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Allamand: Arquitectura de un relato

Alejandro González-Llaguno
Por : Alejandro González-Llaguno Sociólogo, analista político y encuestólogo.
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Tuvieron que pasar 41 años para que un proyecto político y un proyecto de vida se juntaran y materializaran en una candidatura presidencial. En efecto, en Enero del 2013 a la edad de 57 años, es proclamado oficialmente candidato presidencial de Renovación Nacional y precandidato presidencial de la derecha chilena, Andrés Allamand. Un político de profesión y de vocación.

Una figura política que no sólo se preparó toda su vida para este sitial, sino también soñó y trabajó por ese objetivo. Por ello, el hecho político de su proclamación puede ser interpretado como la “crónica de una proclamación anunciada”. Han pasado los años y ha llegado el momento.

Desde que puso en marcha su campaña presidencial con su entrada al gabinete en Marzo del 2011 y con su “proclamación oculta” en Junio del 2012, se ha ido construyendo su discurso y práctica presidencial. ¿Qué define, identifica y caracteriza ese relato?, ¿cuáles son sus ideas fuerza?, ¿sus tácticas de posicionamiento?; en definitiva, ¿cuál es su arquitectura política?

Hay cuatro pilares que definen la arquitectura de su relato y que se articulan en dos niveles —o pisos—; mientras en el primero encontramos la trayectoria y el diagnóstico del Chile de hoy, en el segundo sus tácticas de posicionamiento y su proyecto del Chile del mañana.

1. La Trayectoria, el aprendizaje y la experiencia. La columna vertebral de su despliegue es su trayectoria política. Luego de un largo aprendizaje ha llegado el momento de ser candidato presidencial. No sólo hay aprendizaje, sino también contactos, vinculaciones y toda la caja de herramientas que se usa en el mundo del poder y de la política.

Hemos escuchado en innumerables oportunidades que a los 16 años empezó a luchar contra la Unidad Popular, que participo en el “Acuerdo Nacional”, que fundó un partido para institucionalizar la acción política del sector, que formó parta de la “política de los acuerdos” que sentó las bases de una transición exitosa, que fue dirigente de partido, parlamentario y ministro. Ha llegado, por tanto, el momento. Todo esto, finalmente, lo convierte en un presidenciable preparado y capacitado que no es producto de la publicidad ni de la improvisación.

Allamand es la experiencia, el carácter, la capacidad de articular —y buscar acuerdos—, la inteligencia. En definitiva, el político profesional e institucional. El mismo afirma que “antes de resolver qué profesión quería estudiar, decidí que dedicaría mi vida a lo público”.

En definitiva, los desafíos del Chile de hoy son políticos; y, se requiere, por tanto, habilidad y experiencia política.

2. El diagnóstico. Allamand, en su discurso de proclamación destaca que “el punto de partida de esta campaña es el Chile de hoy”. ¿Qué caracteriza este momento político e histórico?

El mismo afirma que Chile “es hoy una sociedad más compleja… Ha disminuido la pobreza pero seguimos teniendo un muy disímil acceso a oportunidades educacionales, laborales y culturales… el mismo desarrollo ha traído nuevas brechas… hay demasiadas diferencias entre los chilenos”.

Esta referencia es importante, por cuánto, reconoce que el Chile de hoy está fuertemente cruzado por “demasiadas diferencias”. En este punto encuentra una de las causas del actual malestar. Sin embargo, esta situación encuentra raíces en el gobierno de Bachelet. Lo deja claro, cuando afirma que “todo ese negativo proceso se acentúo durante el último gobierno de la Concertación… se hizo evidente que algo andaba mal: Chile languidecía en lo económico…; era evidente el debilitamiento político… y la paz social se resquebrajaba”.

El gobierno, también es parte del diagnóstico. En general, hay una visión positiva de la “obra Piñera”. Destaca que “ha debido lidiar objetivamente con graves problemas: un desolador terremoto; revertir tendencias económicas y sociales negativas y afrontar una diversidad de problemas escondidos años bajo la alfombra”. No obstante, el complejo escenario en el que debió gestionar la administración Piñera, hay grandes logros y avances; sobre todo, en el plano económico. En general, se ha seguido el camino correcto hacia el objetivo del desarrollo; sobre la base, de un modelo exitoso.

Sin embargo, hay que “mejorar lo bueno, abordar lo pendiente y corregir lo insuficiente: mejorar lo bueno es, por ejemplo, que los que ya tienen trabajo tengan ahora mejores remuneraciones… y que los abusos  hacia los consumidores se erradiquen… Abordar lo pendiente es, por ejemplo… acometer con determinación el mejoramiento de nuestras ciudades para hacerlas más humanas… Corregir lo insuficiente, es por ejemplo, redoblar los esfuerzos para combatir la delincuencia”.

Finalmente, entre los aspectos a corregir destaca la gestión política: el mayor déficit de este gobierno. En esa dirección  afirma que hay “mejorar los lazos entre los partidos de la Coalición por el Cambio y el futuro gobierno. Siempre lo he dicho: Los partidos no sólo sirven para ganar elecciones, son piezas claves a la hora de gobernar… No sólo vamos a ganar las elecciones juntos, vamos a gobernar juntos”.

