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¿Ranking de instrucción o ranking de formación?

Vale la pena entonces reflexionar sobre cuál es el real interés que las universidades tenemos en formar profesionales capaces de asumir su rol de manera solidaria y con responsabilidad social.


La discusión actual ha centrado el debate en el acceso a la universidad para aquellos estudiantes que han mostrado un desempeño destacado en sus notas de Enseñanza Media. Se nos señala que este indicador tiene correlación con un buen desempeño académico en el sistema de educación superior.

Sin embargo, nos parece necesario cambiar el foco. Es urgente pensar en qué profesional consideramos que nuestro país necesita para la sociedad que queremos. Las decisiones futuras serán tomadas en gran parte por profesionales que actualmente cursan estudios superiores o están en proceso de ingresar a la educación superior.

Sobre estos jóvenes descansará la responsabilidad de liderar nuestro país. Vale la pena, entonces, reflexionar sobre cuál es el real interés que las universidades tenemos en formar profesionales capaces de asumir su rol de manera solidaria y con responsabilidad social.

[cita]Vale la pena entonces reflexionar sobre cuál es el real interés que las universidades tenemos en formar profesionales capaces de asumir su rol de manera solidaria y con responsabilidad social.[/cita]

Si reconocemos esta motivación, entonces creemos que hay que ir más allá en la búsqueda de los talentos. Pero de “todos” los talentos. No solamente necesitamos al estudiante con alta capacidad para adquirir “instrucción”, como es lo que se está planteando al medir el ranking de notas, sino que también debemos buscar a aquel estudiante que es solidario, que ha optado por ejercer el liderazgo en otros ámbitos, que ha complementado su formación con aspectos de carácter más integral, como la vinculación con lo social, el compromiso con los otros, la preocupación por el medio ambiente, el trabajo en equipo, actividades deportivas, la responsabilidad social, entre otros, lo que se traduce en estudiantes que han sido parte de los centros de alumnos, scouts, misiones, trabajo comunitario, etc. Esta adscripción puede haber afectado el desempeño de su instrucción académica, medida a través de las notas y su posición relativa con sus pares.

Tenemos que abrir la posibilidad de que aquellos que, siendo meritorios, destacan por su liderazgo, por su responsabilidad o compromiso social. Esa es la nueva mirada, la mirada de una sociedad que opta por un desarrollo social justo.

Los invitamos a centrar la discusión en cómo logramos, a través de un ranking global, valorar también los aspectos mencionados, que son parte de la formación integral del futuro profesional que este país necesita.

Además de valorar el desempeño académico, valoremos también el desempeño integral.  Diseñemos un “ranking de formación”, más que un “ranking de instrucción”. En cierta medida, para las universidades su trabajo se vuelve más fácil al recibir a alumnos que ya han demostrado sus capacidades académicas. Sin embargo, se está corriendo el riesgo de dejar fuera a alumnos que aportarán al debate de las ideas, a la formación con compromiso, a la integralidad de la educación.

Apostemos por nuestros jóvenes líderes en responsabilidad social.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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