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Una nueva forma de Gobierno para Chile

Francisco Soto Barrientos
Por : Francisco Soto Barrientos Doctor en Derecho. Miembro del Consejo Directivo del proyecto #TuConstitución
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Chile debería acotar el mandato otorgado por los chilenos al Presidente de la República y a los parlamentarios. El voto programático, la revocación de mandato, el referéndum revocatorio son mecanismos que hoy conviven de manera exitosa con sistemas Presidencialistas, Semi-Presidencialistas o Parlamentarios en el mundo, sin que en ninguna de estas experiencias haya afectado la democracia representativa.


El debate sobre la forma de Gobierno es uno de los temas más controvertidos en los últimos 40 años de historia constitucional chilena. Los trabajos de Heise (1974), Valenzuela (1978), Rivadeneira (1991) Godoy (1992) Micco y Saffirio (2000), Huneeus (2005) y Ruiz-Tagle (2012) entre otros, dan cuenta de la continuidad que esta discusión ha tenido en el tiempo. Quizás fue justamente esta reflexión la que impulsó las reformas constitucionales del año 2005, orientadas a dotar al Congreso de más y mejores mecanismos de control gubernamental, me refiero a la interpelación a los Ministros y la obligación de que éstos concurran a las sesiones especiales.

A mi juicio durante la vigencia de la Constitución de 1980, en particular en el último tiempo, se ha hecho evidente la necesidad de identificar mecanismos donde la participación de la ciudadanía pueda convivir y potenciar el actuar de los órganos constitucionales. La idea es no debilitarlos ni ponerlos en tela de juicio como ocurre hoy en Chile.

La actual carta otorga rango constitucional y autonomía a órganos constitucionales cuyas máximas autoridades no son elegidos de manera representativa. Por si esto fuera poco, los iguala en su jerarquía con aquellos que sí lo son. Finalmente, entiende la representación política como una suerte de mandato amplio que contempla como único mecanismo de control ciudadano la no reelección. Todo esto ha terminado encapsulando la actividad política en una espiral de deslegitimación, que traerá insospechadas consecuencias para nuestro país.

[cita]Chile debería acotar el mandato otorgado por los chilenos al Presidente de la República y a los parlamentarios. El voto programático, la revocación de mandato, el referéndum revocatorio son mecanismos que hoy conviven de manera exitosa con sistemas Presidencialistas, Semi-Presidencialistas o Parlamentarios en el mundo, sin que en ninguna de estas experiencias haya afectado la democracia representativa.[/cita]

Para recomponer la relación entre órganos constitucionales y la ciudadanía, es básico partir por establecer concretamente que la titularidad del poder del Estado sea ejercida por el pueblo. Esto que se conoce como soberanía popular, debe ser entendido de acuerdo con el jurista alemán Böckenförde como “(…) un poder pleno de disposición sobre la configuración del orden político y social. A él le corresponde establecer las bases de la ordenación política de la vida en común”. No puede existir, dice este autor, una legitimación que, después de establecida, pueda volverse “autónoma”.

Por tanto, una materia que deberá resolverse en una nueva carta es la jerarquía de los más de 10 órganos no representativos que nuestro actual modelo asigna un rango constitucional con niveles de autonomía y falta de responsabilidad que no tienen precedente en el derecho comparado.

Pero además, Chile debería acotar el mandato otorgado por los chilenos al Presidente de la República y a los parlamentarios. El voto programático, la revocación de mandato, el referéndum revocatorio son mecanismos que hoy conviven de manera exitosa con sistemas Presidencialistas, Semi-Presidencialistas o Parlamentarios en el mundo, sin que en ninguna de estas experiencias haya afectado la democracia representativa.

En las elecciones pasadas, tanto Eduardo Frei, como Marco Enríquez-Ominami propusieron varios de estos mecanismos participativos y se comprometieron, uno a flexibilizar el actual modelo presidencialista y el otro optaba por la fórmula Semi-Presidencial. No obstante, ninguno de ellos profundizó mayormente en este vínculo.

En consecuencia, el debate sobre la forma de Gobierno, luego de más de 20 años de vigencia de nuestra constitución, no puede ser visto como un tema que involucra únicamente la relación entre funciones legislativas, ejecutivas, judiciales, entre otras, sino que además debe crear un espacio institucional para la participación, que sea capaz de integrar de manera efectiva la opinión de los chilenos en las decisiones públicas. Estos son algunos de los temas pendientes que los candidatos a la Presidencia deberán enfrentar el próximo año.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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