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Che Guevara y Padre Hurtado, salvados por las aguas

Víctor González Kowal
Por : Víctor González Kowal Periodista. Estudiante de acupuntura.
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Narciso se pierde en las aguas, Moisés es un salvado de las aguas. Las consecuencias que detona uno y otro están a la vista. Porque en cierto método, el material con el que nos reflejamos: Los espejos, sirven para construir nuestro Ser Esencial y hacernos humanos dentro de un camino llamémoslo ascensional o liberador y/o también bautismal a la hora de sincronizar las respuestas a la pregunta de saber “Quién Soy”.


La tradición griega cuenta que un joven muchacho, hijo del río y de una flor, un día descubre, a la orilla de un lago su imagen física. Tan encantado de ella quedó, que completamente paralizado se dispuso a observarla quietamente. Haciendo caso omiso del llamado a su nombre, perseveró en la vista de su propio reflejo, encantado, seducido, absorbido por su propio rostro quiso acercarse para obtenerlo, cayó a las aguas donde murió ahogado. Oscar Wilde sobre este relato, cuenta que las Oreidas, (espíritus del bosque) salieron a buscarlo y no lo hallaron, entonces fueron a preguntarle al lago y éste también les preguntó por el muchacho en ese momento perdido, ahí todos dieron cuenta, que se había ahogado. Luego de las lamentaciones de rigor, el lago dijo que también sufría porque en la medida en que Narciso se reflejaba más en él, más él se reflejaba en los ojos de Narciso.Narciso yace en las profundidades, sus restos mortales fueron comidos por peces y cangrejos hasta desaparecer, posiblemente entró en el proceso del ¿por qué a mi?. Ahora su paradero carnal nos resulta desconocido, sólo nos queda el relato como intermediario para entender cierta actitud de nosotros que puede entorpecer el equilibrio y hacernos caer a los abismos de una situación dada que muchas veces no sabemos por qué estamos experimentando: una enfermedad, asuntos económicos, compromisos sin resolver, la soledad como flecha que cruza todos los corazones.

Caer al lago es caer en la alienación, es perder el si mismo ontológico, ese que busca el Ser Trascendente en toda acción que se experimenta. Las características «narcisistas» que todos nosotros expresamos datan desde nuestra más temprana infancia. El niño es egoísta porque es su mecanismo de defensa, al llamar la atención de sus mayores con exigencias y solicitudes, sólo está instrumentalizando una red de protección a su favor. Sin embargo cuando crece, el mundo social, la misma familia, el colegio, los amigos, comienzan a instruirlo en la obediencia de normas conductuales basadas en la colaboración.

Borrarse en el objeto de su propio interés por socorrer al otro.

El Ego, mediante las instituciones (familia, escuela, trabajo, iglesias, etc) entra en un proceso de cambio que lo empuja a ser parte del entorno colectivo. Esto para evitar que el Narciso que todos portamos desde nuestra más temprana niñez, nos empuje hacia la perdición y el ahogo. En el mismo sentido, en el polo opuesto, nos encontramos con el altruismo, que resulta ser una característica de personalidad que busca colaborar a todo quien lo requiera a cambio de la satisfacción de ayudar a quien lo necesite, incluso desde el anonimato. ¿Un altruismo desenfrenado también nos puede desplomar desde cualquier tipo de altura?. Ahí entramos en la imagen que nos explica Oscar Wilde sobre la tristeza del lago que sufre por perder el espejo donde podía reflejarse: Los ojos de Narciso. Por ejemplo, individuos por ayudar pierden todo, lo material e incluso, lo inmaterial.

El Egoísmo es una válvula de seguridad y de autocuidado, que debe ser transmutado en autoestima. El Altruismo es un trampolín para ejercer la Filantropía, el amor a la humanidad . Todo dependerá de la apertura de conciencia con que trabaje la persona, en su búsqueda de sentido de estas dos circunstancias de una misma dimensión. Entrar en la armonía posiblemente es alcanzar esos ámbitos indispensables que un ser humano requiere para mantenerse vivo, autocuidarse y colaborar con los demás.

El trabajo comunitario, en general la ayuda desinteresada hacia el otro mediante alguna organización, sea cual sea su apellido, aporta algo más sobre el conocimiento de nosotros mismos, puede ser una clave para entender el motivo de nuestro paso por este planeta. El ejemplo de un Che Guevara o un Padre Hurtado, dos individualidades, muy distintas en su ser y actuar, coinciden si damos una lectura profunda de sus vidas ( aventureras y metódicas en un mismo tono) porque tocan esta dimensión superior, el ideal y desaparecen inmolados por un lado, pero por otro entran en el plano de los héroes; abundantes en la literatura épica, en los relatos de boca en boca de nuestros ancestros que aportaron a la generación actual su experiencia, su incansable labor en favor de la muchedumbre solitaria, ciega, que pese a todas las películas de guerra y a los noticieros donde policías y ladrones se disparan con la convicción de contar con eternas municiones, desea la paz, la salud y la guía para alcanzar una suerte de «tierra prometida».

Salvarse de las aguas

Un individuo en perfecto equilibrio, es un Moisés (alegóricamente hablando) que lleva a su pueblo hacia la conquista de su propio destino. En la pirueta simbólica de nuestra mente, el pueblo es uno mismo respecto a las innumerables facetas de la personalidad, donde la mayor parte del tiempo se muestran contradictorias entre si. Un ser que, sabiéndose egoísta y altruista en una peculiar personalidad, cambiante de acuerdo a las circunstancias, se mantiene en orden, sintonizado con fuerzas supra humanas que él mismo invocó, para cumplir con el propósito de conducirse correctamente en un mundo de caos, aguas tormentosas, desiertos y expuesto al ataque de tribus enemigas.

Narciso se pierde en las aguas, Moisés es un salvado de las aguas. Las consecuencias que detona uno y otro están a la vista. Porque en cierto método, el material con el que nos reflejamos: Los espejos, sirven para construir nuestro Ser Esencial y hacernos humanos dentro de un camino llamémoslo ascensional o liberador y/o también bautismal a la hora de sincronizar las respuestas a la pregunta de saber “Quién Soy”. Recordemos que somos el 70 por ciento de nuestro organismo es líquido. Al salvarnos del agua, de la excesiva exposición de nuestra vida emocional, entramos en una purificación, nos constituimos en entes de poder, capaces de leer el devenir en un acuario y, al mismo tiempo, prever si la siguiente ola es para surfearla o para huir porque se viene un tsunami.

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