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Incendio del Local


Un antiguo epigrama inglés describe las sucesivas etapas de una francachela de amigos muy regada, las cuales reproduzco de memoria y sin ninguna exactitud: 1) Aumento del volumen de las voces; 2) Cantos obscenos; 3) Discursos incoherentes, abrazos efusivos y algunas reyertas; 4) Quebrazón de vasos; 5) Destrucción del mobiliario; y 6) Incendio  del local.

El tránsito entre el socialismo moderado del quinto Gobierno de la Concertación (el de Sebastián Piñera), y el socialismo real del primero de la Nueva Mayoría está quemando etapas y llegando prematuramente al Incendio del local. La primera etapa iba a ser un “cambio de ciclo” y la implantación del “otro modelo”, pero ya se pasó a hablar de “la aplanadora” y, recién, sin mediar más que unos pocos días, se retiran los proyectos educacionales de Piñera y se anuncia el uso de “la retroexcavadora” que destruirá “hasta los cimientos” del modelo anterior.

El socialismo moderado de Piñera pretendía vaciar mil millones de dólares más de mayores impuestos en ese tonel sin fondo que se llama Ministerio de Educación (lo que se transformó en otra “piñericosa”, pues la recaudación del impuesto a la renta disminuyó); y también buscaba fundar más órganos burocráticos inútiles como la “Superintendencia de Educación” (¿para qué, si ya hay un Ministerio monstruoso? Además, había una Superintendencia de ese nombre ya en los años ’50. ¿Qué se hizo?); la “Agencia Nacional de Acreditación” y el “Sistema Único de Financiamiento Estudiantil”, amén de perseguir sin misericordia “el lucro”, para que nadie pudiera ganarse la vida como emprendedor de la enseñanza.

Cada vez más burocracia y menos libertades. Y ahora vienen nuevas iniciativas de ley que nadie ha dicho qué van a proponer, pero todos lo sabemos: la ENU, Escuela Nacional Unificada, el sueño inconcluso de Allende para formar al “hombre nuevo”, individuo llamado a repetir las “verdades” que le ordene el partido único brotado de la Asamblea Popular que, a su vez, va a surgir de la Asamblea Constituyente instalada “por las buenas o por las malas”. Se espera que a futuro la repetición de las “verdades populares” oficiales no tendrá otra interrupción que la necesaria para vocear periódicamente acusaciones atroces contra el Enemigo Público Número Uno, Augusto Pinochet. Y todos los programas de la Televisión de la Verdad Única van a ser como el de anoche de la Pamela Jiles: torturas, asesinatos, secuestros de nobles muchachos idealistas.

Por supuesto, de la receta de la libertad ya nadie se acuerda. Para que no se olvide, ella recomienda: disolución del Ministerio de Educación y entrega de los billones de pesos anuales que cuesta a las familias vulnerables para que elijan el colegio o la universidad de sus hijos, en un clima de libre creación de establecimientos con o sin fines de lucro y con  amplia libertad para elaborar sus programas y métodos de estudio.

En la sociedad libre la calidad de la enseñanza daría un gran salto adelante, pues la educación particular pagada chilena ha demostrado que alcanza resultados similares a la de los países más avanzados (pero esto siempre se silencia).

Pero olvidémonos de eso. Michelle 2.0 está muy empoderada. Cuando puso al hijo de los cuatro Lexus en La Moneda, con el agravante de que se llama Sebastián, supe que se había creído el cuento.  No olvidemos que su modelo es Fidel, el irreductible. Recuerdo que cuando vino en 1972 y vio el desastre que había, casi de los alcances del de su patria, declaró: “Me voy más duro, más convencido y más marxista-leninista que nunca”.

Entonces ¿qué va quedar después del incendio del local? Tal vez haya que partir otra vez, en cuatro años más, casi desde cero, como hace cuarenta. Pero ojalá sea para aplicar la receta de la libertad y sin que en La Moneda haya ningún Sebastián.

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