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¿Qué busca Longueira?

Alejandro González-Llaguno
Por : Alejandro González-Llaguno Sociólogo, analista político y encuestólogo.
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Han pasado las horas y las decisiones del gremialismo han sido tomadas. Como siempre la realidad termina superando la imaginación, lo razonable y lo deseable. La coyuntura que se abre luego del golpe de “guante rojo” que Allamand le propició a la candidatura de Golborne ha sido compleja no sólo por el contexto y los tiempos en los que deben decidir, sino también porque la decisión tiene efectos de poder de suma relevancia para el futuro del oficialismo.

En efecto, el buen o mal terminó de la gestión Piñera, las probabilidades de la sucesión, las dinámicas que va asumir la campaña presidencial, las relaciones entre UDI-RN, el futuro de la lista parlamentaria y el peso político de la UDI, son los aspectos más significativos que se van re-definir a partir de la decisión que el gremialismo ha tomado en torno a Golborne y a la primaria.

La UDI debió tomar tres decisiones: seguir participando en la campaña presidencial con un representante, definir el candidato y elegir el mecanismo. La primera interrogante fue rápidamente resuelta: la UDI seguía en carrera. Luego, debían definir si siguen con Golborne o levantan otro presidenciable. Presionados por la coyuntura y los tiempos tomaron la decisión de “bajar” al ex Cencosud: le dieron “las gracias” y se fue.

A los minutos llegó Longueira; la nueva carta presidencial del partido. Se iba el que “abusaba de los consumidores” y llegaba el que defendía a los consumidores. Se iba el presidenciable de la “nueva política” y llegaba en pleno la “vieja política”.

Este hecho, vino a ratificar el secreto a voces que circulaba en los pasillos del poder: Golborne está desinflado. Por ello, la “bajada” del ex Cencosud debe entenderse en dos dimensiones; en el corto y largo plazo. En efecto, en el corto plazo está el caso de los “abusos y de los paraísos fiscales” y en el largo plazo, una candidatura debilitada, sin peso ni liderazgo político que cada día perdía fuerza electoral.

Era evidente que la “opción Golborne” estaba dañando el posicionamiento del gremialismo y poniendo en riesgo su peso político durante los próximos años. Había que dar un golpe; y, no dudaron en hacerlo. De ese modo, el ex Cencosud recibía en un lapso de cinco días dos golpes mortales: el de Allamand y el de Longueira.

Longueira no sólo venía a fortalecer la campaña del gremialismo, sobre todo, su lista parlamentaria, sino también a “defender el modelo con ajustes” y evitar que Chile perdiera su “oportunidad histórica de alcanzar el desarrollo”.

Finalmente, deben resolver la tercera interrogante: ratificar o desahuciar el mecanismo de primarias. Luego de intensas horas de negociaciones el gremialismo ha definido competir con Longueira en el contexto de las primarias.

En un análisis anterior identifiqué cuatro escenarios que emergen luego del golpe que Allamand le da a la candidatura del gremialismo. Ellos son: que participen en primarias con Golborne, que participen en primarias con otro candidato, que vayan a la primera vuelta con el ex Cencosud y que vayan a primera vuelta sin Golborne. Ya sabemos, lo que han decido.

En rigor, cada escenario era y es complejo para la UDI. A la vez, cada uno de ellos tenía sus ventajas y desventajas. Todos eran probables. Obviamente, uno más que otros. Todo, finalmente, dependía de los objetivos que definían para la nueva fase. En pocas horas y en medio de una soterrada disputa interna, debían evaluar los riesgos de cada escenario.

Los dos escenarios que más probabilidades tenían de ocurrencia y que más rentaban al gremialismo consideraban la participación en las primarias con Golborne o con otro candidato. Lo relevante eran las primarias; es decir, el mecanismo y no el presidenciable. En efecto, la ratificación de las primarias era lo mejor para todos; para la UDI, para Allamand, para RN y para el gobierno y su agenda democrática. De ese modo, no sólo se reducían y acortaban —en tiempo— las tensiones de la competencia, sino también se generaban condiciones favorables para recomponer la unidad y fortalecer la lista parlamentaria del sector.

Del mismo modo, los dos escenarios menos probables y de menor rendimiento político y electoral para el oficialismo es el que consideraba competir en una primera vuelta ya sea con Golborne o con otro candidato.

Primer escenario. Competir en la primaria con Golborne. Como vimos, la primaria es la mejor opción para el oficialismo. Sin embargo, la piedra de tope para este escenario era la presencia de Golborne. El diagnóstico era contundente: ya “no era posible”. Entonces, surge un problema: ¿cómo bajarlo? y ¿cómo hacer lo impresentable, como algo presentable?; ¿cómo reducir los efectos negativos de esta operación?

