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La esperanza que Chile ganó en La Haya

Una golondrina no hace verano, pero son al menos pasos, algunas huellas, que nos pueden mostrar un nuevo camino. Quizás sea el momento de sacudirse de tanta ideología, vender la retroexcavadora, abandonar la soberbia y sentarse a trabajar con todos los sectores.  


Comenzaron los alegatos del equipo chileno ante la Corte Internacional de Justicia de la Haya por la conocida demanda boliviana en contra de nuestro país. No se preocupe. No le voy a dar la lata en este tema que, por lo demás, poco conozco y menos manejo. No le voy a hablar tampoco de derecho internacional, de fronteras y latitudes ni de tratados de principios del siglo pasado. Pero sí hay un detalle, con nombre y apellido, que vale la pena destacar: Felipe Bulnes.

Y es que en tiempos donde todos contra todos, en un clima de desconfianza generalizado, en un ambiente de polarización política y donde Gobierno y Oposición fijan sus posturas sin dar espacio ni tregua al adversario, el hecho de tener a un ex embajador y ex ministro del Gobierno de Sebastián Piñera (dos veces, de Justicia y Educación) como responsable de defender los intereses de un Chile gobernado por Bachelet y la Nueva Mayoría es, en sí mismo, una noticia, una buena noticia.

Para quienes aún confiamos en que renazca de las cenizas la buena política y prevalezcan las necesidades de Chile por sobre las de un partido o coalición, esta es una pequeña señal de esperanza que no se puede dejar pasar. Probablemente la respuesta a mi entusiasta optimismo sea que en asuntos de defensa nacional es costumbre cerrar filas, sin importar el color político. Dicho de otra manera, frente a una amenaza a la seguridad del país, todos se cuadran y entonan como hermanos las estrofas del himno nacional. Bien, le concedo el argumento.

[cita] Una golondrina no hace verano, pero son al menos pasos, algunas huellas, que nos pueden mostrar un nuevo camino. Quizás sea el momento de sacudirse de tanta ideología, vender la retroexcavadora, abandonar la soberbia y sentarse a trabajar con todos los sectores.[/cita]

Pero a mi parecer, los temas pendientes de Chile en educación, salud, el mejoramiento de las condiciones laborales, la disminución de la brecha de la desigualdad y aires frescos para nuestra Constitución, si usted quiere, pueden ser una amenaza gigante para el desarrollo de Chile y su gente si no se les aborda unidos, tal como lo hacen por estos días nuestro agente en La Haya, militante de Renovación Nacional, con Heraldo Muñoz, canciller PPD. Literalmente, como un equipo. ¿Me sigue?

La Comisión por la Probidad, en discusión por estos días, constituye también una nueva y minúscula luz en medio de la oscuridad. Aun cuando el anuncio de un “proceso constituyente” nubló las conclusiones de 16 profesionales volcados durante semanas a plantear medidas contra la corrupción, hubo allí un preciado intento por restablecer el diálogo y creer que el presente y futuro de Chile se puede y debe construir entre todos. La presencia de Rossana Costa, subdirectora del reconocido think tank de la derecha, Libertad y Desarrollo, y ex Directora de Presupuesto del Gobierno de Piñera, apunta también en la dirección correcta.

Está bien, usted tiene razón, una golondrina no hace verano, pero son al menos pasos, algunas huellas, que nos pueden mostrar un nuevo camino. Quizás sea el momento de sacudirse de tanta ideología, vender la retroexcavadora, abandonar la soberbia y sentarse a trabajar con todos los sectores. La envergadura de las reformas que hoy se pretenden ameritan participación, representatividad y apertura a todas las ideas y miradas, de uno y otro bando. No se puede ser tan terco para creer que la verdad estará siempre de nuestro lado. Hay que sentarse a conversar.

Quizás esté pidiendo mucho. Tal vez mis amigos tengan razón y lo mío es pura y sana ingenuidad. Pero lo de Bulnes es un hecho, un sólido y probado hecho, que enciende la esperanza. Chile ya ganó en La Haya. Algo al menos ganó en el famoso tribunal.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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