempeño por parte de la ciudadanía. Para hacer bien las cosas y buena política es esencial el buen estado de ánimo de los actores. Parece no haber sido el caso de la centro izquierda durante estos años.

Sin embargo, en la vida, como en la política, para todo el mundo empieza en algún momento a salir el sol. En ese sentido, las municipales de octubre marcan un momento decisivo.

Es cierto que en los meses previos a la elección municipal se fueron materializando diversas expresiones de unidad opositora respecto de temas relevantes como la reforma tributaria y la reforma de educación. Pero es el resultado del 28 de octubre lo que certifica que la convergencia y la unidad generan logros importantes. Cabe agregar que independientemente de la alta abstención,

Lo que cuenta en una elección son los votos que se cuentan. Se gana por presencia y no por ausencia. La cifra dura fija la divisoria entre ganadores y perdedores. En esa perspectiva la lista de concejales DC-PS y la lista PPD-PRSD-PC sumaron casi un 50 por ciento de adhesión, versus un 33 por ciento de la derecha.

También después de octubre los partidos de centro y de izquierda incorporan en sus agendas la conformación de una comisión programática pensando en un posible nuevo gobierno; empieza a madurar la necesidad de una estrategia parlamentaria (más que un acuerdo) y se legitima el mecanismo de primarias para la consecución de dichos objetivos.

Todo lo anterior no es providencial. Ha sido posible porque convergen elementos de diagnóstico compartido respecto del nuevo ciclo que vive la sociedad chilena. Gana terreno una visión común sobre la necesidad de abordar importantes transformaciones en los planos económico, social y político-institucional. Se asume que la viabilidad de este proceso pasa  por crear una nueva mayoría y definir un programa que dé cuenta de las demandas ciudadanas.

Parece que la política progresista empieza a recuperar la semblanza y la altura de sus mejores momentos. Las ideas y las convicciones ganan espacio por sobre los cálculos de poder. O, dicho de otra manera, se avizora la retoma del gobierno para concretar visión y misión. Parece que los actores tienden a alinearse con un nuevo proyecto o tarea colectiva en desmedro de las identidades e intereses exclusivamente partidistas. El bien común sobre el bien personal.

El desarrollo de este camino diferente depende ahora no solo de las ganas y voluntad de los actores implicados. Sera necesaria también una elevada cuota de lucidez y desprendimiento, porque hay aspectos claves a definir y clarificar.

¿Se trata del quinto gobierno de la Concertación con un sello propio de mayor énfasis en el cambio que en la administración y con algunos nuevos invitados? ¿O será el primer gobierno progresista de una nueva etapa para que Chile avance a una sociedad más igualitaria?

¿Estamos ad portas de un proyecto de país que aborde seriamente cambios profundos? ¿O la motivación es simplemente táctica y se remite a la conquista del gobierno con un programa de reformas circunscrito a la realidad y los condicionamientos propios del plazo de 4 años?

En cualquiera de los casos (y esto sí puede parecer providencial) podría ir adquiriendo perfil y contenido un nuevo ‘‘relato” progresista, independientemente del liderazgo que lo encarne en su primer momento. Lo importante es que estamos en presencia de un escenario que permitirá a los partidos de centro y de izquierda la oportunidad de darle sentido histórico a su accionar, restituir dignidad a la política y reducir la distancia con la gente.

(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl

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