Publicidad

Allamand-Golborne: del «guante blanco» al «guante rojo»

Alejandro González-Llaguno
Por : Alejandro González-Llaguno Sociólogo, analista político y encuestólogo.
Ver Más


La pugna Allamand-Golborne por el caso Cencosud ha sido entendida por distintos analistas y actores de las política como una coyuntura extremadamente compleja al punto que ha sido interpretada como un “misil”, como una “bomba de racimo” o como una “tormenta perfecta” que pone en jaque de manera definitiva y terminal la esperanza de ganar el gobierno en Noviembre y darle continuidad al proyecto de la centroderecha. Es más, se ha puesto en duda la realización de las primarias en el sector: ¿Qué escenarios se abren a partir de esta coyuntura?

La primaria oficialista ha transitado del “guante blanco” al “guante rojo”. Entre noviembre y marzo se vio una campaña insípida atrapada en la “lógica del buen vecino” que terminó por estancar ambas candidaturas. Al avanzar los días, el tono fue subiendo. Allamand pasó a la ofensiva y comenzó a golpear a Golborne; había comprendido que para ganar a Bachelet, tenía, en primer lugar, que ganar a Golborne.

En ese contexto, se inserta la tesis que empezó a circular hace un mes de que ambos candidatos estaban empatados. De ese modo, luego de largos meses Allamand había acortado las distancias. En efecto, encuestas internas del gobierno y del comando mostraban esta realidad. Y como siempre ocurre con el uso político de las encuestas, en la UDI también existían datos; que, no obstante, indicaban lo contrario. En ese contexto aparece la encuesta de la Universidad Diego Portales que mostraba por un lado que Golborne era más que Allamand en términos electorales y, por otro, que estaban empatados entre los “votantes seguros”. La competencia quedaba abierta. Golborne se desinflaba.

Sin embargo, como un fantasma empezó a circular la idea de que la candidatura de Golborne estaba agotada y que se estaba desinflando. Este hecho, refuerza la tesis de sectores de la UDI de que era mejor bajar al ex Cencosud y llevar un candidato del partido a la primera vuelta. No obstante, Melero, la directiva, el comando y los “coroneles” cierran filas en torno a Golborne.

En medio de esa coyuntura Allamand lanza un “misil” —un regalo de la Suprema— que abre una coyuntura que no sólo hace tambalear la opción Golborne, sino también tensionan las relaciones UDI-RN y complica al gobierno. Y, en definitiva, entierra la posibilidad de que el sector siga en La Moneda.

Allamand, dio el primer golpe. La justificación política y moral de su accionar se encuentra en el hecho de que el rol jugado por Golborne como Gerente de Cencosud pone una lapida a las aspiraciones presidenciales del sector. “Aquí nos jugamos la elección… no podemos contradecir lo que ha sido un sello del gobierno de Piñera y RN: la defensa del consumidor” ha dicho Allamand. La fundamentación de esta tesis se sustenta en el hecho de que el abuso a los consumidores por parte del capital es uno de los ejes de la campaña presidencial y que los electores —por lo demás, todos consumidores— van a dar su voto a quien mejor interprete el anhelo de generar condiciones de mayor igualdad en la relación capital-consumidores. Para Allamand, Golborne es parte del engranaje de los abusos y con su conducta no sólo ha abusado de los consumidores, también los ha legitimado: la Corte Suprema lo ha ratificado.

El daño político ya está hecho. La racionalidad de clase y la necesidad política no podrán cerrar la herida mortal que se le ha dado a la opción presidencial del oficialismo. Pero, deberán recomponer los compromisos. Por ahora, sólo queda salvar la recta final del gobierno y generar condiciones no sólo para obtener un buen rendimiento electoral de su lista parlamentaria —y evitar el desmantelamiento del neoliberalismo local—, sino también reducir lo más posible la derrota presidencial de noviembre.

Ahora, la pelota la tiene la UDI y sólo hay que esperar sus decisiones. En esa dirección, lo primero que deben resolver es si van o no a la primaria. La primera reacción del partido fue poner en duda su participación en el evento. Hablaron de plazos para decidir. Y ello, condicionado por el hecho de que el miércoles vence el plazo legal para inscribir candidaturas. La incertidumbre se instala cuando Golborne dice por un lado que su “compromiso con la primaria sigue vigente” y por otro que “las agresiones recibidas condicionan la realización de primarias… —y que—… no estamos dispuestos para que este clima prime en las primarias”.

La decisión que se tome en la UDI en torno a esta disyuntiva está estrechamente vinculada a la posibilidad de bajar a Golborne y poner a uno de los suyos a competir: Matthei y Longueira son los nombres que han circulado —desde enero—. Estas dos decisiones en el contexto de la coyuntura abren cuatro escenarios. Veamos cada uno.

Primer escenario. Van a la primaria con Golborne. Lo primero a despejar es si siguen o no apoyando al ex Cencosud. Si bien se especula que hay voces que piden otra alternativa y que es “mejor perder con uno de los suyos”, la probabilidad de bajar a Golborne son escasas.

Hace meses que la UDI se convenció de que Laurence es la mejor opción y el más competitivo. Tampoco hay tiempo para esa operación, ni valientes para sucederlo. La UDI lo ratifica y apoya. En esa dirección, Melero ha dicho que Golborne tiene “un absoluto y total apoyo… que ese apoyo no está en cuestión… y que es nuestro candidato”.

