Publicidad

Las «Sincronías» de Klaus

¿Cómo dijo? ¿Una “sincronía” entre alguien que luchaba por más libertad y democracia en Alemania Oriental y alguien que luchaba por, precisamente, establecer en Chile un régimen como el de Alemania Oriental? ¿Qué sincronía es ésa?


Klaus Schmidt-Hebbel nos regaló el martes en El Mercurio uno de sus artículos llenos de “datos duros” y aparentemente irrefutables, referido esta vez al contraste, en 1989, entre Alemania Occidental, democrática, próspera y libre, con Alemania Oriental, sometida a un régimen totalitario, retrasada y carente de libertades, habiendo partido ambas de un mismo punto inicial.

Era un análisis brillante, hasta que decidió incluir en él lo que llamó “sincronías”, dos de las cuales (eran tres) no daban cuenta de sincronización alguna y, seguramente en el afán de exhibir “corrección política”, desvirtuaban la prestancia del artículo. Pues, al referirse a que el actual presidente alemán Joachim Gauck, antes de la unificación fue perseguido “por el totalitarismo comunista”, hace esta sorprendente afirmación textual: “Así como –primera sincronía que quiero destacar— la Presidenta Bachelet fue perseguida por la dictadura chilena”.

¿Cómo dijo? ¿Una “sincronía” entre alguien que luchaba por más libertad y democracia en Alemania Oriental y alguien que luchaba por, precisamente, establecer en Chile un régimen como el de Alemania Oriental? ¿Qué sincronía es ésa?

La biografía de Bachelet, de Andrea Insunza y Javier Ortega, que no son periodistas de derecha, establece que ella ayudaba al MIR con traslados entre casas de seguridad. Ese grupo terrorista recibía apoyo de regímenes como el de Alemania Oriental (dato duro: consultar el libro “Stasi” de John Koehler). Y después Michele Bachelet convivía con el vocero del FPMR en la época en que “El Mercurio” (26 de marzo de 1986) publicaba dos páginas con las fotografías de los 47 uniformados caídos recientemente a manos de ese grupo terrorista y del MIR. ¿Qué quería Klaus que hicieran los servicios de seguridad con ella? ¿Qué la condecoraran? Estuvo unos pocos días detenida, NO fue torturada (personalmente se lo vi y oí reconocerlo a ella en la TV) y le fue permitido dejar el país.

Sigo con la segunda “sincronía” de Klaus, textual: “La gran mayoría de los ex exiliados en los regímenes comunistas sigue callando, porque es tuerta en su ojo derecho. Así como es tuerto –segunda sincronía–, pero en su ojo izquierdo, aquel grupo de chilenos que firmaron su propio contrato implícito con nuestra dictadura criolla”. ¿Quiénes serían esos “firmantes”? ¿Lo sería Eduardo Frei Montalva, cuando decía al ABC de Madrid, “los militares han salvado a Chile y a todos nosotros”? ¿O lo serían los obispos cuando decían, en su declaración “Evangelio y Paz” de septiembre de 1975, “Nosotros reconocemos el servicio prestado al país por las Fuerzas Armadas, al liberarlo de una dictadura marxista que parecía inevitable y que había de ser irreversible”? ¿Eran todos tuertos del ojo izquierdo? Es verdad que hubo muchos que, cuando el peligro había pasado, “sanaron” milagrosamente de ese ojo izquierdo y empezaron a hablar de “dictadura”.

Es que esta es la Historia de Chile aprendida en cátedras como la del paradigmático panel de los gobernantes del país de la “Confitería Torres”. Si uno la estudia en ese pedagógico diagramado, se encuentra con que a un Presidente llamado Salvador Allende, que gobernaba un país cada vez más parecido a Alemania Oriental, hasta 1973, lo sucede inmediatamente otro gobernante llamado Patricio Aylwin, que en 1990 asume la Presidencia en un país democrático y libre, asombrosamente parecido a Alemania Occidental. ¿Qué milagrosa “sincronía” ocurrió entremedio? Sólo un “tuerto de ambos ojos”, al que comúnmente se le llama “ciego”, podría explicarla, con la ilustrada ayuda del dueño de la “Confitería Torres”. Algo fue «borrado» de la memoria chilena y suplantado por otra cosa, que es lo que la mayoría cree hoy. Ocurrió «una sincronía» general.

“Finalmente”, termina Klaus su artículo, “la tercera y más notable sincronía histórica, en 1989-90, es el derrumbe completo del régimen totalitario de la RDA y la unificación alemana, que ocurren simultáneamente con la transición ordenada desde el régimen militar a la democracia en Chile”.

Aquí sí que estoy totalmente de acuerdo. Hubo sincronía. Siempre he sostenido que la única transición registrada en el país fue la de 1989-90, estrictamente apegada al itinerario dispuesto en la Constitución de 1980, modificada por el plebiscito de 1989 que aprobó un 85% de los chilenos y ratificó el carácter democrático y popular de la Carta que ha regido estos últimos 24 años de libertad y progreso de “la más preciada joya de la corona latinoamericana” (Clinton).

Cuando algún “think tank” criollo logre descifrar lo que ocurrió en el vacío que se observa en el docto panel de Presidentes de la “Confitería Torres”, y cómo fue que sin gobernante alguno pudimos pasar de ser “la cuasi-RDA de América Latina” a “la cuasi-RFA de América Latina”, tal vez los chilenos entendamos un par de cosas más y, desde luego, que no hubo sincronía alguna en los dos primeros casos que Klaus califica de tales, sino todo lo contrario; y que sí la hubo en el tercero, cuando se completó nuestra transición a la democracia exactamente en los términos previstos por el Gobierno Militar y ratificados en doble instancia, en 1980 y 1989, por una amplia mayoría del electorado chileno.

Publicidad

Tendencias