No sólo hay voces en la UDI que estaban por seguir con Golborne y la primaria, sino también variables que aconsejan seguir con el ex Cencosud. Los elementos que fortalecían la opción de Golborne eran tres:

a. Golborne, ya tenían en marcha un relato y una forma de vincularse con la ciudadanía —lo que hasta ese momento era el proyecto presidencial del gremialismo ¿Qué le va decir la UDI a los ciudadanos y potenciales electores?; ¿van a cambiar el relato y la forma de contactarse con la gente?, ¿en qué queda el relato de la meritocracia?

b. Golborne, seguía siendo el más competitivo del sector. De hecho, el martes —a horas de su despedida— un diputado mencionaba que el fin de semana había hecho campaña y que la opción de Golborne no estaba dañada. En la misma dirección, Longueira afirmaba en La Moneda que “no soy el mejor candidato”. En efecto, aún herido, Golborne podía ganar la primaria. En efecto, el ex Jumbo seguía siendo competitivo en ese escenario. Si bien estaba debilitado, las encuestas le seguían siendo favorables. Lo negativo, era la tendencia. Surge la duda: ¿hay otro en la UDI que pueda ganar la primaria?

c. Mantener a Golborne —aun sabiendo, que era una candidatura débil y dañada— tenía que ver con un gesto humano, de lealtades y de compromisos. Con esta operación la UDI ha ratificado ser el partido más pragmático del país. Cuando Golborne tenía buenos rendimientos, su postulación era viable y competitiva. Cuando perdió fuerza y estaba en el suelo, sus “mentores” lo dejaron sólo, lo bajaron y le dieron las “gracias”. Esto me parecía y parece impresentable. Pero, esto es política .Veremos, en las próximas semanas los efectos negativos y no deseados que este hecho puede generarle al gremialismo.

Segundo escenario. Compiten en primera vuelta con Golborne. Este escenario no sólo era el más ineficiente y negativo desde el punto de vista electoral y político para la UDI y el oficialismo, sino también el de menos probabilidades de ocurrencia. Golborne, lo tenía claro y lo manifestó: no estaba dispuesto a ser candidato en una primera vuelta.

En este escenario no sólo se mantiene un candidato débil que prolonga la agonía —aun cuando haya ganado las primarias—, sino también se instalan tensiones desde todo flanco —desde la oposición y desde el propio Allamand.

Pero, en la coyuntura política de las grandes definiciones no se podía seguir sin liderazgo, peso ni experiencia política. No se podía prolongar la agonía. En un escenario con Golborne era mejor perder en la primaria.

Tercer escenario. Compiten en primaria con otro candidato. Este era un escenario tan probable como el que consideraba primarias con Golborne. Sin embargo, seguir con el ex Cencosud era muy complejo; “in viable” han dicho. Pero, poner en marcha esta operación tenía y tiene efectos negativos que pueden anular las ventajas que tiene cambiar al candidato. Luego de los cálculos respectivos, la UDI decidió bajar a Golborne y poner a Longueira.

La ventaja de este escenario es doble; confirma primaria y “revitaliza” la opción presidencial del gremialismo. La contradicción, es que este fortalecimiento no tiene que ver con ganar la presidencial. Con esta decisión han cambiado los objetivos políticos de la fase. En efecto, la estrategia de llegar a La Moneda con un gremialista —aunque, Golborne no lo sea— ha sido relegada al olvido. Las prioridades han cambiado.

Para la UDI, las probabilidades de ganar en este evento con Golborne son tan reales como con Longueira. La primaria oficialista está abierta. Si bien Longueira tiene alto rechazo ciudadano y baja intención de voto, es un candidato que “gana elecciones”. No se puede decir lo mismo de Allamand que ha perdido y ha sido subsidiado en términos electorales.

No obstante, el escenario cambia radicalmente para Longueira cuando se trata de la primera vuelta. En esta competencia aparece menos competitivo que Allamand. Por ello, Longueira ha llegado para fortalecer la lista parlamentaria del gremialismo, para defender el modelo y aumentar la influencia política de la UDI durante la gestión Bachelet.

Una de las desventajas de esta opción tiene que ver con los efectos negativos que genera la salida de Golborne a nivel externo e interno; es decir, con lo que pase a nivel de la opinión pública —la imagen que queda— y con la correlación de fuerza al interior del gremialismo y las heridas que se abren. Este flanco está abierto.

La vinculación de Longueira con el caso Censo puede debilitar el objetivo político de esta operación. Sin embargo, todo indica que no debería ser dañado mayormente. Es un flanco y un riesgo que lo tiene neutralizado.

Cuarto escenario. Compiten en la primera vuelta con otro candidato. Este escenario era el menos probable y el de menor rendimiento político-electoral para el oficialismo. Era malo para el gobierno, para Allamand y RN. Sin embargo, es el mejor escenario para el gremialismo.

La decisión del gremialismo ya la sabemos. La decisión que tomaron fue compleja, arriesgada, valiente y muy política. Para ello, ha debido combinar pragmatismo, “inteligencia política”, disciplina e instinto de sobrevivencia. Sin duda, ha sido una buena decisión. A medida que pasan las horas y Longueira comienza su relato y a mostrar su estilo se va ratificando el hecho de que la decisión que tomaron ha sido acertada.

Sin embargo, si la opción Golborne fue un error de principio a fin —o una “pérdida de tiempo” como casi dice Longueira en una entrevista—, ¿qué seguridad tienen hoy los gremialistas de que no siguen cometiendo errores?

Todo ha sido muy rápido. Todo ha sido producto del cálculo político. El factor sorpresa ha sido fundamental. No habrá paz hasta el 30 de Junio. La historia de esta coyuntura no se ha cerrado. El sector ha ganado en tonelaje político; pero, pierde en votos, credibilidad y confianza. La derecha se ha derechizado. La primaria ha terminado y ha ganado Allamand. Ahora, comienza la otra primaria; la primaria corta. Ha ganado la política y la campaña presidencial se ha politizado.

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