Queda, no obstante, dilucidar si van o no a la primaria. Cómo vimos, la duda la instalaron. En estos momentos deben estar evaluando en que escenario el partido y la UDI se fortalecen o debilitan más. Han dicho que entre 48 y 72 horas deberá estar resuelto el tema. La decisión tiene efectos múltiples. En efecto, no sólo el gobierno se verá salpicado, sino también la lista parlamentaria y la dinámica que va asumir la lucha presidencial en el oficialismo.

El gobierno. El Senador Navarro dijo en su momento que la ley de primarias estaba hecha a la medida para salvar la tensión Allamand-Golborne. En efecto, el gobierno se la jugó por las primarias no sólo por lo que menciona Navarro, sino también por el hecho de que dicha ley es uno de los ejes centrales de su agenda política que tiene por objetivo “rejuvenecer la democracia chilena”. El gobierno quedaría muy mal parado sin primaras oficialistas.

Es más, no sólo desde el gobierno se vienen escuchando —hace mucho tiempo— sobre las bondades del mecanismo, sino también muchos actores del sector lo han dicho y repetido en innumerables oportunidades. El propio Golborne tiene un amplio inventario de opiniones favorables a las primarias. Piñera quiere primarias. El gobierno necesita primarias.

Lista parlamentaria. El oficialismo podrá dar por perdida la presidencial; pero, lo que no puede hacer es darse el lujo de debilitar su peso legislativo. En términos parlamentarios el oficialismo tiene una estrategia defensiva. En efecto, no busca vencer a la lista opositora. Su objetivo es neutralizar la ofensiva de la oposición que busca doblajes y obtener los quórum necesarios para el programa de la inclusión y de no más abusos. El episodio Allamand-Golborne no es un cisma para el sector. El oficialismo necesita unidad parlamentaria.

Dinámica presidencial. Con primarias o sin primarias la carrera presidencial del oficialismo está dañada. La única manera de neutralizar el “guante rojo” es competir en la primaria. El daño ya está hecho y la herida ha sangrado. Si no hay primaria no hay ninguna razón para no seguir en esa dinámica —la del “guante rojo”— durante la competencia en la primera vuelta.

En ese escenario, la competencia ya no sería por ganar la primaria; ahora, deberán competir por salir segundo y pasar a segunda vuelta. Las probabilidades de crispar aún más la competencia político-electoral al interior del oficialismo son mayores en un escenario de primera vuelta. ¿Qué sentido tiene pacificar el sector, romper el pacto de la primaria y competir en una primera vuelta… y de paso debilitar su lista parlamentaria?

La decisión de seguir o no en la primaria, también está condicionada por el factor Bachelet. La pregunta que hay que hacer en esta perspectiva es por las probabilidades —altas o no— de que Bachelet gane en primera vuelta. Es más factible ese hecho ¿con una candidatura o con dos candidaturas?

La experiencia del sector dice que las dos veces que fueron en una lista —el ‘99 y el 2009— estuvieron a treinta mil votos de ganarle a Lagos y en la segunda ganaron la presidencial. Hay otro hecho que fortalece la opción por este escenario: que Golborne le gana a Allamand en la primaria. Justamente, un tema ampliamente debatido en las últimas semanas. Para Golborne, es más probable ganar la primaria que salir segundo en la primera vuelta.

Segundo escenario. Van a la primaria con otro candidato. Esta opción tiene muy bajas probabilidades de ocurrencia.

Tercer escenario. No van a la primaria y llegan a la primera vuelta con Golborne. Esta es la opción que se ha barajado en las últimas horas y que se debe dilucidar en los hechos en  pocas horas más. ¿Por qué la UDI pone en duda la realización de primarias?; ¿es tan grave y fundamental lo ocurrido como para romper un pacto?

El análisis anterior muestra que el oficialismo tiene más que ganar en un escenario de primaria, que en un escenario de primera vuelta. En esa perspectiva, es más probable y lógico que las tensiones aumenten entre ambos sectores.

Es más, Golborne en la competencia de una primera vuelta estará muy debilitado. Ya se instaló y posicionó en la opinión pública como haber participado de los “abusos contra los consumidores”. Del mismo modo, estará asociado a los paraísos fiscales y a no haber declarado sus platas. Los ciudadanos no consideran razones ni explicaciones. Las ideas ya se instalaron y posicionaron en la subjetividad de cada elector.

En ese escenario, Golborne recibirá no sólo de la oposición, sino también del propio Allamand. Su opción ha sido severamente dañada. Sentirse agredidos, no es suficiente razón para romper el compromiso con la primaria. Como tampoco, lo es la preocupación de Golborne de que Allamand y RN “no respetaran el resultado de la primaria?”

Cuarto escenario. No van a la primaria y llegan a la primera vuelta con otro candidato. Según el análisis de los otros escenarios identificados este es el menos probable.

La decisión la tiene la UDI. Y el dato que tiene para decidir, es que su candidatura ha sido dañada, ha perdido credibilidad y se ha ido debilitando. Ya, no “es posible”.

Publicidad

Tendencias