3. Tácticas de posicionamiento. La arquitectura de su relato muestra que frente al diagnóstico que hace del Chile actual se instala la “columna vertebral” de su discurso: la trayectoria. Luego, sobre la bases de este primer nivel estratégico, pasa a definir las tácticas de posicionamiento presidencial. En esa dirección, por tanto, debe definir y establecer relaciones políticas con el gobierno, con el sector, con los “presidenciables”, con la oposición y con los ciudadanos.

En relación al gobierno la postura es de apoyo total a la obra y a la forma en que se está aplicando el modelo. La distancia tiene que ver con el rol de los partidos y de la política en el seno de la gestión Piñera. En efecto, no sólo se requiere eficiencia en la gestión, sino también negociación, capacidad de anticipar y resolver conflictos; en definitiva, falta “muñeca política”. La primaria oficialista lleva tres meses de acción; y las tensiones que se han generado con el Gobierno —como una forma de diferenciarse y alejarse de una gestión mal evaluado por los ciudadanos— han sido mínimas. Hay mucha prudencia. Hay miedo al descuelgue.

En relación al sector, su discurso busca mantener la unidad política del sector; eso, es lo central. En general, el sector tiene unidad de discurso —salvo, diferencias comunes a toda organización— en los económico, político y social. En rigor, no hay grandes tensiones como para romper una alianza histórica que encuentra raíces en el régimen militar. Hay pragmatismo y poco riesgo. Sin duda, hay claridad de que no se puede dañar la base de apoyo socio-político para la presidencial de verdad.

Frente a Golborne. La distancia con su “primer rival” se marca desde que se define la columna vertebral de su relato basada en la trayectoria: “trayectoria v/s mérito”. Son comunes sus afirmaciones en torno a que su candidatura no es producto del “pragmatismo, de la publicidad, de las encuestas, ni de la simpatía. En términos de tensiones y “peleas” ha sido una campaña muy poco agresiva —mucho “guante blanco”—. Parece, que a veces se olvida que debe disputar —en primer lugar— espacios de posicionamiento con Golborne.

Frente a la Concertación. También en su arquitectura política hay referencias a la oposición en general —Concertación + PC—. Mientras seduce al centro cristiano y liberal; se aleja —fuertemente— de la izquierda que plantea asamblea constituyente, educación pública gratuita y de calidad y nacionalización de los recursos naturales. Para Allamand, la Concertación y el PC no tiene nada que ofrecer a Chile. Se insiste e insistirá en esta dimensión de los posicionamientos. Van a recordar que Bachelet no está sola.

Frente a Bachelet. Para Allamand “es posible” ganar la próxima presidencial. Ha llamado al optimismo desde el primer momento; ya que, lo separa de la Concertación-PC sólo cinco puntos porcentuales. Lo ha dicho: Bachelet es el candidato a vencer. No debe olvidar, sin embargo, que debe conquistar al electorado de su sector y luego convocar al centro político e independiente para ganar la batalla final de Noviembre.

La disputa de espacios de posicionamiento con la “santa del silencio”  ha sido dejada para Marzo. Se dieron cuenta que no se podía seguir discutiendo con un “fantasma”.

Desde ese momento comenzará una nueva fase. Desde el oficialismo —Allamand incluido— se ha insistido hasta la saciedad de que llegará el momento de sacarla al pizarrón. Será, una avalancha de preguntas e interpelaciones; el eje del enfrentamiento en este flanco va estar puesto en el mal gobierno que hizo Bachelet —Transantiago, estancamiento económico, déficit educacional y 27F—.

Sin embargo —y, lo quiero plantear ahora— uno de los efectos políticos de la sacralización que se ha hecho de la figura de Bachelet, es que va asumir una posición de “meta coyuntura”; es decir, va trabajar sobre líneas programáticas generales y rectoras de la acción política. Habrá escuderos que darán la pelea chica del día a día. Aparecerán los primeros voceros y Ministros del Interior. Bachelet, viene de otro mundo. Viene con una misión: transformar el Chile Neoliberal. Viene, a instalar la “cruzada de la igualdad”.

Su capital político será una de las condiciones necesarias para impulsar las transformaciones que el Chile de hoy demanda. Por ello —y, no es casualidad— que “el modelo” será puesto en tela de juicio en la presidencial. Por primera vez, en muchas décadas, el modelo estará en el juicio público y político.

5. La propuesta y el programa. De algún modo, su proyecto país es el contacto que establece con los ciudadanos.

A la fecha, hay un conjunto de ideas sobre distintos sectores y situaciones del país, que no alcanzan a configurar un programa. Por ello, en su discurso de proclamación sólo hay lugares comunes que podrían ser parte del programa presidencial de cualquier actor político. Sólo, se han identificado ejes de la futura gestión.

El relato que ha ido construyendo en lo esencial es la continuidad de la triada de este gobierno: “sociedad de oportunidades, valores y seguridades”. El eufemismo, establece que “nuestra idea de Chile articula los conceptos de capacidad, justicia y comunidad”. Nada nuevo.

¿Quién soy, qué veo, qué hago y qué quiero? son los pilares de su relato; en definitiva, trayectoria, diagnóstico, tácticas de posicionamiento y proyecto configuran la arquitectura teórica de su campaña político-presidencial. Hasta el momento ha sido un diseño “poco exitoso” en la perspectiva de que con Golborne si bien las distancias se ha acortado, no ha sido capaz —hasta la fecha— de generar condiciones para ganar la primaria. Tampoco, ha sido exitosa en generar una candidatura más competitiva para enfrentar a Bachelet: ni como presidenciable ni como sector.

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