Publicidad

Bajar a Golborne y salvar el modelo

Alejandro González-Llaguno
Por : Alejandro González-Llaguno Sociólogo, analista político y encuestólogo.
Ver Más


La “operación Longueira” plantea muchas interrogantes. Sin embargo, hay dos que quiero abordar; ¿cuáles fueron las condiciones políticas que hicieron posible la “bajada” de Golborne? y ¿qué objetivos de poder hay detrás de esta operación?

Las condiciones políticas que sustentan la “operación Longueira”. El “misil” que disparó Allamand no sólo destruyó la opción presidencial de Golborne, sino también la del gremialismo. Desde ese momento, la opción del hijo de Maipú pasó a ser “inviable”. El candidato había quedado mortalmente herido.

Hasta ese momento circulaba el diagnóstico de que Golborne se estaba desinflando. Había encuestas que mostraba la baja. La UDI estaba inquietaba. Lo que más le preocupaba, era que la “performance” de su candidato estaba dañando de manera importante su capital político y electoral; en definitiva, su peso parlamentario futuro.

Por ello, la “bajada” del ex Cencosud debe entenderse en dos dimensiones; en el corto y largo plazo. En efecto, en el corto plazo está el caso de los “abusos y de los paraísos fiscales” y en el largo plazo, una candidatura débil y sin liderazgo político que cada día perdía fuerza electoral.

Junto a la “debilidad estructural” de Golborne y al “misil Allamand” hay un tercer elemento que contribuye a configurar las condiciones socio-políticas que hacen posible la “operación Longueira”. Se trata, de que la coyuntura presidencial tiene como eje central del debate programático, político y electoral la cuestión del modelo. Lo que está en juego en esta coyuntura, por tanto, es el tipo de sociedad y de desarrollo que se va comenzar a construir.

Finalmente, a estos tres elementos se agrega uno más. Se trata, de que en el país se han generado condiciones políticas, electorales, económicas y sociales para impulsar una amplia agenda de transformaciones; que está orientada a desmantelar el neoliberalismo local.

Los objetivos de la “operación Longueira”. El escenario anterior no podía seguir. Había llegado el momento de cambiar los objetivos de una fase. El gremialismo no se podía hundir con el ex Cencosud. No sólo bastaba con bajar a Laurence; había, que controlar el partido y evitar que la directiva siguiera cometiendo errores. La “operación Longueira”, por tanto, no solo implica suceder a Golborne, sino también controlar e incidir en la directiva del partido. Melero, Novoa y Coloma también han quedado heridos.

He identificado cuatro objetivos políticos:

1. Fortalecer a la UDI y defender sus posiciones en el parlamento. Golborne estaba debilitando el área de influencia de la UDI y poniendo en riesgo su futuro político y parlamentario. Desde el “golpe blanco” que se ha dado al interior del gremialismo se comienza a recuperar la unidad, la mística, la capacidad de trabajo y el proyecto popular.

Longueira, tiene la misión de fortalecer la lista parlamentaria para evitar los doblajes potenciales que rondan en el ambiente, para no perder posiciones de poder frente a RN y peso en el Congreso. De hecho, en estas parlamentarias la UDI es el partido que más arriesga. De este modo, la mejor lista —sobre todo, a nivel senatorial— no debe estar sometida a los vaivenes de mayorías desconocidas y circunstanciales. Por ello, la primera decisión es no hacer primarias parlamentarias y ubicar las fichas donde sea más rentable. Longueira interpreta este hecho como una vuelta al “origen de la UDI”.

2. Defender el modelo. La fase que se abre desde la irrupción del malestar ciudadano es política e ideológica. Lo que está en juego son los principales enclaves económicos, políticos y simbólicos del neoliberalismo chileno. Los arquitectos del modelo, tienen la misión moral y política de defender la obra. La preocupación es evidente y razonable.

Nueva Constitución, Reforma Tributaria, nuevo Código Laboral, Descentralización político-espacial, educación de calidad, pública y gratuita, Nacionalización de recursos naturales —agua y litio—, AFP pública, fin a los abusos y deslegitimación del «lucro» son algunos de las dimensiones que ponen en jaque las bases del modelo.

3. Legitimarse como interlocutor del gremialismo y del sector ante la “agenda de la igualdad”. Las palabras de “buen vecino” que ha emitido en sus primeras entrevistas y discursos hacia la izquierda, hacia Bachelet y hacia la Concertación son señales que no sólo buscan reducir el enfrentamiento en la coyuntura presidencial, sino también generar condiciones políticas para negociar los cambios al modelo que se van a impulsar en la próxima administración ¿Con quién —de la futura oposición— va a articular consensos y acuerdos el gobierno de la “Nueva Mayoría”?

“Crecimiento/Progreso con inclusión” es el relato que se ha instalado, al menos, en el gremialismo. Lo afirmaba Golborne y hoy lo repite Longueira. Están dispuestos a que se instale y opere la agenda de la inclusión. Por tanto, la nueva fase debe fundarse en un nuevo pacto. Longueira, viene a jugar ese rol.

4. Generar condiciones para un segundo gobierno de la alianza. Este objetivo es complejo y contradictorio. Hay que entenderlo en dos planos; el primero, en que no se puede hacer pública la percepción de que la presidencial está perdida y que se buscan otros objetivos; menos aún, cuando no se han contado los votos. Y en segundo lugar, hay que competir y llegar a “cada rincón de Chile” con el mensaje de que es bueno para el país que haya un segundo gobierno de la Alianza y que no se pierda la oportunidad histórica de alcanzar el desarrollo.

De este modo, Longueira no sólo viene a fortalecer el rol político del gremialismo a corto y largo plazo, sino también a potenciar la opción presidencial del oficialismo como una forma de lograr su objetivo principal.

Pero, en ese tránsito la derecha ha ganado en tonelaje político; pero, ha perdido en votos, en credibilidad y en confianza. Igual que los otros aspirantes al gobierno, comienzan a mirar en el horizonte el 2018.

Publicidad

Tendencias