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Reforma Laboral: hacia un nuevo pacto social

Raúl Requena
Por : Raúl Requena Director del Programa Laboral y Seguridad Social de Fundación Progresa
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Somos una sociedad desconfiada, Chile necesita más diálogo social y eso tiene nombres propios: Prácticas Laborales Razonables, Pacto Social o Reforma Laboral, pero no cualquiera. Se trata de una reforma que perfile un nuevo pacto social, con temas que no afectan la competitividad y supervivencia de las empresas y que respete cabalmente la dignidad de los ciudadanos.


Los progresistas relacionamos Reforma Laboral con Pacto Social, cuyas cláusulas incluyen consensos sobre lo que pueden y deben hacer trabajadores y empleadores en materia laboral, social y económica. Es una idea muy distintiva de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Pero toda reforma o pacto se afirma en la confianza. Según la OCDE, solo un 13% de la población en Chile confía en las demás personas, muy por abajo del promedio de la región, que alcanza el 59%. Esto impide mejores acuerdos entre empleadores y trabajadores. En consecuencia, la reforma debe servir para terminar con la desconfianza y desigualdad.

Los alcances de un pacto social se extienden más allá de una reforma laboral común. Es necesario lograr consensos sociales y políticos mínimos sobre el rol de la empresa y los trabajadores. La idea de este pacto social se asocia a un diseño claro y consensuado de una ruta de navegación de mediano y largo plazo.

En el actual momento de la economía nacional, determinado por una desaceleración del crecimiento, el contexto para grandes reformas es reducido; sin embargo, no podemos desconocer que en los últimos 20 años, Chile ha sido unos de los 25 países que más ha crecido a nivel mundial, el segundo que más lo ha hecho en la OCDE y el que más crece en América Latina. Es, además, según el informe del Panorama Social de Organización Internacional del Trabajo (OIT), el país con mayores grados de formalidad laboral en América Latina y El Caribe. Entre 1990 y 2013, Chile ha cuadruplicado su ingreso per cápita, situándose en la categoría de países con Ingresos Altos.

[cita]Somos una sociedad desconfiada, Chile necesita más diálogo social y eso tiene nombres propios: Prácticas Laborales Razonables, Pacto Social o Reforma Laboral, pero no cualquiera. Se trata de una reforma que perfile un nuevo pacto social, con temas que no afectan la competitividad y supervivencia de las empresas y que respete cabalmente la dignidad de los ciudadanos.[/cita]

No obstante el crecimiento, en muchas empresas no se respeta la legislación laboral; generando aquello un obstáculo para la creación de un sistema laboral justo. Sin embargo, la idea de una reforma laboral encuentra hoy un ambiente favorable en el país. Al menos dos razones explican aquello. Por un lado, la evidencia de que las buenas practicas laborales constituyen una poderosa herramienta de contención ante los efectos nocivos de la desaceleración (reducción del empleo, los ingresos y el consumo). Por otro, el convencimiento de que una adecuada reforma respaldada por una enérgica fiscalización, contribuye a la equidad y el desarrollo productivo.

¿Qué tipo de reforma se necesita para lograr ese pacto social, que ha demostrado ser eficaz en otros países? Considerando que nuestro modelo de crecimiento se ha distinguido por una marcada desigualdad, la reforma bien podría ser integral o abordar algunas áreas como la capacitación –si se orienta bien la capacitación y se aumentan las competencias laborales, los trabajos van a ser mejores y los salarios también o la lucha contra la desigualdad mediante el fortalecimiento de la negociación colectiva–.

Una mejor responsabilidad social es un factor clave en la reforma –evitar los abusos, concretamente las prácticas antisindicales, y sancionarlas con todo el rigor cuando existan– es vital para instalar prácticas laborales razonables y acuerdos marcos de segunda generación en función de los desafíos del país.

El actual modelo de relaciones laborales, heredado del Plan Laboral de 1979, tiene características que hacen de Chile un “caso especial”. Sin posibilidad de negociar más allá de la empresa, con una huelga altamente restringida y con la posibilidad de reemplazar a los trabajadores, se ha generado un progresivo deterioro sindical. Nuestro modelo opera bajo un esquema absolutamente descentralizado donde prima el nivel de empresa, al estilo de EE.UU, Inglaterra y Canadá.

¿A que nos referimos con prácticas laborales razonables? El reemplazo de trabajadores que están en huelga viola los principios de Libertad Sindical del Convenio número 87 de la OIT. Tenemos la peor distribución del ingreso entre los países de la OCDE; una de las más bajas tasas de sindicalización, apenas un 14% y solo el 15% de las empresas negocia colectivamente. Esto no es razonable.

