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Evelyn: la Mary Poppins fallida Opinión

Evelyn: la Mary Poppins fallida

Gonzalo Bustamante
Por : Gonzalo Bustamante Profesor Escuela de Gobierno Universidad Adolfo Ibáñez
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Su campaña es un “cosismo” retro que no alcanza a moda vintage (no hay objeto de valor que le asigne esa categoría). No existe una visión ni narración de lo que se espera del país respecto de las grandes reformas político-sociales que en los últimos años han aparecido en las calles. ¿Se creerá que son temas que a la ciudadanía no le importan?


Mary Poppins fue de esos personajes de ficción que llegaron a ser de culto. La institutriz que volaba con su paragua y que  altera con su fantasía la vida de la familia de Mister Banks (un aburrido banquero de la city de Londres) se inmortalizará pasando su figura de la literatura al cine, así como a la contra-cultura de fines de los 60 donde se reemplazará su paragua volador por el LSD. Simbolizó la capacidad de remecer la realidad.

Evelyn Matthei, cuando irrumpe como candidata, hizo pensar a algunos (quizás con ingenuidad de niños fantasiosos) que sería algo así como una Mary Poppins: con el encanto y arrojo de estremecer un mundo y destino que parecía inexorable en su resultado.

No ha sido el caso. Más bien su figura se asemeja a la moda actual de películas y seriales en que zombies deambulan por ciudades. Es un muerto viviente.

¿Qué explica esto?

Ha carecido de la decisión necesaria para tomar definiciones normativas que generen un carácter y le falta (ya sea por condición propia o influencia de terceros) la debida percepción de qué espera hoy el país.

[cita]¿Qué sería hoy de su candidatura si con menos temores y ataduras hubiese sido ella quien anticipa la crítica a la derecha por lo obrado durante la dictadura? Si nos guiamos por lo que se conoce hasta ahora sobre sus  propuestas de reformas políticas y constitucionales: van por el mismo despeñadero. Son tan insuficientes que no sólo hacen pensar que con ellas nunca ganaría sino que además —de tropezar con el poder— no sería ni conveniente ni bueno para el país.[/cita]

Veamos.

Primero cultivó a lo largo de su carrera política una imagen de una mujer liberal dentro de RN. Cuando aún era militante llegó a señalar que no descartaría una alianza de esa colectividad con fuerzas como el PPD (en esa época con notoria presencia liberal-centrista en sus filas). Posteriormente ha sido “UDI desmarcada”; tanto es así que ella misma reconoció no ser “querida” internamente. Sus posiciones sobre divorcio, aborto y uniones civiles han diferido claramente con la oficial del gremialismo.

¿Qué ha hecho en su campaña? Anunciar que todo eso quedará congelado ya que representa un sector  que en temas de libertades individuales (eso es al final del día los llamados temas valóricos) piensa distinto a ella. La UDI y sectores conservadores de RN impondrán —con el público reconocimiento de su impotencia de quien aspira a liderarlos— la conocida tranquilidad de un Mister Banks sobre cualquier osadía. En esa área no habrá nada parecido a una Mary Poppins.

No ha sido muy distinto el caso sobre las definiciones de la derecha en temas como violaciones a los derechos humanos y reconocimiento de errores históricos. A pesar que en infinidad de columnas y entrevistas se anunciaba el impacto que tendría  los 40 años del Golpe —entre esos lo hizo David Gallagher miembro de su comando— y que además era una obviedad; optó por no anticiparse y pasar a ser una comentarista de lo que Piñera y sus ministros hacen o dicen sobre la materia. Como el Presidente y gente como Hinzpeter han estado en lo correcto; el tratar de ser un comentarista que se “distinga de ellos” solo la ha llevado a declaraciones torpes o inocuas.

¿Qué sería hoy de su candidatura si con menos temores y ataduras hubiese sido ella quien anticipa la crítica a la derecha por lo obrado durante la dictadura?

Si nos guiamos por lo que se conoce hasta ahora sobre sus  propuestas de reformas políticas y constitucionales: van por el mismo despeñadero. Son tan insuficientes que  no solo hacen pensar que con ellas nunca ganaría sino que además —de tropezar con el poder— no sería ni conveniente ni bueno para el país.

Chile necesita legitimar sus instituciones y la constitución actual ya no cumple con esa función. ¿Qué habría de esperarse de un candidato que percibe una realidad tan evidente como esa? Que presente un proyecto sustantivo de reformas que signifiquen en la práctica una nueva carta para ser discutida en el Congreso para que lo ahí acordado se plebiscite para la validación final de la ciudadanía. Lo otro es simplemente dar vuelta la espalda a la realidad y eludir el debate.

Matthei o tiene el diagnóstico equivocado sobre este tema o no posee el carácter para imponerse a los fácticos que están en el error.

¿Qué ha hecho hasta ahora?

Recurrir a ideas que la derecha ocupó como armas en otras elecciones pero que para la sociedad actual están absolutamente demodé. Promesas sobre delincuencia, ingresos, ataques a Cuba y al comunismo —como si estuviéramos en plena Guerra Fría—; y frases sueltas de que se estará al lado de la gente. Súmele propagandas radiales sin alegría con voces duras y un eslogan tan “penetrador” como “un 7 para Chile”.

Su campaña es un “cosismo” retro que no alcanza a moda vintage (no hay objeto de valor que le asigne esa categoría).

No existe una visión ni narración de lo que se espera del país respecto de las grandes reformas político-sociales que en los últimos años han aparecido en las calles. ¿Se creerá que son temas que a la ciudadanía no le importan?

P.L.Travers, la escritora británica (una bisexual rupturista para su tiempo) que dio vida a Mary Poppins, logró captar las necesidades de una sociedad que venía de sufrir la primera Guerra Mundial y padecía la depresión económica. Es un personaje que con su fantasía desafiaba y encarnaba los valores de una época.

En palabras de Greenblatt representó la circularidad de la energía social de un momento histórico. Por eso el efecto esperado por algunos de un “remezón Matthei” ya no fue.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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