La reforma debe revertir esta situación. Es preciso mejorar las remuneraciones y la participación para que el trabajador se sienta incluido. Es importante considerar el consenso alcanzado entre la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), y la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), incorporando además a otros interlocutores. El desafío es equiparar las condiciones de los actores.

Hay algunos avances importantes, al consenso alcanzado entre la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), se debería incorporar además a otros interlocutores.

Tras el retorno a la democracia, Chile comenzó un proceso de regulación laboral limitada, que intento dotar de mayor protección a un mercado laboral altamente liberalizado. Con el tiempo se han originado cambios menores en el Código del Trabajo, se aumentó el salario mínimo, y finalizando los ’90, comenzó una utilización de políticas activas de mercado laboral (capacitaciones, planes de empleo, y otros). Dicho proceso no modifico la ideología del Plan Laboral. De este modo, a casi 34 años de su implementación, hoy se mantienen incólumes los enclaves laborales de la dictadura. Sin duda se requieren normas más justa para que los beneficios del crecimiento lleguen a todos, en otras palabras; recuperar el sentido tutelar de la legislación laboral.

¿Cómo optimizar la confianza entre empresarios y trabajadores? Apoyamos una reforma que permita a los ciudadanos vivir mejor y que las empresas tengan mayor competitividad. Suponemos que este propósito es compartido por todos. Estamos convencidos de que con sindicatos representativos y con una negociación colectiva equilibrada, Chile puede corregir la inequidad generada en la distribución del ingreso y de paso saldar, en parte, la deuda con el sindicalismo, principal actor en la recuperación de la democracia

En la actual relación donde el empleador tiene todo, ¿Cómo se puede establecer un diálogo real si el trabajador esta siempre bajo la orden de subordinación? Un nuevo Pacto Social requiere ser lo suficientemente tolerante como para incorporar los desafíos de corto y largo plazo

Apoyamos una reforma focalizada en el Libro IV del Código del Trabajo, es decir; Titularidad Sindical (el sindicato debe ser el principal sujeto de la negociación y dueño de los beneficios obtenidos, no los grupos negociadores paralelos; de esta forma la extensión de los beneficios la decide el sindicato); Simplificación de la Negociación Colectiva (acotar los plazos de presentación del proyecto; respuesta del empleador; periodo de negociación y mediación y procedimiento para decretar la huelga) y Piso Mínimo (reconocer como base de una negociación, los acuerdos obtenidos en la negociación anterior), entre otros. Estos temas no afectan la competitividad de las empresas.

En muchos países ha sido evidente la recuperación de la productividad como herramienta transparente y democrática de distribución de utilidades. Este avance es parte del pacto social necesario para que las empresas promuevan participación, desarrollo y respeto a la normativa laboral.

Los desafíos que Chile enfrenta en la actualidad confirman la necesidad de avanzar hacia un nuevo Pacto Social y lograr mayores niveles de cohesión social entre los actores claves. La experiencia internacional muestra como en otros países se han impulsado reformas que han tenido éxito en construir consenso sobre los principales problemas laborales. Los Países Bajos, España, Irlanda, Brasil, Costa Rica y Uruguay han facilitado el desarrollo de las organizaciones sindicales, mediante reformas con carácter de pacto social.

Cuál es la Reforma Laboral que Chile necesita? Se requiere una reforma que contribuya a aumentar la productividad laboral, somos el país menos productivo y el segundo con el mayor número de horas trabajadas en la OCDE.Una reforma que promueva a la empresa y el trabajo como las grandes palancas para cerrar las brechas de equidad que persisten, el 80% de los hogares vive con menos de $600 mil.Una reforma pro empleo para los trabajadores que permanentemente no acceden al mercado laboral, mujeres y jóvenes.

Somos una sociedad desconfiada, Chile necesita más diálogo social y eso tiene nombres propios: Prácticas Laborales Razonables, Pacto Social o Reforma Laboral, pero no cualquiera. Se trata de una reforma que perfile un nuevo pacto social, con temas que no afectan la competitividad y supervivencia de las empresas y que respete cabalmente la dignidad de los ciudadanos.

*Fe de erratas: El artículo Reforma Laboral: hacia un nuevo Pacto Social utilizó como referencia el estudio Panorama Sindical y de la Negociación Colectiva en el Chile de los US$ 22.655 de Fundación Sol, disponible en el siguiente link http://bit.ly/1zn1R65.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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